jueves, 22 de febrero de 2018

¿DE DONDE VENIMOS LOS PENINSULARES?

Vajilla prehistórica y ADN cierran un debate arqueológico centenario

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Los vasos campaniformes son un tipo de cerámica que creó una cultura en la prehistoria europea. Los científicos llevan un siglo discutiendo si su uso en Europa occidental se extendió a través de prácticas sociales o por la migración de personas. Ahora un análisis del ADN de 400 esqueletos de aquella época revela que las dos hipótesis son acertadas: de Iberia al centro de Europa esta cerámica se difundió por intercambio cultural, pero a las islas británicas la llevaron los colonizadores desde el continente.
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<p>Vasos campaniformes de Los Millares, en el Museo de Almería, y de La Rambla, en el Museo de Córdoba. / R. Risch</p>
Vasos campaniformes de Los Millares, en el Museo de Almería, y de La Rambla, en el Museo de Córdoba. / R. Risch
Hace entre 4.750 y 4.500 años, un tipo de cerámica muy decorada, conocida como vaso campaniforme por su forma de campana invertida, se extendió por el oeste y centro de Europa, marcando un periodo clave de la prehistoria del continente. Desde hace un siglo los científicos debaten intensamente si su difusión se debió a un proceso migratorio a gran escala, a la expansión de prácticas sociales o una combinación de ambos factores.

El estudio se ha publicado en
 Nature y ha contado con la participación de investigadores de las universidades Autónoma de Barcelona, Valladolid, Complutense y Autónoma de Madrid, Alcalá, Murcia, Santiago de Compostela y el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), entre otras instituciones nacionales.Ahora, el mayor estudio de ADN antiguo realizado hasta la fecha revela que tanto la transmisión cultural como la migración humana tuvieron un papel importante en la difusión del fenómeno campaniforme en Europa, aunque con distinto peso según la región. Para llegar a esta conclusión se han analizado los restos de 400 esqueletos prehistóricos de numerosos yacimientos europeos (11 en la península ibérica), de los que 226 fueron enterrados junto a objetos campaniformes.
Según los resultados, la expansión del fenómeno campaniforme desde Iberia –donde se ha obtenido el registro más antiguo de este estilo cerámico– hasta el centro de Europa se debió a intercambios culturales y no por un movimiento migratorio de población. Iñigo Olalde, genetista de la Harvard Medical School en Boston (EE UU), primer autor del artículo, señala que el ADN de los esqueletos de las tumbas campaniformes ibéricas no tenía una relación de proximidad con los del centro del continente.
Por su parte, el también coautor David Reich, investigador del Howard Hughes Medical Institute y del Broad Institute del MIT y Harvard, destaca: “Se trata del primer claro ejemplo, a partir de ADN antiguo, de que las cerámicas no siempre iban de la mano de la población”.
Aislamiento genético entre Iberia y Europa central
“Es muy interesante observar cómo Iberia, por una parte, y Europa central, por otra, mantuvieron un aislamiento genético al final del Neolítico, hace unos 5.000 años, a pesar de las numerosas evidencias arqueológicas de interacciones y contactos entre ambas regiones”, subraya Roberto Risch, profesor del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Sorprendentemente, el vaso campaniforme fue adoptado en el centro de Europa por unas poblaciones que acababan de llegar del este. “En 2015 realizamos otro gran estudio internacional que mostró que hace unos 4.500 años al menos el 70% de la población del centro y norte de Europa fue sustituida por una masiva migración de grupos del este procedentes de la estepa. Y este nuevo trabajo revela cómo este movimiento siguió avanzando hacia el oeste”, destaca Wolfgang Haak, del Max Planck Institute for the Science of Human History (Alemania), otro de los autores.
“El estudio muestra que la introducción del vaso campaniforme en Europa central hace 4.500 años no tuvo nada que ver con la llegada de poblaciones de la península ibérica, como se había defendido durante mucho tiempo. La rápida adopción de una vajilla, que debía estar unida a unas prácticas de consumo muy concretas (alojar bebida o comida en rituales o fiestas), expresa el desarrollo de unas nuevas formas de comunicación entre el sudoeste y el centro de Europa”, añade Risch.
guerrerocampaniforme
Ilustración de jefe campaniforme. / Luís Pascual Repiso, sobre una idea de M. Rojo Guerra
Movimiento campaniforme hacia el oeste
“Pero, en este movimiento hacia el oeste, el vaso campaniforme ya no es expresión de unas prácticas de consumo colectivas, como lo fue en la península ibérica, sino que se incorpora a tumbas individuales, en las que los hombres suelen aparecer con armas distintivas y distinguidas, como puñales de cobre, arco y flechas”, puntualiza Risch.
El profesor aclara a Sinc: “El significado social del vaso campaniforme cambió en ese recorrido desde la Península hasta Europa central, y de allí a las islas británicas. De un objeto colectivo pasó a ser un símbolo de individuos poderosos. Es un caso claro de manipulación del significado de las cosas en función de los intereses de grupos de poder, algo que ha seguido ocurriendo hasta la actualidad. Un ejemplo paradigmático es el jazz, que pasó de ser una música marginal y rompedora con la tradición clásica, a ser, sobre todo en Europa, una música de las élites”.
En Reino Unido e Irlanda se han estudiado 155 muestras fechadas entre hace 6.000 y 3.000 años. Según el genetista Ian Barnes, del Museo de Historia Natural de Londres, “esos ancestros británicos tenían un perfil genético diferente de los que vivieron poco tiempo después que ellos y al menos el 90% fue reemplazado por la llegada del campaniforme desde el continente. Tras la llegada de esta nueva población, empezaron a existir en la isla británica habitantes con antepasados que tenían características, color de piel y ojos similares a la mayoría de los británicos actuales”.
El 'kit' campaniforme aparece en la Península
Barnes agrega que, curiosamente, hace unos 4.500 años, en la península ibérica también comienza a introducirse entre la gente local el ritual funerario individual, con su ajuar de vasos campaniformes, puñales de metal y adornos como botones y brazales, un autentico 'kit' campaniforme.
"Aquí, al contrario de lo que ocurrió en las islas británicas, no se aprecia un cambio genético”, comenta el profesor Ignacio Soriano de la UAB. “Esta vez los cambios procedían del norte y provocaron una ruptura social importante cuyas consecuencias se verán en la Edad del Bronce, hace unos 4.200 años”. En el caso de la península ibérica, se ha observado una continuidad genética directa entre las poblaciones neolíticas previas y las posteriores de la Edad del Cobre y campaniformes.
El también coautor Manuel Rojo Guerra, de la Universidad de Valladolid, coincide: "Desde un punto de vista genético, los pobladores de la Península en esa época son los descendientes de las poblaciones calcolíticas. Es decir, son gentes que ya estaban aquí y que en un momento determinado adoptan el kit campaniforme", que aparece en distintas regiones de Europa casi de forma simultanea.
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Ajuar campaniforme del túmulo de la Sima (Miño de Medinaceli), excavado por Manuel Rojo Guerra. / Alejandro Plaza, Museo Numantino
En Centroeuropa se produce una situación similar. El fenómeno campaniforme también aparece en el seno de poblaciones previamente establecidas que se habían instalado en el solar europeo procedentes de las estepas euroasiáticas. 
La misteriosa llegada desde las estepas europeas
“En la prehistoria peninsular, las primeras comunidades que fabricaban armas de metal (como las que aparecen en los kits) seguían teniendo una configuración genética muy diferente a las sociedades actuales de la península ibérica", comenta Risch, "y nuestro siguiente reto es determinar cómo y cuándo se dieron los movimientos poblaciones que introducen el componente estepario en la Península y que vemos en la actualidad”. 
El análisis exitoso de tantas muestras utilizadas en el estudio ha sido posible gracias a nuevos enfoques metodológicas que han reducido enormemente el coste por muestra de análisis de ADN antiguo. Uno se basa en un tratamiento químico que permite a los investigadores fijar su secuencia sobre la pequeña parte del genoma de más utilidad para el análisis. También se ha tenido en cuenta que la cantidad de ADN extraída de la porción petrosa del hueso temporal es mucho mayor que la de cualquier otra parte del esqueleto.