sábado, 10 de marzo de 2018


“Es la lucha, estúpidos”
Imagen: Joaquín Salguero
La frase, como bien sabemos, la he resucitado de las alternativas  estadounidenses en sus luchas políticas cuando Bill Clinton se oponía a Bush. Y se escribía: “Es la economía, estúpido”. La inteligencia popular terminó utilizándola internacionalmente para subrayar distintos aspectos que se descuentan son los fundamentales y que cuesta reconocer.
En este momento es válido para quienes, caballerosos, se nos acercaron el 8M para regalarnos una flor y en el colmo de la cortesía ensayaron un chocolate.
“¡Pero Eva!, no se puede rechazar la buena onda de los que por lo menos tratan de ser educados...” Pamplinas. Son formas del patriarcado mostrando  una postura complaciente hacia nosotras, tratándonos como niñas o señoritas subordinadas a las que hay que agasajar, como contrafigura de los feminicidas, mostrándose galantes, y posicionándonos al mismo tiempo como superiores y negando la igualdad de derechos en el Día Internacional de la Mujer. Justamente en ese día la flor y el galanteo es una provocación, cuando salimos a luchar contra las mañas y artimañas de las diferencias homicidas y los abusos de poder.
¿De qué cortesía y festejos nos hablan cuando salimos a gritar y a levantar las banderas del Ni Una Menos? ¿No se dan cuenta de que no han entendido nada? ¿Que persiste en ellos la imagen que le inculcaron desde niños acerca de lo que significa ser mujer y que repiten los prejuicios acerca de ellas, seres debiluchos, inferiores, desamparados de quienes es posible burlarse, apropiarse, explotar y golpear? 
Los regalitos prendieron en las campañas publicitarias, a las que no se les puede pedir sensatez porque su proyecto es económico y vendedor. Pero al compañero de oficina  que transporta la flor es sencillo responderle: “Es la lucha, estúpido” y explicarle por qué ese día ella estuvo “de paro”.
El “paro” sensacional fue el que promovió Aristófanes en su literatura, en su obra Lisistrata, cuya protagonista y sus seguidoras, hartas de que sus maridos y amantes marchasen de guerra en guerra, en aquellos tiempos heroicos de la Grecia Clásica, decidieron suspender con ellos las relaciones sexuales. Fue un esfuerzo pacífico a favor de la paz en el que las mujeres se niegan a dejarse conquistar por los varones para retomar su vida sexual. Por fin se logra la paz. A nosotras nos faltan muchas décadas para conquistarla; mientras continuaremos en prácticas como el 8M, intentando que entiendan que estamos en lucha, con escasas preocupaciones por las rosas en los floreros.
¿Qué no se entiende? ¿Por qué es preciso luchar? Hace décadas nos están viendo y escuchando. Lo que se advierte hace dos o tres años es una aceleración de los movimientos de mujeres que coincide con los ataques que recibimos y los desdenes de los que tenemos que defendernos.
Si los llamamos estúpidos, nos remontamos al latín stupidus, estar aturdido, no haber entendido nada y en una de sus versiones (stupeo) stupidus homo: hombre estúpido. También necio, insensato, inculto y estéril. Cuando se habla de stupidus timore se refiere a inmóvil de miedo. O sea tenemos para elegir en versiones latinas de estúpido que ahora pluralizamos.
Alguna señora cae en la trampa y en mi facebook se agradece la atención. En latin no encuentro el femenino de stupidus, pero debe existir.
Aparecerse con una flor en el Día de la Lucha Compacta e Internacional como si fuera un cumpleaños, cuando los carteles enarbolan los nombres de las víctimas de feminicidios, de minusvalías en sueldos laborales, de abusadores sexuales en libertad no es un descuido ni el producto de un aturdimiento. En todo caso están aturdidos por el rumor de sus propios pensamientos patriarcales que constituyen el horizonte de sus prácticas  cotidianas. No son simplemente necios, incultos, padecen la malévola indiferencia del “a mí qué me importa interesarme por este asunto, yo cumplo con las mujeres y las dejo satisfechas con un regalito”. La misma creencia y la misma política que los lleva a creer que nos satisfacen con   coitos incompletos y debilitados. Suponen que ésa es la felicidad y la plenitud máxima para nosotras porque así se lo hicieron creer sus mayores y así lo digirieron. 
Pero es la lucha, estúpidos, y no la atención floral, lo que nos incita a no ceder y estar presentes para gozar en plenitud de derechos.
El Roto

EL OLOR DE UNA MADRE TRANQUILIZA AL NIÑO

¿Un medicamento cuyo efecto depende del sexo de quien te lo da? Esto parece indicar el resultado de un experimento con ratones de laboratorio en el que se pretendía analizar el efecto antidepresivo de la ketamina, un potente analgésico que tiene también efectos psicotrópicos y que a veces se usa como droga festiva.
El experimento resultó ser bastante sorprendente e inquietante, ya que resulta quelos ratones a los que se suministraba  ketamina mejoraban su ‘estado de ánimo’ (según el modelo usado en el experimento), pero únicamente cuando la droga se la suministraban investigadores varones; cuando eran mujeres el efecto desaparecía. Algo ciertamente inesperado.
Al percatarse los investigadores llevaron a cabo varias pruebas como suministrar la droga en una campana de extracción para que los ratones no pudiesen percibir el aroma del investigador (presumible método para determinar su sexo por las feromonas emitidas); en este caso el efecto de la ketamina desaparecía con independencia del sexo del investigador.
Si se introducían feromonas masculinas (usando una camiseta usada) el efecto reaparecía también con independencia del sexo del investigador. La clave parecen ser las feromonas masculinas.
Se deduce entonces que la ketamina actúa como antidepresivo en ratones, por un mecanismo no bien conocido, pero sólo cuando va unida a indicadores químicos de sexo masculino; un resultado desconcertante que además pone en riesgo años de experimentos realizados anteriormente en los que no se controló el sexo del experimentador.
Si el efecto de la sustancia varía será necesario reanalizar mucho de lo que sabemos de neuroquímica, al menos en ratones. O creemos que sabemos, pero depende del sexo del investigador.