domingo, 18 de febrero de 2018


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Lucía Etxebarria

Bondage, sadomaso, dominación y feminismo


El otro día un sujeto estaba intentando convencerme de que yo tenía que ir a ver '50 sombras liberadas'. Decía que esa saga había hecho dos grandes favores. A las mujeres, porque nos permitía expresar libremente nuestra sexualidad. Y a la comunidad BDSM, porque visibilizaba sus prácticas
¿Perdonaaaaa?
Vamos a aclarar primero por qué el BDSM proporciona placer:
Todos conocemos a alguien a quien le encanta la comida exageradamente picante, o a otro que corre maratones o hace escalada. Todos conocemos a un masoquista legitimado socialmente. Y eso es porque, científicamente hablando, la línea que separa dolor y placer no está bien delimitada. Ambas sensaciones activan circuitos neuronales. De placer y dolor. Circuitos interconectados y que pueden anularse mutuamente.
Porque la valencia positiva o negativa de las emociones no depende de una neurona en sí, sino de sus conexiones con otras neuronas en otras partes del cerebro. Además, ambas sensaciones, dolor y placer,  liberan dopamina y endorfinas, unos opiáceos naturales de los que se sirve nuestro sistema nervioso para contrarrestar el dolor y el miedo.
Para entendernos, si una persona está excitada sexualmente, y por lo tanto siente placer, no percibirá un golpe como doloroso, sino como placentero, porque su circuito estará conectado en 'modo placer'. Esto lo puede entender perfectamente un no masoquista.
¿Usted ha tenido alguna vez un polvo salvaje y al día siguiente se ha encontrado con que tenía chupetones en el cuello y moratones en los muslos? De ser así, ¿mientras estaba practicando sexo le dolió que le succionaran el cuello o le dieran golpes? No, de hecho, usted ni se enteró. Sus circuitos de placer no solo anularon la sensación de dolor, sino que la interpretaron como placer. Pero si usted se da un golpe contra la mesa que le deja un moratón y el golpe se ha producido en una situación neutra, seguro que ve estrellitas de colores y jura en arameo.

Pero la película sugiere que a 
Christian Grey le va el BDSM porque tuvo una madre que no se ocupaba de él y porque sufrió abuso sexual de pequeño. Una concepción conservadora del sadomasoquismo en donde se asume que el dominador/hombre está 'enfermo/conflictuado' y la sumisa/mujer se 'sacrifica' para darle placer. Pero el BDSM es algo muy común, no es necesario justificarlo con una infancia difícil. Ni hay que jugarlo por complacer a otro. Lo sano es que las parejas que eligen jugar a BDSM lo hagan de mutuo acuerdo, porque encuentran placer en ello, y punto.Por otra parte, existen personas que arrastran el lastre de una educación sexual represiva y que se sienten mal practicando sexo, porque lo asocian a vergüenza o culpabilidad. Estas personas pueden disfrutar del sexo en un entorno BDSM adoptando un rol sumiso, porque así la culpa desaparece, ya que simbólicamente, es el otro el que le obliga. Aunque ellos en el fondo sepan que se trata de un juego, de una representación.
Pero lo que es aberrante es que una mujer firme un contrato en el que se estipula que la relación de dominio y sumisión va más allá de un juego y una práctica sexual, y se extiende a todos los aspectos de su vida. Es el caso de Christian Grey, que intenta controlar cada aspecto de la vida de Anastasia Steele, incluso qué come y cuánto bebe. Y que, por contrato, puede hacer con ella lo que quiere cuando quiere porque básicamente es su dueño.  
Chicas, si un hombre te dice: "Estás aquí porque soy incapaz de dejarte sola" ( se lo dice Christian a Anastasia en el minuto 0.28 de la primera entrega), si descubres que te ha puesto un GPS en el móvil, si vende tu coche sin tu consentimiento, si se presenta siempre donde estás por sorpresa, si compra la empresa donde trabajas, si conoce tus datos bancarios… ¡Cambia la cerradura de casa, cambia de trabajo, de banco y de itinerarios! Denúncialo por acoso y pide, por si acaso, una orden de alejamiento.
Y muy importante: si en cada relación sexual quiere jugar al BDSM y si siempre quiere ser el dominante, ese chico tiene un problema. El BDSM es un juego más en el que suele haber intercambio de roles. Pero si es la única práctica sexual que puede realizar… Chungo, muy chungo. Además de aburrido.
Ah, y por cierto, que os quede claro que si os encontráis a un chiflado como Grey la fuerza de vuestro amor no le va a salvar. 
 El amor, por sí solo,  no salva a nadie. La terapia, sí.