miércoles, 19 de febrero de 2014

La soledad altera el cerebro

Un estudio realizado en ratones demuestra que el aislamiento social disminuye una región cerebral fundamental en la memoria y el aprendizaje

La soledad prolongada en la edad adulta produce alteraciones cerebrales y un déficit de aprendizaje. Así lo han comprobado en unos ratones de laboratorio investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la de Murcia.
Según los resultados publicados en la revista Neurobiology of Learning and Memory, este aislamiento social provocó en los roedores una reducción del volumen del hipocampo, una región del cerebro fundamental para el aprendizaje y la memoria.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron doce ejemplares hembra de entre 39 y 44 meses de degús (Octodon degus), un tipo de roedor que tiene "un comportamiento muy social", ha detallado César Venero, del departamento Psicobiología de la UNED y autor principal del trabajo.
La mitad de las degús fueron separadas en un grupo, mientras que las otras seis no tuvieron contacto físico entre ellas durante un período de seis meses y medio. A todas se les realizaron pruebas de aprendizaje y memoria y, una vez fallecidas, se estudiaron sus cerebros morfológica y bioquímicamente.
Este análisis reveló que el aislamiento produjo una reducción del volumen del hipocampo y en esta región un descenso en la molécula PSA-NCAM. "La molécula NCAM facilita la formación y estabilidad de los contactos entre neuronas -sinapsis- y, por tanto, modula la actividad neuronal", ha relatado Venero.
La PSA-NCAM es una variante de esta molécula que modula su capacidad para establecer nuevos contactos entre neuronas o para fortalecer o debilitar los ya existentes, lo que supone la base de los procesos de aprendizaje y memoria.
Aunque las conclusiones no se pueden extrapolar al ser humano, los investigadores sugieren algunos posibles paralelismos. "Esta investigación podría indicar que las relaciones sociales de las personas, sobre todo mayores, posiblemente representan un factor importante a tener en cuenta para que nuestro cerebro se mantenga sano y que la función cognitiva no se deteriore o lo haga más despacio cuando envejecemos", explica el científico de la UNED.