viernes, 27 de abril de 2012

CUIDADO,RAJOY ESTA SUELTO

ANTIGUOS ESPAÑOLES UNA ESPECIE CANIBAL DEPREDADORA

¿Se comieron los humanos modernos a los neandertales?

'Los caníbales', de Francisco de Goya, donde ya retrató esta tendencia humana.'Los caníbales', de Francisco de Goya, donde ya retrató esta tendencia humana.
  • Dos paleontólogos españoles plantean que se extinguieron al ser cazados,como hicieron los españoles en América con los indios,a los que asesinaron y se comieron.
  • Los humanos modernos habrían acabado así con su competencia
La desaparición de los neandertales de la faz de la Tierra pudo deberse a que fueron cazados, como los mamuts, por los humanos modernos llegados a Europa hace unos 40.000 años, que acabaron devorándoles como parte de su menú. Esta se la innovadora hipótesis que han planteado dos investigadores españoles del Instituto de Paleoecología Humana y Evoluciòn Social (IPHES) en su último trabajo.
Varias han sido hasta ahora las teorías que manejan los paleoantropólogos sobre las causas de la desaparición de esta especie humana: el cambio climático, la poca diversidad genética, su dispersión en pequeños grupos y, por supuesto, la competencia con los recién llegados 'Homo sapiens' desde África. Pero ¿y si fueron cazados como a otros animales para comérselos?
Los paleontólogos Bienvenido Martínez-Navarro y Policarp Hortolà así lo defienden en la revista 'Quaternary International', donde explican que los neandertales fueron una presa de caza más de nuestra especie, ya sea para consumirlos como alimento o para acabar con la competencia ante la escasez de recursos, aunque al final acabaran también en su estómago.
Fémur de neandertal de Zafarraya, con marcdas de corte. |Cecilio BarrosoFémur de neandertal de Zafarraya, con marcdas de corte. |Cecilio Barroso
"Creemos que fueron perseguidos como piezas de caza, como los mamuts o como aún lo son los gorilas o los chimpancés, que son de la nuestra familia taxonómica. Y pudo ocurrir también el mismo fenómeno cada vez que una especie de 'Homo' más avanzada se superpuso a otra que lo era menos, como el 'erectus' o el 'floresiensis", señala Policarp Hortolá.
La hipótesis se fundamenta en estudios que prueban cómo la megafauna es más difícil de extinguir que la pequeña en un cambio climático como los que hubo en el Cuaternario. Animales como los mamuts se ha probado que desaparecieron cazados por 'sapiens'. "Entonces, ¿Por qué no los neandertales, que también tenían bajas tasas de reproducción?", se pregunta Martínez-Navarro.

Especie depredadora

Su trabajo se fundamenta en el hecho de que los 'sapiens' llegaron a Europa con una tecnología muy superior, lo que les convirtió en "la especie con la mayor capacidad destructiva de la Tierra", en palabras del paleontólogo. Por ello, señala, no sería extraño que se comportaran como otros carnívoros depredadores, cazando todo aquello que fuera susceptible de ser comido, y mejor si, encima, eran competidores. "También los leones matan a hienas o guepardos y se comen su carne", recuerda el investigador.
Todavía no hay ningún yacimiento en el mundo que pueda servir para probar esta teoría. Si se han encontrado huesos de neandertal con marcas de corte, en el de Zafarraya (Málaga), pero fueron canibalizados por sus congéneres.
Menciona que los restos encontrados en el yacimiento de la Grotta del Cavallo, al sur de Italia, confirman que los humanos modernos se dispersaron con mucha rapidez por el continente cuando aún estaba habitado por neadnertales.
Martínez-Navarro, en declaraciones a ELMUNDO.es, recuerda que el canibalismo ha existido siempre en nuestra especie. Se ha documentado en la Gran Dolina de Atapuerta y también en algunas zonas del planeta durante el siglo XX. "La agresividad con los otros es una constante. Cuando los españoles llegaron a América violaban a las indias y mataban a los indios. Somos una especie territorial y agresiva", argumenta.
En definitiva, para los autores de este trabajo, aludir a los cambios climáticos no basta para explicar su fin total porque cuando hacía más calor las especies se dispersaban hacia el norte y con el frío bajaban al sur. Tendría mucho más que ver con el afán depredador humano, en su lucha por la supervivencia.
SON PRENDAS VAPOROSAS COLOR TIERRA QUE PERMITEN DOBLAR LAS RODILLAS

Presentan una colección de ropa para la mujer “segura de sí misma y que la chupa”

El diseñador francés Max Auni ha presentado estos días en la VIª Semana de la Moda de Vancouver su propuesta de vestidos y complementos para la temporada que viene. La colección se caracteriza por sus líneas elegantes, la flexibilidad de sus hechuras, los tops “off-white” y las piezas que combinan las líneas rectas con las faldas onduladas y cómodas que acentúan la silueta y permiten doblar las rodillas. “Esta colección está concebida pensando sobre todo en esa mujer muy de nuestro tiempo, muy trabajadora, muy actual, muy urbana, muy segura de sí misma y que la chupa”, ha explicado el diseñador a los medios.
El diseñador asegura que “no ha sido fácil” encontrar modelos que se adaptaran a su idea de mujer y que, por tanto, ha tenido que trabajar mucho el cásting, al que las modelos ya consagradas no parecen haberse adaptado. “Estoy obsesionado con la mujer que la chupa, ese tipo de feminidad me inspira muchísimo y solo puedo pensar en nuevas maneras de vestirla y rodearla de lujo contemporáneo para que te la barnice de arriba a abajo a base de bien”.
“Una feminidad que la chupa, esa es la mujer para la que diseño”
“Todo forma parte del deleite de combinar colores, hasta tres o cuatro tonos diferentes en prendas superpuestas. Ese ritual de vestirse, de sentirse en la cima y de amorrarse al pilón con ahínco. Eso es lo que significa la moda para mí”, ha señalado Auni.


PSICOANALISIS Y POLITICA

“EL PSICOANALISIS ES EL REVERSO DE LA POLITICA”

Anguila

El autor examina las íntimas, escurridizas y eléctricas relaciones entre el psicoanálisis y la política: si bien “el psicoanálisis es exactamente el reverso de la política”, sucede que “el inconsciente es la política”. Por lo demás, “indudablemente el psicoanálisis no es revolucionario” pero “es subversivo” y “produjo daños sensacionales en la tradición”.

Por Jacques-Alain Miller *

epigrafe

El inconsciente no conoce el tiempo, pero el psicoanálisis, sí. El psicoanálisis da lo que Stendhal llamaba “la audacia de no ser como todo el mundo”. Ahora bien, hoy en día, todo el mundo aspira a no ser como todo el mundo. Este era indudablemente el caso de Lacan y su modo de no ser como todo el mundo le fue por otra parte a menudo reprochado. En relación con la política, él enseñaba sobre todo la desconfianza respecto de los ideales, de los sistemas, de las utopías, que siembran el campo político. No creía en las leyes de la historia. Ni una palabra permite creer que mantenía la idea de una ciudad radiante, ya sea situada en el pasado o proyectada en el futuro. Ni nostalgia, ni tampoco esperanza, sino una gran sobriedad respecto de la política, acompañada de numerosos comentarios que iban desde la ironía hasta el cinismo, marcados por sarcasmos y burlas, que subrayan que la política es a la vez cómica y asesina. De las Memorias del cardenal de Retz había retenido lo siguiente: “Siempre son los pueblos los que pagan el precio del acontecimiento político”. Describía también al conquistador, llegando siempre con la misma orden en la boca: “¡A trabajar!”. Para Lacan, la alienación al trabajo era un hecho de estructura, pero que no introducía una revuelta colectiva propiamente dicha, la lucha de clases alentando a los explotados a combatir para convertirse en los explotadores de mañana. Resumiendo, diríamos que en el campo político Lacan estaba en contra de todo lo que está a favor.

Además, la política procede por identificaciones. Manipulando palabras clave e imágenes busca capturar al sujeto, mientras que lo propio del psicoanálisis consiste en operar a la inversa, ir en contra de las identificaciones del sujeto. Una a una, la cura las deshace, las hace caer como las capas de una cebolla. Enfrentar al sujeto con su propio vacío, permitiéndole así despejar el sistema que, a su pesar, ordenaba sus lecciones y su destino. En este sentido, el psicoanálisis es exactamente el reverso de la política.

Pero el inconsciente es otra cosa. Lacan decía habitualmente que “el inconsciente es la política”. No es una sustancia escondida en el individuo, en su mundo cerrado, que se trataría de forzar. El inconsciente es una relación y se produce en una relación. Es por ello que tenemos acceso a él en una relación con ese otro que es un analista. En la vida psíquica de un sujeto, un otro siempre está ya implicado como modelo, objeto, sostén u obstáculo. La psicología individual es de entrada psicología social. Si el hombre es un animal político, es por ser a la vez hablante y hablado por los otros. Sujeto del inconsciente, recibe siempre de un otro, del discurso que circula en el universo, las palabras que lo dominan, que lo representan y que lo desnaturalizan también.

El psicoanálisis enseña algo sobre el poder, la influencia que se puede ejercer; no hace falta mucho para imponerse: esencialmente, algunas palabras bien elegidas. Convertida en una industria capital para el consumo, la publicidad ha sacado ampliamente provecho de esto. En las democracias como las nuestras, la política ya no puede dirigirse a aquellos que todavía llamamos ciudadanos sin pasar por la publicidad. El marketing político se ha transformado en un arte e incluso en una industria que produce un montón de siglas, slogans, emblemas, pequeñas frases; y esto, en función de los datos recolectados por encuestas de opinión, sondeos agudos y grupos de discusión; escuchar lo que allí se dice sirve en primer lugar para cernir los términos susceptibles de imponerse a la opinión. Es asombroso que, lejos de ocultarse estas manipulaciones, se las exhibe. Informado de la existencia de las mismas, el público quiere conocerlas, visitar las bambalinas. No sólo se pone en escena el decorado, sino que también se convierte en espectáculo el reverso del decorado; al menos, uno de los reversos del decorado.

Los que practican la política son los primeros en saber que ésta no es más una cuestión de grandes ideales, sino de pequeñas frases. Ellos se las arreglan con eso y los ciudadanos parecen querer que así sea. Que la política no esté más idealizada no es una desgracia de la democracia. Sin duda ése es su destino, su lógica y, si así puedo decirlo, su deseo. La decadencia generalizada de lo absoluto en el campo político es notoria: algo bueno en oposición al fanatismo, pero que no abre la vía a la discusión racional entre ciudadanos desapasionados. Estamos en el reino de la opinión. El debate público se desarrolla sobre un fondo de increencia, de engaño, de manipulación declarada y consentida.

Esta es la regla del juego, deplorarlo también forma parte de él. Ya nadie denuncia esto como abyecto, excepto algunos maldicientes o imprecadores, que por otra parte hemos reducido a la impotencia. Si acaso alguno de ellos tiene talento, nos felicitamos del condimento que aporta al debate público. Forma parte del mismo movimiento de la civilización que revela sin descanso el carácter artificial, construido, de todas las cosas en este mundo: el lazo social, las creencias, las significaciones. El psicoanálisis participa de esto, ya que ningún otro discurso ha sido más potente en sacudir los semblantes de la civilización.

Aquel que practica el psicoanálisis debe lógicamente querer las condiciones materiales de su práctica. La primera es la existencia de una sociedad civil stricto sensu, distinta del Estado. El psicoanálisis no existe allí donde no está permitido practicar la ironía. No existe allí donde no está permitido cuestionar los ideales sin sufrir por ello. En consecuencia, el psicoanálisis es claramente incompatible con todo orden totalitario. Al contrario, el psicoanálisis hace causa común con la libertad de expresión y el pluralismo. Mientras la división del trabajo, la democracia y el individualismo no hayan producido sus estragos, no habrá lugar para el psicoanálisis.

El liberalismo no es, sin embargo, la condición política del psicoanálisis. En los Estados Unidos, por ejemplo, si bien el psicoanálisis lacaniano interesa a los intelectuales, su práctica real sólo subsiste. Según la opinión de Freud, el psicoanálisis se desnaturalizó al atravesar el Atlántico; los inmigrantes que lo difundieron dejaron Europa detrás como un mal recuerdo y sólo les quedó conformarse a los valores del american way of life. Esta expresión cayó en desuso, ya que este estilo de vida se está volviendo cada día más el nuestro; si el divorcio de las sensibilidades y de las costumbres entre Estados Unidos y Francia, incluso Europa, pudo por supuesto cristalizarse a nivel político, no impidió de ningún modo la americanización en marcha.

Como tal, el psicoanálisis ¿es revolucionario o reaccionario? Se trata de un Jano, un señuelo, que se utiliza explícitamente en los debates de sociedad en los que al psicoanálisis se le hace decir una cosa y su contrario. Pero su doctrina sólo requiere que un analista esté allí antes que nada para psicoanalizar y subsidiariamente para hacer avanzar al psicoanálisis y difundirlo en el mundo; aún mejor, si para esto interviene en el debate público.

Indudablemente, el psicoanálisis no es revolucionario. Sin duda, se dedica más bien a poner en valor invariantes que a depositar sus esperanzas en cambios de orden político. Pretende operar a un nivel más fundamental del sujeto, donde los puntos del espacio-tiempo están en una relación topológica y ya no métrica. Lo más distante se revela de repente lo más próximo. Un psicoanalista es de buen grado partidario del “Nada nuevo. Más eso cambia y más es la misma cosa”, profesa el analista; salvo que tal vez pueda empeorar, si alguna vez se creyó que podía ser mejor.

El psicoanálisis no es revolucionario, pero es subversivo, que no es lo mismo, es decir que va en contra de las identificaciones, los ideales, las palabras clave. Es bien conocido que nos preocupamos cuando alguien cercano comienza un análisis: tememos que deje de honrar a su padre, a su madre, a su pareja y a su Dios; algunos, por otra parte, aspiraron, sin éxito, a un psicoanálisis adaptativo más que subversivo.

No nos engañemos, “más eso cambia y más es la misma cosa”, pero ¡cambia de todos modos! Que siga siendo la misma cosa significa: lo que se gana por un lado, se pierde por otro, y esto no se reabsorbe. Si es subversivo, no por ello el psicoanálisis es progresista ni reaccionario. ¿Sería entonces desesperanzado? Digamos más bien que un psicoanálisis opera de la esperanza. Procede a la ablación de la esperanza y un cierto alivio resulta de ello.

No sólo los psicoanalistas no son militantes del psicoanálisis –excepto a veces, y no necesariamente para su felicidad–, sino que son más bien propensos a fastidiar a los militantes. Resulta de ello que los psicoanalistas se muestran frecuentemente muy abrumados por su operación que sacudió todos los semblantes, en particular todas las normas que atemperaban la relación sexual insertándola en la familia y la procreación. Los psicoanalistas hubieran querido que los semblantes de antes resistieran hasta el fin de los tiempos. ¡Lejos de ello! El psicoanálisis produjo daños sensacionales en la tradición. A estos desastres se sumaron las posibilidades inéditas que ofrecen los avances de la biología, la reproducción asistida, la clonación, el desciframiento del genoma humano, la perspectiva de que el hombre mismo se convierta en un organismo genéticamente modificado. Está claro que el Nombre-del-Padre ya no es más lo que era.

* Ex presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. El texto es transcripción de la conferencia “Anguille en politique”, dictada en radio France-Culture en 2005; traducida al español por Daniela Fernández, especialmente para Página/12, con relación a la visita del dictante, quien participa en el VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, “El orden simbólico en el siglo XXI no es más lo que era”, que se celebra en estos días en Buenos Aires.

ESTUDIO SOBRE EL PENSAMIENTO RELIGIOSO

¿Consigue el pensamiento analítico hacer que disminuya la creencia religiosa?

Un experimento con 650 personas de la University of British Columbia (Canadá) apunta en esa dirección


Un estudio realizado en la University of British Columbia (UBC, Vancouver, Canadá) llega a la conclusión de que el pensamiento analítico puede disminuir la creencia religiosa, incluso en los creyentes devotos, afirma la revista Science en un extracto.
Según el experimento, que lo publica hoy la edición impresa de Science, el pensamiento analítico «aumenta la incredulidad por igual tanto en los creyentes como en los escépticos, con lo que arroja luz sobre la psicología de las creencias religiosas».
«Nuestro objetivo fue explorar la cuestión fundamental de por qué la gente cree en un Dios con graduaciones diferentes», sostiene Will Gervais, el autor principal de la investigación, doctor en Filosofía y Letras, que trabaja en el departamento de Psicología de la UBC. «Una combinación de factores complejos tiene que ver con la espiritualidad personal, y estos nuevos hallazgos sugieren que el sistema cognitivo relacionado con el pensamiento analítico es un factor que puede influir en la incredulidad».
Los investigadores emplearon «resolución de tareas y experimentos sutiles de priming («primado»: un término técnico usado en psicología), como mostrar a los participantes la escultura El Pensador de Rodin o pedir a los participantes que completaran cuestionarios con tipos de letras difíciles de leer». De esa forma, «producían» con éxito pensamiento «analítico». Los investigadores, que evaluaron el nivel de creencia de los participantes «utilizando una variedad de patrones que aportaban los mismos implicados», hallaron que las creencias religiosas «disminuían cuando los sujetos que se prestaron al experimento se involucraban en tareas de análisis, en comparación con los participantes que se dedicaban a tareas que no implicaban el pensamiento analítico».
Los resultados, dice Gervais, se apoyan en el modelo del sistema cognitivo que procesa la información: se trata de lo «intuitivo», que se basa en los atajos mentales, y que produce respuestas rápidas y eficientes; y lo «analítico», que proporciona respuestas más razonadas.
«Nuestro estudio se basa en investigaciones previas que unen las creencias religiosas al "pensamiento intuitivo"», destaca Ara Norenzayan, coautor del estudio y profesor asociado también en el departamento de Psicología de la UBC. «Nuestros hallazgos sugieren que la activación cerebral del sistema cognitivo "analítico" puede socavar el apoyo "intuitivo" a la creencia religiosa, al menos temporalmente», añade.
En la prueba participaron más de 650 personas de los EE.UU. y Canadá. Gervais augura que los estudios futuros explorarán si el aumento de la incredulidad religiosa es temporal o de larga duración, y hasta qué punto estos hallazgos valen para las culturas no occidentales.
Según los datos más recientes, «la mayoría de la población mundial cree en un Dios, aunque el número de ateos y agnósticos sea de cientos de millones», afirma Norenzayan, codirector del centro de la UBC para la evolución humana, el conocimiento y la cultura. «Las convicciones religiosas están determinadas por factores psicológicos y culturales y fluctúan según el tiempo y las situaciones», sostiene.