viernes, 28 de septiembre de 2018

LA IGLESIA CATOLICA CORRUPTA Y PEDOFILA YA NO CONTROLA LOS COÑOS


Las chicas tienen su primera relación sexual tres años antes que sus madres

Un tercio de las mujeres en edad fértil ha utilizado alguna vez la píldora del día siguiente

La edad media a la que las jóvenes españolas tienen su primera relación sexual son los 16,37 años, según la encuesta de este año de la Sociedad Española de Contracepción (SEC). Las mujeres de entre 45 y 49 años, las mayores que entran en el estudio y que, por edad (30 años mayores) son las madres de las más pequeñas, arrojan una edad media de inicio de las relaciones de 19,41 años, tres más que las adolescentes.
Las respuestas de las más jóvenes van en línea con lo que contestan en otras encuestas sobre hábitos relacionados con la salud. Por ejemplo, en la encuesta entre estudiantes de 14 a 18 años (Estudes) que elabora el Ministerio de Sanidad, los que beben empezaron a los 14; los que fuman, a los 14,1; y los que toman cannabis, a los 14,8.
Pero si las chicas empiezan a tener relaciones antes, también lo hacen mejor desde el punto de vista de la contracepción, según los datos que han presentado la presidenta de la sociedad médica, Paloma Lobo, y el de la Fundación Española de la Contracepción, José Ramón Serrano. Entre las mayores de la encuesta, un 85,1% dice que usó un método anticonceptivo la primera vez que tuvo relaciones sexuales. La proporción sube al 96,7% para las que tienen entre 15 y 19 años. Esto es importante porque hay una relación entre este dato y el número de embarazos adolescentes, ha explicado Serrano.
ENCUESTA SOBRE SEXUALIDAD FEMENINA
Entrevistas a mujeres de 15 a 49 años. Respuestas en porcentaje
Fuente: Encuesta sobre anticoncepción de la Sociedad Española de Contracepción, 2018. EL PAÍS
Sin embargo, esta mayor preocupación no se corresponde con una disminución de la consecuencia más grave de un embarazo no buscado: las tasas de abortos voluntarios en España, tanto la total (algo más de 10 por cada mil mujeres en edad fértil) como entre menores de 19 años (alrededor de 9) no descienden, advirtió Lobo, lo que, unido al aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) como gonorrea, sífilis, clamidia y VIH, pone de manifiesto la necesidad de desarrollar la ley de salud sexual y reproductiva de 2010, que incluía la formación en estas materias en los centros escolares y la formación especializada de los profesores, como recoge el manifiesto que leyó Lobo con motivo del Día Mundial de la Contracepción que se conmemora el 27 de septiembre, y que este año se centran en la adolescencia.
De las mujeres encuestadas, el 72% indicó que utiliza algún método anticonceptivo. Del resto, el 5% afirmó que no mantiene relaciones sexuales, y casi tres cuartas partes del 23% restante no lo hace porque está embarazada, tiene la menopausia, ha sido histerectomizada (se les ha extraído el útero) o mantiene relaciones con otras mujeres, entre otras explicaciones de por qué no pueden quedarse embarazadas. Quedan, según las cuentas de la sociedad, un 7% que no quiere quedarse embarazada, pero no hace nada para evitarlo. 

¿Y ELLOS QUÉ PINTAN EN ESTO?

La encuesta de la Sociedad Española de Contracepción (SEC) solo pregunta a mujeres, pero la presidenta de la SEC, Paloma Lobo, ha admitido que van a incluir a los hombres en las siguientes ediciones. De hecho, en al menos tres de los métodos estudiados (preservativo, vasectomía y coitus interruptus) ellos tienen que participar sí o sí. Las tres representan el 35,1% de los contraceptivos empleados.
Lobo también se ha referido al píldoro,la versión masculina de la pastilla anticonceptiva. "Los laboratorios llegaron a ensayar varias, pero no han seguido adelante por falta de demanda", ha dicho. "Además, ¿tú te fiarías de un chico que te dijera que se la ha tomado?", ha añadido.
Por métodos utilizados, el preservativo es el más popular en todos los grupos de edad (lo utiliza el 29,6%), seguido de la píldora (el 17,3%). Lobo los ha presentado agrupándolos, de manera que ha dejado las posibilidades en seis: preservativos, métodos reversibles de corta duración (píldora, anillo, parche, el 21%), métodos reversibles de larga duración (DIU, implantes, el 9,8%), métodos irreversibles (vasectomía, ligaduras, el 9,7%) y, por último, los naturales (coitus interruptus, Ogino, el de la temperatura, un 2,1%).
Pero la propia presidenta de la SEC ha admitido que la encuesta refleja qué se usa, pero da menos información sobre la calidad del método o de su uso. Por ejemplo, Lobo ha reconocido que los llamados métodos naturales no son auténticos sistemas anticonceptivos porque tienen muy poca eficacia, pero que ellos los recogen porque así figura en encuestas internacionales. 
ENCUESTA SOBRE SEXUALIDAD FEMENINA
Fuente: Encuesta sobre anticoncepción de la Sociedad Española de Contracepción, 2018. EL PAÍS
De la misma manera, una cosa es utilizar el preservativo, y otra, hacerlo todas las veces y adecuadamente. Por ejemplo, solo el 58% de las mujeres dice que lo usa siempre, y el 53% lo hace bien (poniéndolo desde el inicio de la relación). Un 34% afirma que suele llevarlo, y un 22% que lo compra.
Que los dos métodos más usados sean el condón y la píldora debería ayudar al considerado método ideal: la doble protección, que consiste en emplear ambos a la vez. Así, no solo se evitan los embarazos no buscados, sino que también se protege a la mujer de las ITS, pero solo lo usa el 14%.
En la lista no figura la píldora del día siguiente, la denominada contracepción de emergencia. Un 31% de las encuestadas afirma que la ha utilizado alguna vez en la vida. En 2011 eran el 14%, ha dicho José Vicente González Navarro, expresidente de la SEC. El aumento tiene dos factores clave: que se trata de una cifra acumulativa, y que en 2016 se permitió la venta en farmacias sin receta, ha explicado Lobo. "El método está completamente integrado", ha comentado González Navarro.

EL MITO DEL DESCANSO DE LA PÍLDORA

La encuesta de la Sociedad Española de Contracepción recoge que todavía el 31% de las mujeres se toma periodos de descanso cuando está tomando píldoras anticonceptivas. En 2014 eran el 50%, y José Ramón Serrano, presidente de la Fundación Española para la Contracepción lamentó que se mantenga "ese mito", que no tiene justificación. "Es perjudicial", ha dicho tajante.

SI EL BRUJO DE LA TRIBU MATABA A ALGUIEN,LO MATABAN A EL

Las pseudoterapias (mal llamadas medicinas alternativas, pues no son una alternativa real a la medicina) han proliferado en las últimas décadas en España gracias a la desinformación generalizada de sus usuarios. Hace apenas unos meses,  el barómetro del CIS ilustraba por primera vez  el gran cacao mental sobre las pseudoterapias que tienen los españoles y la notable tolerancia hacia ellas. Sin embargo, el escaso conocimiento y pensamiento crítico de una parte de la población en esta materia es sólo una de las razones tras este fenómeno. La tibieza y permisividad generalizada de los colectivos sanitarios (principalmente de médicos y farmacéuticos), de las asociaciones de pacientes, de los periodistas y los políticos han sido también muy culpables del florecimiento de las pseudoterapias durante décadas.
Años atrás, el asunto de las pseudoterapias solía tratarse con la típica equidistancia periodística, dando el mismo valor a las declaraciones de los practicantes de las pseudoterapias que a las pruebas científicas en contra de éstas, ya fuera en medios grandes o pequeños. Por ejemplo, hace tan sólo 8 años, El País publicó  un famoso reportaje sobre la homeopatía con la neutralidad propia de aquella época en este asunto. En el peor de los casos, multitud de medios de comunicación trataban a las pseudoterapias como una opción terapéutica más.
Hace tiempo, los médicos y farmacéuticos que se atrevían a criticar públicamente a las pseudoterapias eran cuatro gatos combativos, a menudo pertenecientes a asociaciones defensoras del pensamiento crítico como  ARP-SAPC o Círculo Escéptico. Yo misma, como médica entrevistada sobre pseudoterapias hace tiempo, recibía el agradecimiento de periodistas por animarme a responder a sus preguntas porque no encontraban ningún médico que quisiera criticarlas. Además, en aquel entonces, llamar a casi cualquier colegio de médicos o institución médica oficial desde un medio de comunicación para indagar sobre las pseudomedicinas y su supuesta efectividad era algo infructuoso. Se solían recibir respuestas tan "contundentes" como "No tienen nada que decir" o "Mientras que lo apliquen los médicos, no hay nada que objetar".
En aquella época, hace casi 7 años, me preguntaba amargamente "¿Por qué los médicos no frenan el auge de las medicinas alternativas?". La situación entre los colectivos sanitarios como los farmacéuticos y las asociaciones de pacientes era muy similar en aquella época. Además, prácticamente todas las universidades ofrecían cursos o títulos de pseudoterapias.
Tiempo atrás, los políticos miraban para otro lado con respecto a las pseudoterapias y su regulación. Fue en el año 2011 cuando, por primera vez en España, el Ministerio de Sanidad publicaba un "Análisis de situación de las terapias naturales". Entre sus principales afirmaciones se encontraban "La evidencia científica disponible sobre su eficacia es muy escasa y si bien en la mayoría de los casos estas terapias son inocuas, no están completamente exentas de riesgos". A pesar de este movimiento inicial, los políticos hicieron poco al respecto, salvo legislar que debía ser un sanitario titulado quien practicase las pseudoterapias. En la práctica, esta normativa se ha cumplido poco o nada. Además, una de las principales pseudomedicinas, la homeopatía, ha contado tradicionalmente con un trato de favor desde el sector político, que la ha mantenido en un limbo legal muy peculiar.
A pesar de este clima de tolerancia y permisividad social e institucional hacia las pseudoterapias de las últimas décadas, lo cierto es que algo está cambiando en los últimos 3-4 años. En muchas facetas, la evolución que se está dando en la tolerancia hacia las pseudoterapias recuerda al cambio en la mentalidad española con respecto a la violencia de género. Para empezar, los términos  pseudoterapiaso pseudomedicinas se están popularizando como sustitutos de medicinas alternativas o terapias naturales, tanto entre los  medios de comunicación como en la población general. Podría resultar un detalle sin importancia, pero las connotaciones detrás de las palabras tienen un gran peso en como se percibe aquello que se describe. De hecho, una de las primeras medidas que se tomaron para dar los primeros pasos hacia la tolerancia cero a la violencia a las mujeres fue cambiar el término "crimen pasional" (en los años 80) por "violencia de género". Porque para combatir un problema, es importante que éste se refleje como tal.
En los últimos años, hemos puesto cara y nombre a múltiples víctimas de las pseudoterapias. Es el caso del estudiante Mario, de la economista Rosa, del niño Francesco... Muertos porque renegaron de una medicina basada en la evidencia científica para pasarse a una medicina basada en las fantasías. Era importante que los conociéramos, que viéramos los estragos que causan las pseudoterapias, pues durante mucho tiempo las víctimas por pseudoterapias se han mantenido en el más absoluto silencio, como las mujeres víctimas de maltrato. Ahora no sólo conocemos algunas de las víctimas de las pseudoterapias, también conocemos mejor la magnitud del problema. Sabemos que  las pseudoterapias aumentan hasta un 470 % el riesgo de muerte en pacientes de cáncer o que usarlas se asocia al rechazo del tratamiento convencional. En España, las primeras víctimas mortales por violencia de género empezaron a contabilizarse en el año 2003. Ana Orantes, la mujer que expuso sus maltratos por televisión y que fue quemada viva por su exmarido en 1997 cambió para siempre la visión de la violencia machista en la sociedad española. Una sociedad donde el sketch de Martes y 13  "Mi marido me pega" ya no era tolerable.
Estos últimos años, muchos colectivos médicos y farmacéuticos han movido ficha con respecto a las pseudoterapias. Los colegios profesionales han eliminado grupos o comisiones dedicados a estas terapias de eficacia no probada, han criticado abiertamente a las pseudomedicinas en manifiestos o declaraciones públicas institucionales. Ya no es cosa de cuatro gatos combativos. Gracias al llamamiento de la  Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas y hasta el momento, más de 1.200 médicos y científicos han firmado una carta para solicitar a la ministra de Sanidad que actúe contra ellas porque “matan”.  Por otro lado, en las universidades, se han retirado multitud de títulos propios y cursos sobre pseudomedicinas.
Desde la política, Pedro Duque, Carmen Montón y la actual ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, han sido, históricamente, los políticos que más repulsa han mostrado a las pseudoterapias en España. De hecho, antes de su dimisión, la exministra Montón planeaba solicitar a Europa que dejase de considerar medicamento a la homeopatía.
Por otro lado, se han creado iniciativas conjuntas de profesionales sanitarios, representantes de asociaciones de pacientes y periodistas como  Salud sin bulospara atajar la desinformación que da alas a las pseudoterapias. Desde los medios de comunicación, están proliferando iniciativas periodísticas con fines similares como  Maldita Ciencia y, en la actualidad, prácticamente cualquier periódico o medio de comunicación mínimamente riguroso toca las pseudoterapias con una perspectiva científica y no con una falsa equidistancia entre defensores y detractores.
Aún no hemos llegado a una tolerancia cero frente a las pseudoterapias, basta salir a la calle o entrar a la farmacia para comprobar que siguen muy presentes. Queda mucho por hacer, pero la tibieza y permisividad de hace años se está transformando en una repulsa colectiva que, a partir de cierta masa crítica, podría cambiar la legislación y proteger a los enfermos que son víctimas de estas terapias fraudulentas. La repulsa creciente a la violencia de género consiguió una reforma progresiva de las leyes para proteger más a las mujeres víctimas de sus parejas. Los próximos años nos dirán hasta dónde podremos llegar: si es el principio de un cambio permanente de la percepción de las pseudoterapias entre los españoles o es sólo una transitoria y combativa reacción contra ella.