Que la tecnología de este siglo no tiene nada que ver con los avances que se conocían hace 20 años, es recontra sabido. Y que, quizás por esa misma razón, se aceleran los tiempos de los jóvenes para casi todo, tampoco resulta una novedad. Pero parte de ese nuevo modo de vida, los cambios en ciertas costumbres alimenticias y del medioambiente, llevan a que esto tenga repercusiones en el desarrollo de las nuevas generaciones: ginecólogos, pediatras y endocrinólogos observan que en los últimos 20 años se está adelantando la edad en que las chicas tienen su primera menstruación.
Cualquier mujer conoce, o conoció en sus épocas de estudiante, alguna niña que vivió su primer período menstrual (menarca) antes de la adolescencia. En general esa particularidad tenía que ver con un asunto genético que repetía la experiencia de las mujeres de la familia. Basado en pautas internacionales y análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cartera sanitaria nacional informa en su página web que "la primera menstruación suele ocurrir entre los 12 y los 14 años de edad. Sin embargo, hay algunos hábitos de los últimos años que empiezan a modificar ese panorama, aunque todavía no se registre en cifras oficiales.
"La edad promedio sigue siendo de 12 años, pero en la práctica vemos que existe un corrimiento y se presenta un adelanto a los nueve o diez años", le dice a Tiempo Argentino la ginecóloga infantojuvenil Sandra Vázquez, miembro de la comisión directiva de la Sociedad de Ginecología Infantojuvenil. La especialista aclara que "no hay estudios poblacionales que demuestren la precocidad en el desarrollo de las niñas" pero hace su análisis sobre lo que se está viendo en el consultorio: "Podemos hablar de disruptores hormonales que pueden estar relacionados con la alimentación, o las sustancias liberadas a partir del calentamiento de algunos plásticos". Vázquez explica que, a partir de observar el desarrollo mamario de algunas nenas (ver aparte), ella y sus colegas comenzaron a investigar el origen de ese cambio y notaron que muchas ellas consumían soja o de chicas tomaban mamadera calentada en el microondas: "La sustancia del plástico pasa a funcionar como una hormona", advierte la profesional.
Su colega Mariela Orti, de la sección de Ginecología Infantojuvenil y de Planificación Familiar del Hospital Italiano, aclara que "la pubertad precoz se da cuando las nenas tienen desarrollo mamario cerca de los ocho años pero eso no siempre deriva en una menarca anticipada", y subraya que "hay estudios en poblaciones europeas o estadounidense que muestran que con el correr de las décadas va disminuyendo la edad de la primera menstruación".
En los años '90, la edad promedio de la menarca en Europa era de 13 años. Hoy el promedio suele encontrarse cerca de los 12 años y medio o menos, aunque por el momento no existe ningún estudio que muestre una diferencia significativa, ya que se trata de tendencias que pueden demostrarse después de décadas.
"Mi hija tiene diez años y, en el grupo que forma con ocho chicas de su edad, hay sólo dos que todavía no se hicieron señoritas", revela Mariana Labardén, después de haber conversado sobre el tema con varias de las madres del colegio. "Primero me preocupé, porque a mí me vino pasados los once, pero me tranquilicé cuando la médica me dijo que no pasaba nada raro y que, de hecho, estaba viendo muchas chicas en la misma situación, con el período adelantado", agrega.
Eugenia Tarzibachi, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires, hizo su tesis sobre este asunto. Aunque se trata de y un fenómeno global que está siendo estudiado, la especialista subraya que las causas aún no están tan claras-: "Son variadas. Tienen que ver con factores ambientales, sociológicos y psicológicos. En Argentina no contamos con datos relevados sobre eso pero sí se registra que está pasando, a partir de la observación de ginecólogos y educadores", dice.
Además, Tarzibachi marca que "la primera menstruación también implica un paso de la niña a la mujer, con lo cual se carga de una serie de sentidos. Y eso inaugura la sexualidad y la posibilidad concreta de quedar embarazada, así que es importante que las madres se asesoren con médicos y les hablen a las chicas de concepción".
Orti coincide con Vázquez y Tarzibachi en que son varios los factores que podrían explicar la realidad que se está observando en las consultas: "Son asuntos sociales, culturales, nutricionales, que incluso tienen relación con el nivel socioeconómico." Al respecto, asegura que la tendencia a una menarca más temprana se da más en áreas urbanizadas y niveles socioeconómicos altos y, aunque advierte que "no se trata de algo que funciona de manera directa como causa y efecto, pero el plástico o el uso de ciertas cremas de las madres durante el embarazo pueden contribuir".
Algo similar sostiene Verónica Figueroa, especialista en Endocrinología Pediátrica del Instituto de Diagnóstico e Investigaciones Metabólicas (IDIM): "No hay estadísticas sobre el tema, pero es cierto que estamos notando que el desarrollo es cada vez más precoz. Las mejores condiciones socioeconómicas y nutricionales pueden ser algunas de las causas", dice, y suma da precisiones: "Un ambiente con más químicos puede hacer que esas sustancias actúen como estrógenos. Algunas sustancias químicas del medio ambiente poseen composiciones similares a las hormonas sexuales y entorpecen su función al acoplarse a sus receptores celulares."
Incluso la OMS advirtió sobre este asunto en los últimos años, incluyendo la vulnerabilidad de los niños a la exposición de sustancias químicas durante las distintas etapas del crecimiento. En esos químicos podría contarse el hecho de añadirles estrógenos a los pollos y a la carne.
Figueroa, además, plantea una preocupación: "La obesidad es una de las causas por las que se puede adelantar la menstruación." En enero de este año, la revista Human Reproduction publicó un trabajo que indicaba que un consumo elevado de bebidas azucaradas puede aumentar la edad del primer período.
Ese estudio, realizado por investigadores de Medicina de Harvard, se hizo con los datos de 5583 chicas de entre 9 y 14 años. Hubo un seguimiento de sus comportamientos entre 1996 y 2001 y el resultado fue que aquellas que bebían más de 1,5 bebidas dulces por día tenían su menarca 2,7 meses antes que las que tomaban dos o menos a la semana. A pesar de que el estudio planteaba el tema de la obesidad infantil como una problemática y la relacionaba con la ingesta de bebidas azucaradas, también marcaba que, al menos en esas edades, el efecto era independiente del índice de masa corporal, altura, ingesta total de alimentos y otros factores como la actividad física.

En el mundo
En el año 2011, el diario español El País hablaba de un adelantamiento de la edad promedio de la menarca en Europa y explicaba también que la pubertad precoz podía tratarse y de esa manera no derivar en problemas hormonales futuros.

La pubertad precoz, en el eje del análisis del fenómeno

El endrocrinólogo infantil Hugo R. Boquete, jefe de la Unidad de Endocrinología del Hospital Álvarez y miembro honorario de la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo, asegura que "en los últimos siglos, hasta la revolución industrial, la menarca se fue adelantando". En este sentido, el especialista se preocupa por advertir que, "desde hace 20 años, lo que se ha verificado es un adelantamiento de la telarca, o sea, el desarrollo de las mamas en la nena, sin que eso adelante la menarca".
En el mismo sentido que sus colegas, Boquete detalla que "la hipótesis que se tiene es que esto sucede, por ejemplo, por ciertas sustancias químicas en alimentos, llamadas 'disruptores endrocrinos'". Según explica el especialista, esas sustancias, como los fitoestrógenos (hormonas femeninas vegetales) pueden estar en la soja, que suele estar en forma de jugos que toman los chicos. 
"También está el factor de calentamiento de plásticos en microondas, lo cual produce la liberación de difenoles o ftalatos, que también pueden estar en algunas sustancias de usp de higiene personal. Este tipo de sustancias, cuando entran en contacto con los chicos, pueden producir en las nenas un desarrollo mamario", amplía.
Se recomienda un diagnóstico temprano para la pubertad precoz, ya que con un cuadro avanzado puede bajar mucho la efectividad de la recomendación médica, que suele consistir en un tratamiento hormonal, que puede durar alrededor de dos años, hasta lograr una talla adecuada.

"La mitad del grado de mi hija se indispuso a los 11"

Marina Vicente tiene hoy 44 años. Tuvo su primer menstruación a los 13, igual que su hermana, y suponía que esa tendencia se repetiría en las generaciones siguientes. Sin embargo este año, su hija, de once años, le informó que ya le había llegado el momento. "Me llamó muchísimo la atención la precocidad y lo consulté con su pediatra", cuenta Marina, aunque aclara que el temprano desarrollo físico de su hija era algo que la médica había detectado unos años antes.
"La mitad del grado se indispuso a los once, una sola a los diez, y la otra mitad todavía no", detalla esta diseñadora gráfica y agrega que el momento de la noticia de su hija fue "súper positivo, se lo tomó con mucha tranquilidad y como algo normal, tanto ella como sus compañeritas". Sin embargo, Marina no puede evitar mencionar su sensación: "Esto hace que también ellas se sientan más grandes en todo sentido, adelantando sus maneras de relacionarse y dejando el juego desde más temprana edad. Una pena..."