sábado, 15 de diciembre de 2018

Así hablan las pestañas: la duración de tu parpadeo cambia el mensaje


Parpadear no solo nos ayuda a mantener los ojos lubricados. Investigadores neerlandeses han revelado que durante una conversación, las personas interpretan el pestañeo de su interlocutor como una respuesta. Según el estudio, los parpadeos más largos se entienden como un gesto de comprensión.
<p>Pestañear es percibido como un signo comunicativo/ Adobe Stock</p>
Pestañear es percibido como un signo comunicativo/ Adobe Stock
En una conversación, basta con asentir con la cabeza para que el hablante sepa que estamos de acuerdo. Asimismo, otros movimientos o gestos como fruncir el ceño o cruzarse de brazos pueden comunicar tanto como el lenguaje.
Ahora, un grupo de investigadores del Instituto Max Planck de Psicolingüística de los Países Bajos, ha querido comprobar si otras acciones más sutiles afectan también a la interacción cara a cara y ha descubierto que al pestañear, los seres humanos le damos respuesta a quien nos habla.
"Nuestros hallazgos muestran que uno de los movimientos humanos más sutiles, el parpadeo de los ojos, parece tener un efecto sorprendente en la coordinación de la interacción humana cotidiana”, subraya el especialista Paul Hömke, líder de la investigación.

Es decir, contestamos de manera diferente si quien pregunta realiza pestañeos largos o cortos, que se diferencian solo por unos milisegundos de duración. En concreto, elaboran
 respuestas más breves cuando el otro interlocutor parpadea más lento.Según el estudio, publicado esta semana en la revista PLOS ONE, las personas perciben inconscientemente el pestañeo como una señal de comunicación y modifican su discurso en función de su interpretación del gesto.
Para los expertos, una posible explicación a esto es que el parpadeo largo puede ser entendido como un gesto facial de comprensión. Por eso, si es más largo, el hablante percibe que la otra persona ha recibido suficiente información, por lo que da explicaciones más breves.
“Aparentemente, el parpadeo de más duración transmite que la persona ha entendido lo que se le cuenta. De esta forma, cuando el hablante ve ese pestañeo, no siente la necesidad de aclarar sus respuestas o de articular un mensaje más elaborado, por lo que seguirá respondiendo de manera breve”, declara a Sinc Hömke.

Conversaciones con avatares

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores desarrollaron un nuevo sistema experimental basado en tecnología de realidad virtual en el que un avatar hace preguntas y parpadea.

Según los resultados, las personas distinguían los guiños largos de los cortos
 de manera inconsciente, ya que, tras las pruebas, ninguno de los participantes afirmó haber notado cambios en el gesto del avatar.Durante el ensayo, los participantes tenían que mantener conversaciones con tres avatares diferentes y responder a preguntas abiertas como “¿qué tal fue tu fin de semana?” o “qué hiciste?”. Mientras, los especialistas controlaban las respuestas no verbales de la máquina y variaban la duración de sus parpadeos.
Para los investigadores, este hallazgo refuerza la idea de que una conversación es una actividad conjunta en la que intervienen tanto el emisor como el receptor con lenguaje verbal pero también con todo tipo de acciones o gestos.
Hömke P, Holler J, Levinson SC (2018) Eye blinks are perceived as communicative signals in human face-to-face interaction. PLoS ONE 13(12): e0208030

Los genes neandertales influyen en la forma de nuestros cráneos


Un nuevo estudio revela que los humanos modernos no africanos que poseen fragmentos concretos de ADN neandertal tienen cabezas ligeramente menos redondas. Este hallazgo arroja luz sobre la evolución de la forma y la función cerebral actual.
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<p>Una de las características que distinguen a los humanos modernos (derecha) de los neanderales (izquierda) es la forma redondeada de su cráneo. / Philipp Gunz</p>
Una de las características que distinguen a los humanos modernos (derecha) de los neanderales (izquierda) es la forma redondeada de su cráneo. / Philipp Gunz
Una de las características más distintivas del ser humano moderno respecto a otras especies humanas es la forma de su cráneo y cerebro. Su redondez ha sido ahora objeto de análisis por un equipo internacional de científicos, liderado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania).

De este modo, el equipo descubrió variaciones sutiles en la forma endocraneal “que probablemente reflejen cambios en el volumen y la conectividad de ciertas áreas del cerebro”, señala Philipp Gunz, paleoantropólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y colíder del estudio.
Los investigadores se centraron en nuestros parientes extintos más cercanos, los neandertales, para entender mejor las bases biológicas de la forma endocraneal humana moderna. “Nuestro objetivo fue identificar posibles genes candidatos y vías biológicas relacionadas con la forma esférica del cerebro”, dice Amanda Tilot, del Instituto Max Planck de Psicolingüística, y colíder del trabajo publicado en Current Biology.
Para dirigir su búsqueda, los expertos se basaron en el hecho de que los humanos actuales con ancestros europeos llevan fragmentos raros de ADN neandertal en sus genomas como resultado del cruce entre las dos especies. Así, al analizar la forma craneal, identificaron tramos de ADN neandertal en una gran muestra de humanos modernos, que combinaron con imágenes por resonancia magnética y la información genética de unas 4.500 personas.
Gracias a los escáneres, los científicos lograron detectar las diferencias en la forma endocraneal entre los fósiles de neandertales y los cráneos de humanos modernos. Este contraste les permitió evaluar la forma craneal en miles de resonancias cerebrales de personas vivas.

Genes neandertales para el desarrollo de cerebro

Por otra parte, los genomas secuenciados de ADN neandertal antiguo también les permitió identificar fragmentos de ADN neandertal en humanos modernos en los cromosomas 1 y 18, relacionados con una forma craneal menos redonda. Estos fragmentos contenían dos genes ya vinculados al desarrollo del cerebro: UBR4, involucrado en la generación de neuronas; y PHLPP1, en el desarrollo del aislamiento de mielina –sustancia que protege los axones de ciertas células nerviosas y que acelera la transmisión del impulso nervioso–.

En su trabajo, los expertos encontraron que, en los portadores del fragmento neandertal relevante, el gen UBR4 está ligeramente regulado a la baja en el putamen, la estructura situada en el centro del cerebro que, junto con el núcleo caudado, forma el núcleo estriado, y que forma parte de una red de estructuras cerebrales llamadas ganglios basales.
“Sabemos por otros estudios que la interrupción total de UBR4 o PHLPP1 puede tener importantes consecuencias para el desarrollo del cerebro”, explica el autor principal Simon Fisher, genetista del Instituto Max Planck de Psicolingüística.
En el caso de los portadores del fragmento neandertal PHLPP1, “la expresión génica es ligeramente mayor en el cerebelo, que se cree que tendrá un efecto de amortiguación en la mielinización del cerebelo”, indica Fisher.
Ambas regiones del cebrero –el putamen y el cerebelo– son, según los científicos, importantes en el movimiento. “Estas regiones reciben información directa de la corteza motora y participan en la preparación, el aprendizaje y la coordinación sensoriomotriz de los movimientos”, subraya Gunz, quien añade que los ganglios basales también contribuyen a diversas funciones cognitivas en la memoria, la atención, la planificación, el aprendizaje de habilidades y la evolución del habla y el lenguaje.
Todas estas variantes nandertales tienen como resultado pequeños cambios en la actividad de los genes y provocan que la forma cerebral de ciertas personas sea menos esférica. Los investigadores concluyen que las consecuencias de transportar estos fragmentos raros de neandertal son sutiles y solo detectables en una muestra muy grande.
Referencia bibliográfica:
Gunz et al.: “Neandertal introgression sheds light on modern human endocranial globularity” Current Biology https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(18)31470-2

PARA EL "CULITO" DE SU BEBE,CANCER EMPAQUETADO......



Johnson & Johnson se hunde en bolsa tras descubrirse que sabía que había fibras cancerígenas en su talco

El valor de sus acciones se ha desmoronado poco después de que la agencia Reuters haya publicado una noticia en la que asegura que la empresa conocía desde hacía décadas que sus polvos de talco contenían asbesto





Por su parte, J&J cargó contra la veracidad de la información en un comunicado
El valor de las acciones de Johnson & Johnson se han desmoronado poco después de que la agencia Reuters haya publicado una noticia en la que asegura que la empresa conocía desde hacía décadas que sus polvos de talco contenían asbesto, un mineral de composición y caracteres semejantes a los del amianto y con efectos nocivos para la salud.
"El artículo de Reuters es unilateral, falso e inflamatorio. En pocas palabras, la historia de Reuters en una teoría conspiratoria absurda que aparentemente ha durado más de cuarenta años y que ha sido orquestada por generaciones de reguladores globales y los científicos y las universidades más destacadas del mundo, así como los laboratorios independientes más importantes y los propios empleados de J&J", dijo la empresa.
El Banco estadounidense Wells Fargo consideró hoy "excesiva" la caída en la bolsa de Wall Street del gigante farmacéutico y de productos de higiene Johnson & Johnson (-9,95 %), tras una información que sostiene que la compañía sabía desde hacía décadas que sus polvos de talco contenían asbesto.


El banco indicó a sus clientes que todavía creía que "las acciones de Johnson & Johnson (J&J) tendrán un rendimiento mejor" a pesar de dichas alegaciones, así como que las ventas de sus acciones en el parqué neoyorquino "es probablemente exagerada", según recoge el canal CNBC.

En agosto de 2017, un jurado de Estados Unidos condenó a J&J a pagar 417 millones de dólares por no advertir del riesgo de cáncer vinculado al uso de sus productos de talco y, en julio de 2018, otro jurado ordenó a la compañía a indemnizar con 4.690 millones de dólares a 22 mujeres y sus familias que responsabilizaron a sus productos de talco de haberles causado cáncer de ovarios.