miércoles, 9 de agosto de 2017

Las plantas tienen nuestros cinco sentidos y quince más

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Representan el 98,7% de la vida en el planeta; sin embargo, sólo el 3% de los científicos estudian las plantas. ¡Sólo el 3% para estudiar casi la totalidad de la vida! Absurdo. Mancuso es uno de ellos, con más de 250 artículos científicos sobre el tema y que acaba de publicar, con la periodista Alessandra Viola, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (Galaxia Gutenberg), en el que narra los estudios y resultados más recientes, propios y ajenos, y que demuestran que las plantas se comunican entre ellas y con otros animales, duermen, memorizan, aprenden, cuidan de su prole, toman decisiones, e incluso son capaces de manipular a otras especies. Un mundo por descubrir.
Las plantas tienen nuestros cinco sentidos y quince más
Las plantas sienten?
Mucho más de lo que sentimos los animales. Y no es mi opinión o percepción, es una evidencia científica.
No es usted un iluminado.
No. Sabemos que perciben los cambios eléctricos, el campo magnético, el gradiente químico, la presencia de patógenos...
¿Oyen, ven...?
Las plantas tienen nuestros cinco sentidos y quince más. No tienen ojos y oídos como nosotros, pero perciben todas las gradaciones de la luz y las vibraciones sonoras.
¿Y les gusta la música?
Ciertas frecuencias, sobre todo las bajas (entre los 100 Hz y los 500 Hz), favorecen la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantas hacia la fuente de ese sonido, que equivale a frecuencias naturales como la del agua que corre, pero hablar o cantar a las plantas es perder el tiempo.
¿Hay sonidos bajo tierra?
Se ha descubierto que las raíces producen sonido y son capaces de percibirlo. Eso sugiere la existencia de una vía de comunicación subterránea.
Tampoco tienen nariz.
Su olfato y gusto son muy sensibles. Perciben las moléculas químicas, es su modo de comunicación, cada olor es un mensaje. Y tienen tacto, basta ver a cámara rápida cómo palpa una planta trepadora.
¿Y dice que se comunican?
Se comunican con otras plantas de la misma especie a través de moléculas químicas volátiles, mandan por ejemplo mensajes de peligro. Si un insecto se le está comiendo las hojas, la planta produce al instante determinadas moléculas que se difunden kilómetros y que avisan de que hay un ataque en curso.
¿Y cómo se defienden?
De muchas maneras. Pueden aumentar sus moléculas venenosas o producir proteínas indigeribles para el insecto. Muchas plantas al ser comidas por un insecto emiten determinadas sustancias para atraer a otros insectos que lo depreden.
Eso es comunicación entre especies.
Las plantas producen muchas moléculas químicas cuyo único objeto es manipular el cerebro de los animales, en ese contexto se inscriben las drogas.
Un ejemplo...
Estudios recientes demuestran que un naranjo o un limonero en flor actúa de diferente manera según la cantidad de polen que lleve el insecto. Si lleva mucho polen, aumenta en el néctar la cantidad de cafeína para activar su cerebro, para que se acuerde de esa planta y vuelva. Si lleva poco polen, corta la cafeína.
¿Inteligencia vegetal?
Si inteligencia es la capacidad para resolver problemas, las plantas son capaces de responder de manera adecuada a estímulos externos e internos, es decir: son conscientes de lo que son y de lo que las rodea.
¡Eso es mucho!
Hemos ignorado cómo funciona el 99,7% de la vida en el planeta y no podemos permitírnoslo porque nuestra dependencia del reino vegetal incluye -además del aire, la comida y los fármacos- la energía (los combustibles fósiles son depósitos orgánicos).
Desconocemos el 90 por ciento de las plantas.
En su evolución las plantas han producido millones de soluciones que son muy distintas de las que han producido los animales. Hasta ahora el hombre ha basado su tecnología en cómo estamos hechos nosotros: un centro de mando y una jerarquía de órganos, y así se organizan nuestras sociedades, gobiernos, máquinas...
Hay otro mundo en el que inspirarnos.
Estudiar las plantas nos dará una cantidad ingente de posibilidades tecnológicas. Por ejemplo, las redes: una red de internet y un conjunto de raíces son muy similares. Pero las plantas son redes vivas, imagine lo que podemos llegar a aprender de ellas.
¿Son altruistas?
Compiten con otras especies y cooperan si son del mismo clan. Pero hay algunos ejemplos extraordinarios en los que podemos hablar de un alto grado de altruismo. Hay una investigación muy hermosa que se hizo hace cuatro años en Canadá.
Cuénteme.
Se aisló a un gran abeto del acceso al agua, y los abetos de alrededor le pasaron sus nutrientes durante años para que no muriera. Las plantas son organismos sociales tan sofisticados y evolucionados como nosotros.
¿Cuidan de su prole?
En las plantas observamos el cuidado parental que observamos en los animales más evolucionados. En un bosque denso, para que un árbol recién nacido adquiera cierta altura para poder hacer la fotosíntesis y ser autosuficiente han de pasar al menos diez o quince años durante los cuales será alimentado y cuidado por su familia.
¿Dónde tienen el cerebro?
Las neuronas son las únicas células en los animales que producen y transmiten señales eléctricas. En las plantas, la mayor parte de las células de su cuerpo lo hacen, y en la punta de las raíces tienen muchísimas. Podríamos decir que toda la planta es cerebro.
* Neurobiólogo vegetal
Ecoportal.net
La Vanguardia

Lo que las momias de Lituania revelan sobre las enfermedades que sufrimos

A través de los cuerpos embalsamados hallados en una iglesia de Vilna un grupo de investigadores estudia cómo pudieron surgir determinadas enfermedades y epidemias

Foto: Documentos históricos con forma de cuerpo humano. (iStock)
Documentos históricos con forma de cuerpo humano. (iStock)
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Cientos de esqueletos yacen bajo una cripta de la Iglesia del Espíritu Santo en pleno corazón de Vilna, la capital de la república báltica de Lituania. De esos cadáveres, 23 son muy diferentes al resto: la carne todavía recubre los huesos, las prendas están presentes y las entrañas se mantienen aún en su interior.
“Se conservan tan bien que parece que estén casi vivas”, cuenta a ‘The New York Times’ Dario Piombino-Mascali, un antropólogo italiano especialista en este tipo de momias, que junto a su equipo está intentando desentrañar todos los secretos de los habitantes de las catacumbas: hombres, mujeres y niños que perecieron en los siglos XVII, XVIII y XIX y cuyos restos quedaron momificados por la fresca temperatura de la cripta y por la ventilación. “Parece que algunos están simplemente durmiendo”, afirma en otro artículo publicado en ‘The Guardian’.
No sentíamos que las momias fueran un objeto arqueológico. Parecía, más bien, que estuvieran esperando un chequeo
Los ataúdes ocultos en una tenebrosa guarida escondida bajo el altar de la iglesia fueron profanados por Napoleón para reutilizar la madera. Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis emplearon el lugar como un improvisado refugio, mientras que los soviéticos convirtieron la cripta en un museo del ateísmo.
El objetivo de Piombino-Mascali y sus colaboradores se basa ahora en extraer toda una lección de este tesoro biológico. Según lo que se ha descubierto hasta ahora la medicina moderna podría aprender mucho de las enfermedades que acabaron con la vida de tales individuos. “Estos registros históricos de pacientes son como una caja de bombones para nosotros”, apunta el Dr. Frank Rühli, de la Universidad de Zurich, quien al igual que Piombino-Mascali analiza los órganos internos de varias momias egipcias e iranianas con un próposito similar.

Comprender la historia desde las enfermedades

A través de su trabajo, el antropólogo italiano ha identificado algunas de las enfermedades más comunes que aquejaban a estos ciudadanos: caries, afecciones de las encías, artritis, deformidades óseas, bocio o incluso tumores benignos. Problemas achacables a una dieta pobre en frutas y verduras y rica en carnes y grasas: “Es extraño. No sentíamos que fueran un objeto de interés cultural y arqueológico. La sensación era, más bien, que ellos estuvieran ahora con nosotros dispuestos a hacerse un chequeo médico”, confiesa el investigador.
Necesitamos saber cómo las afecciones evolucionaron a lo largo del tiempo. Algunas podrían volver a aparecer
El hallazgo más importante estaba, sin embargo, por llegar. Tras enviar muestras del cuerpo de un niño momificado del siglo XVII a Canadá se descubrieron restos de uno de los virus más devastadores que en su día llegó a acabar con la vida de 500 millones de personas alrededor de todo el planeta: la viruela.
“No percibimos inicialmente que el niño tuviera viruela porque la enfermedad no deja ningún rastro”. El valor de este descubrimiento es que pone en cuestión la teoría más difundida de que la enfermedad apareció durante la época de los faraones y fue mutando gradualmente. Comparando la cepa del siglo XVII con las variantes modernas del virus, se halló que compartían un antepasado común que debió de aparecer entre los años 1530 y 1654. La mutación más devastadora habría surgido, por tanto, solo algunos siglos atrás.
No hago disecciones. Creo que estar muerto no borra lo humano. No uso el bisturí si los cuerpos están íntegros
La pregunta que los investigadores se hacen ahora es de dónde pudo surgir la viruela de forma tan repentina durante el siglo XVI. Se cree que se habría podido transmitir de animales a hombres. Si eso fuera así, el riesgo que se podría plantear ahora es si existe una cepa no activa en los animales que tendría posibilidades de hacer acto de presencia de nuevo: “Necesitamos saber cómo estas condiciones se desarrollaron y evolucionaron a lo largo del tiempo. El virus ha sido erradicado, pero los gobiernos de Rusia y Estados Unidos todavía lo conservan. Esta información puede tener un especial valor”.
Además de las afecciones señaladas, se han encontrado varios casos de aterosclerosis y tuberculosis entre los cadáveres. Los hallazgos ofrecen pruebas de que incluso las clases altas experimentaron problemas de salud crónicos en esta ciudad, incluyendo aquellos relacionados con una mala nutrición.

Auténticos documentos biológicos

Tras los perjuicios ocasionados a los cuerpos por análisis realizados durante los años 60, Piombino-Mascali y su equipo están muy concienciados para que no se provoquen más daños a las momias, consideradas ahora para ellos como todo un tesoro cultural y científico: “No hago disecciones, no quiero hacer eso. Creo que estar muerto no borra lo humano. No uso el bisturí si los cuerpos están íntegros. Me niego. Solo si hay aberturas naturales, ya sea por descomposición o por daño, entraremos por ellas”.
Iglesia del Santo Espíritu en Vilna. (Creative Commons)
Iglesia del Santo Espíritu en Vilna. (Creative Commons)
El deseo del antropólogo es que la memoria de este hallazgo no se acabe perdiendo. Para él, las momias “tienen que ser exhibidas de un modo apropiado para que la gente pueda entender mejor su historia”. Estudios recientes de cuerpos embalsamados repartidos por todo el globo han ofrecido importantes datos sobre enfermedades del corazón y tuberculosis, entre otras dolencias. Paradójicamente, hombres y mujeres que fallecieron hace siglos podrían hoy enseñarnos muchas cosas sobre el futuro de nuestra salud.

UN MINISTRO ARGENTINO FASCISTA,RODRIGUEZ LARRETA DIJO QUE "POR SUERTE LOS HOMBRES VENCIMOS A LOS DINOSAURIOS"


Los paleontólogos lo han denominado 'Patagotitan mayorum'

El dinosaurio más grande del mundo ya tiene nombre

    Desde su hallazgo en 2013 en la Patagonia argentina, el titanosaurio más grande del mundo y hasta ahora anónimo ha fascinado a todo el mundo. Desde principios de 2016 incluso se puede contemplar una réplica a escala real en Nueva York. Ahora un nuevo estudio, que ha permitido denominarlo Patagotitan mayorum, revela que pesaba 69 toneladas y medía casi 40 metros de largo, el equivalente a dos camiones.
    Federico Kukso | 
    <p>Reconstrucción de <em>Patagotitan mayorum</em>. / Jorge González</p>
    Reconstrucción de Patagotitan mayorum. / Jorge González
    Era hora de que el dinosaurio más grande del mundo conocido hasta el momento tuviera un nombre. Durante cuatro años fue un gigante anónimo, un monumental embajador del pasado lejano que imponía respeto. El naturalista inglés David Attenborough cayó fascinado a sus pies y le dedicó un documental. Desde enero de 2016, una réplica de sus restos alimenta el asombro de los visitantes del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. A partir de hoy el titanosaurio hallado en la Patagonia argentina se llama Patagotitan mayorum.
    "Esta vez intentamos algo nuevo. Primero acercamos a la sociedad a la paleontología al mantenerlos al tanto de cada paso de la investigación", dice el experto
    “Por lo general, los hallazgos paleontológicos se hacen en silencio y se dan a conocer a la comunidad muchos años después del descubrimiento a través de la publicación científica de un artículo –cuenta el paleontólogo argentino José Luis Carballido, uno de los autores del estudio e investigador del Museo Paleontológico Egidio Feruglio–. Pero esta vez intentamos algo nuevo. Lo hicimos al revés. Primero acercamos a la sociedad a la paleontología al mantenerlos al tanto de cada paso de la investigación, para que comprendan el trabajo de fondo y la importancia de la preservación del patrimonio nacional. Y ahora publicamos el primero de una serie de papers sobre el titanosaurio”.
    En el trabajo, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, el gran dinosaurio descubierto en la provincia de Chubut en 2013 recibe un nombre (“Patago” por Patagonia; “titan” por las deidades griegas –símbolo de fuerza y tamaño– y “mayorum”, en honor a la familia Mayo, los dueños del rancho “La Flecha” donde los fósiles fueron encontrados), pero no solo eso.
    Los investigadores revelan también más detalles sobre la increíble anatomía de esta especie que vivió hace 101 millones de años. A partir de los fósiles recobrados de seis ejemplares distribuidos en tres niveles, pudieron calcular la masa corporal –69 toneladas, el equivalente a 14 elefantes africanos– y longitud –39,5 metros de largo, algo así como dos camiones con remolque, uno detrás de otro–. Esto convierte a esta criatura en la más grande que haya caminado sobre la Tierra.
    reconstruccionTrelew
    Réplica a escala real del titanosaurio. / Trelew
    “Me llama la atención el diseño de las vértebras, son tan grandes. Realmente parecen la estructura de acero que tienen algunos edificios”, dice el paleontólogo Diego Pol, otro de los líderes del equipo científico e investigador del Conicet. “Mantenerse lo más liviano posible midiendo 39 metros de largo no debe haber sido fácil”, recalca.
    Una escena del crimen paleontológica
    Como muchas historias de detectives, todo comenzó por casualidad. Un día de 2011, mientras recorría a caballo las 13.000 hectáreas de la estancia La Flecha –ubicada a más de 1.300 kilómetros de Buenos Aires, en el centro de la provincia de Chubut–, un peón curioso llamado Aurelio Hernández observó algo distinto, un objeto que caprichosamente afloraba del suelo: un hueso solitario, distinto a los que dejan los animales habituales de esta zona desértica atravesada por la soledad y los fuertes vientos.
    "Nunca habíamos visto tantos huesos grandes juntos en un mismo lugar”, recuerda el paleontólogo Leonardo Salgado
    Los meses pasaron y finalmente aquel hallazgo llegó a los oídos de los científicos del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Trelew que, con cinceles, cepillos, martillos y paciencia, se acercaron al lugar. Y entonces, lo vieron: primero la punta de lo que parecía un fémur –de unos 2,40 metros de largo–, y después una vértebra, y partes del cuello y del dorso. Era toda una escena del crimen paleontológico.
    “Lo que más me impactó fue la espectacularidad del sitio. Ya conocíamos otros dinosaurios de tamaño comparable al de Patagotitan, pero nunca habíamos visto tantos huesos grandes juntos en un mismo lugar”, recuerda Leonardo Salgado, paleontólogo de la Universidad Nacional de General Roca y miembro del equipo que trabajó en la excavación a 40 ºC a la sombra.
    Los restos estaban prácticamente intactos, algo que no se ve con frecuencia. De hecho, los fósiles de titanosaurios son escasos y fragmentarios. Las estimaciones sobre la masa corporal del dinosaurio más grande conocido hasta entonces, el Argentinosaurus, se basaron en menos de 20 fósiles descubiertos. En esta ocasión, en cambio, se hallaron en el yacimiento más de 200 fósiles de estos dinosaurios herbívoros en excelente estado de preservación, además de 60 dientes de terópodos o dinosaurios carnívoros de gran tamaño como el Tyrannotitan chubutensis.
    “Ya para la segunda campaña nos habíamos dado cuenta de que los huesos que iban apareciendo correspondían a diferentes individuos de una misma especie, que habían muerto en diferentes momentos, con varios años de diferencia tal vez”, explica José Luis Carballido.
    Los científicos no podían saber exactamente la edad que tenían o su género. Ni siquiera su color. “Analizando los huesos nos llamó la atención que todos los individuos eran animales adultos, pero jóvenes. Aún estaban creciendo lentamente. Si uno tuviera que compararlos con un humano, sería una persona de 18 años”, asevera.
    F+®mur con P Puerta (J. Farfaglia)
    Un paleontólogo tumbado junto al fémur de 'Patagotitan mayorum'. / J. Farfaglia
    Misterios sin resolver
    Desde el momento en que los enormes fósiles fueron extraídos con retroexcavadoras, palas mecánicas y grúas y se anunció su descubrimiento, el “Titanosaurio” se volvió todo un ícono cultural. Se erigieron reproducciones artísticas tanto en la feria científica Tecnópolis en la provincia de Buenos Aires como en el ingreso a la ciudad chubutense de Trelew. Una réplica se levantó en el cuarto piso del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Se vendieron miles de objetos de merchandising y se filmaron varios documentales.
    Los paleontólogos estiman que estos dinosaurios probablemente caminasen más con el cuello paralelo al suelo
    Aunque los miembros de esta especie eran altos como un edificio de siete pisos, los paleontólogos estiman que probablemente caminasen más con el cuello paralelo al suelo. “En este animal, los miembros anteriores son más cortos que los posteriores. Hoy se piensa que mantener el cuello horizontal tenía una ventaja: no buscaban comer de las ramas más altas como hacen hoy las jirafas, sino cubrir una amplia área de alimentación sin mover mucho el cuerpo”, indica Carballido.
    Tras 13 campañas y miles de hora de trabajo en el laboratorio, los científicos conocen más detalles sobre la anatomía XL de Patagotitan mayorum, pero quedan muchos misterios por resolver todavía. Uno de ellos es el cráneo. “Es la pieza más difícil de encontrar en muchos saurópodos y en especial en los titanosaurios. Nosotros solo encontramos un diente de estos animales con forma de cuchara. Se conocen solo cráneos relativamente completos de cuatro especies de titanosaurios, muy poco entre las cerca de 90 especies conocidas para este grupo o clado”, subraya Diego Pol.
    “Sería interesante saber más al respecto para poder evaluar si el gigantismo estuvo acompañado de cambios en el cráneo y en la dentición, dado que uno de los desafíos de ser gigante es poder ingerir suficiente alimento por día para mantener los requerimientos energéticos”, añade.
    El mayor enigma de todos, sin embargo, es otro: ¿Qué pasó en aquel lugar hace 101 millones de años, en el Cretácico? En ese momento Sudamérica era una gran isla de clima húmedo y de bosques frondosos con árboles de unos 15 metros de alto, una región habitada por una fauna particular de dinosaurios que evolucionaba de forma independiente a la del resto del mundo. ¿Qué tenía de particular en aquel sitio? ¿Se trataba de un cementerio de dinosaurios o un lugar al que acudían periódicamente a morir?
    Según el geólogo Alberto Garrido, el área por entonces era una planicie de inundación que conformaba el valle del río. Los depósitos eran principalmente fangosos y solían formarse además algunas pequeñas lagunas o charcos de agua alrededor de los cuales crecía una importante vegetación.
    “Los restos fueron hallados en tres niveles diferentes, separados por pocos centímetros entre sí. Cada nivel muestra distinto grado de preservación de los huesos, muchas veces con signos de pisoteo, lo que indica que los cuerpos sufrieron en cada caso un tiempo más o menos prolongado de exposición. Las evidencias apuntan a que pasaron algunos meses o años entre cada evento o muerte. Algo hacía que murieran allí. No existen evidencias de acumulación por arrastre de corrientes, tampoco de haber quedado empantanados en el terreno lodoso”, agrega el director del Museo Juan Olsacher de Zapala.
    Quizás estos descomunales saurópodos concurrían en manada durante épocas de sequía a la zona a beber y comer. Quizás algunos llegaban deshidratados y se desplomaban, quedando a la merced de los carroñeros que, al morder su gruesa piel, perdían varios de sus dientes. Se resuelvan o no estos interrogantes, ya forman parte de la historia del gigante Patagotitan mayorum.
    Campo 6 (A. Otero)
    Paleontólogo trabajando con los restos del dinosaurio gigante. / A. Otero
    Referencia bibliográfica: