«El sexo en una pareja de larga duración también puede ser muy bueno»
Entrevista con José Bustamante, psicólogo especialista en sexualidad y pareja, y autor del libro «En qué piensan los hombres»
Entender la sexualidad masculina desde la
piel de una mujer no es fácil. Sí que lo es, sin embargo, escuchar
estereotipos del tipo «es que los hombres son muy simples», o «es que
siempre piensan en lo mismo»... José Bustamante, psicólogo especializado
en sexualidad en pareja, se ha atrevido a escribir un libro donde trata
de desmontar uno por uno todos los mitos, falsas creencias y verdades
absolutas que no lo son del auténtico varón. Todo está recogido en su
obra «¿En qué piensan los hombres?» Todo lo que has de saber sobre el sexo y la sexualidad masculinos».
—¿No
es cierto que hablemos lenguajes diferentes? ¿Estamos perdidos ante
los nuevos roles que ejercen tanto el hombre como la mujer?
—A
mí en consulta a veces me parece que escucho a parejas con un miembro
que habla chino y el otro ruso. Lo que ocurre ahora es que estamos
perdidos ante los nuevos roles que ejercen tanto el hombre como la
mujer. Entender estos nuevos papeles
es el quid de la cuestión. Lo ideal es saber en qué consisten y qué es
lo que tú quieres ser, qué ventajas tienen... Hay muchas parejas que
sigen aferradas a un modelo clásico, o tradicional, y les va muy bien, y
otras donde se han cambiado los roles: él se ha movido hacia lo
femenino, y ella hacia lo masculino, y también bien. El problema
comienza cuando él se feminiza demasiado o ella se masculiniza mucho.
—Uno de los mitos que usted desmonta en su libro es que a a los hombres no siempre les apetece mantener relaciones sexuales.
—La realidad es que los hombres
tenemos más facilidad para hacerlo. Es más, la mayoría de nosotros
suscribirían la frase de ¿Qué mejor que el sexo para liberar las
tensiones del trabajo?» Pero ni todos sabemos apartar las preocupaciones
sin más, ni siempre es posible. El estrés, por ejemplo, es uno de los
enemigos más corrientes del sexo. Dicho esto, también es verdad que hay
que intentar apartar las preocupaciones mundanas. Y como dice el dicho
americano, «si algo te preocupa, no te preocupes, ocúpate». Todo lo que
puedas hacer para solucionarlo, házlo. Si estás en paro, busca un
horario para buscar trabajo, pero intenta preservar un reducto para la
otra persona, en el que dejar los problemas fuera de la habitación.
—«Ella no llega», «él se bloquea»... ¿Donde está el síntoma, está el problema?
—Suele pasar. Pero cuando hay un
problema en la cama, este es siempre de los dos implicados, aunque sea
en una relación del 90% al 10%. No se trata de culpabilizar al otro,
porque los dos tenemos algo que decir, y dependiendo de la reacción que
tenga el de enfrente lo superaremos mejor o peor.
—¿Cuáles son los mayores enemigos de la pareja que vive en familia?
—Suelen ser la organización del
hogar, la convivencia con la familia extensa, y los hijos. La
organización del hogar influye mucho en el ánimo. No hay que dejar que
sea espontánea. Hay que tratar este tema como si fuéramos compañeros de
piso, pactando el reparto y el tiempo y de las tareas incluso por
escrito. En cuanto a la familia extensa, mantener el equilibrio es muy
complicado. Es fundamental respetar los roles que juega la otra persona
en su familia, mientras estos no influyan en la pareja.
—¿Y los hijos? ¿Hay algún momento más delicado que otro?
—Es frecuente encontrar hombres con
un perpetuo ceño fruncido por los cambios que comporta la llegada de un
hijo, pero también mujeres que no saben adaptarse a esa realidad. En
principio, durante el primer año los cinco sentidos están puestos en el
bebé, y todo está justificado. Pero los problemas sexuales suelen llegar
a los doce meses, cuando la crianza se estabiliza, y nos hemos dado
cuenta de que hemos perdido la unión de la pareja. Hay que saber
gestionarlo para que afecte lo menos posible, dedicándo un tiempo a la
intimidad. Uno de los mejores regalos que le podemos hacer a un hijo es
quitarle un poco de tiempo para estar con nuestra pareja. Porque cuanto
mejor te vaya en la relación, mejor para el niño. Ser padres puede ser
maravilloso, una etapa vital que suma mucho más que resta, pero para que
esto sea así hay que endender lo que supone, aceptarlo y trabajar en
ello.
—¿Se puede mantener el mismo nivel de atracción sexual que al principio?
—Lo que tenemos que tener claro es
que en la cama no estaremos nunca con la misma locura y pasión del
principio, aunque siempre existan puntos de reencuentro. Lo que tenemos
que hacer es aprender a adaptarnos a las distintas etapas, y no tener
las mismas expectactivas. El sexo en una pareja de larga duración
también puede seguir siendo muy bueno. Se pierde la verguenza, los
miedos... Es apostar por la calidad en lugar de la cantidad o la
novedad.
—¿Pero qué podemos hacer para no llegar al hastío?
—Hay que llamar al deseo. El deseo no viene solo, hay que buscarlo, y este parte de la intimidad.
—Regálenos un truco práctico, por favor.
—Practicar el «abrazo del oso».
Consiste en buscar el contacto físico pero sin un fin exclusivamente
sexual. Se trataría, por ejemplo, de dar un abrazo a tu pareja, con la
seguridad de que esta no va a resoplar porque ineludiblemente tiene que
acabar en la cama. Ya veremos si esto llega con los siguientes
abrazos... Lo ideal es que los dos se hayan puesto de acuerdo para
practicar esta sencilla técnica. Cuando los dos la aceptan, suele ser
genial.
—¿Y cuando la pareja lleva mucho tiempo junta y ha tirado la toalla en el sexo?
—Si cuando llegan a consulta traen
todavía esa parte de quererse, se puede solucionar. Hay que ver qué ha
pasado, si es cuestión de dejadez, si hay un problema... Otra cosa es
que cuando lleguen a terapia la pareja realmente ya no exista. Entonces
ya no hay nada que hacer. Un buen indicador es el olor. Si el de tu
contrario ya no te resulta agradable, entonces es que la relación ha
pasado «a otro cajón» o a otra balda de la estantería.
—¿Es posible perdonar una infidelidad y volver a confiar el otro?
—Después de una infidelidad cuesta,
pero es posible recuperar la confianza. Lo que es más difícil es
perdonarla. Al principio parece que va todo bien, pero luego resulta que
ha bajado el nivel de tolerancia hacia el otro, empiezas a no pasar ni
una... Pero la infidelidad es un concepto, como se ha demostrado por
ejemplo en el caso de los jóvenes actores de Crepúsculo, donde parece
que ella se había declarado infiel pero no había llegado a tener sexo
con su amante.
—¿Hace la crisis que acudan más pacientes a consulta?
—En épocas de crisis ocurren dos
fenómenos: Por un lado, hay menos tolerancia a una relación que no
funciona, pero a la vez la gente que duda se da la última oportunidad y
acude a terapia. A veces, cuando tienes dudas sobre la relación en la
cabeza, y no te ayuda un profesional, esta acaba por irse a pique.
Mientras que el sólo hecho de acudir a terapia ya ayuda a relajar la
tensión y a lograr un mayor equilibrio emocional. Cuando llegan yo suelo
preguntar: «¿Y vosotros, habéis hecho algo anteriormente para remediar
vuestros problemas?». Me suelen contestar que han mirado en internet...
lo cual es un error, porque en la red conviven la buena y la mala
información. Hay un exceso de datos y hay que saber discriminar. De
hecho, la recomendación es acudir a un especialista acreditado con
formación. Es importante concienciar de esto a la sociedad.