Hace tiempo vi un documental realizado por la ONG Salud Por Derecho que hablaba de los fallos del sistema actual de investigación, desarrollo e innovación de fármacos.
Al salir de la proyección de Houston tenemos un problema: El documental que no quieren que veas, una mezcla de cabreo y tristeza me invadieron. Supe entonces que, mi enfermedad autoinmune, al igual que la de mucha otra gente, iba a ser cronificada por el resto de mi vida. No iba a existir una cura y en caso de haberla no iba a ser rentable para el monstruo farmacéutico. Curar enfermedades no es rentable para las farmacéuticas y los pacientes no somos más que dólares en bolsillos de lobos de Wall Street.
El mercado farmacéutico supera las ganancias por ventas de armas o las telecomunicaciones, y es que por cada dólar invertido en fabricar un medicamento se obtienen mil de ganancia. En 2002 el volumen de beneficios de las 10 mayores farmacéuticas ya superaba los beneficios acumulados por las otras 490 empresas, según la lista Fortune. De entre ellas,  25 empresas controlan cerca del 50% del mercado mundial. El 90% del presupuesto dedicado por las farmacéuticas para la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos está destinado a enfermedades que padecen un 10% de la población mundial
Además de la cronificación, se encuentra la falta de acceso a medicamentos que sí curan. La realidad es que una de cada tres personas no tiene acceso a los fármacos que necesita para enfermedades tan graves como el cáncer, el sida o la hepatitis C; el actual modelo de investigación no invierte en saber más acerca de enfermedades que no son rentables e impone precios exorbitantes a los nuevos medicamentos, jugando con la vida de los pacientes y poniendo en peligro la sostenibilidad de los sistemas de salud. Además, este tiburón codicioso desarrolla fármacos de escaso valor terapéutico que suponen un despilfarro de recursos públicos y de conocimiento científico. Todo ello lo cuenta Salud por Derecho, que hace una labor extraordinaria en su afán por conseguir un acceso universal a medicamentos.
¿Hasta qué punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a la mafia? El premio Nobel de Medicina de 1993, Richard Roberts, denunció en su momento que las farmacéuticas se dedican a desarrollar medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad. Según su punto de vista,  los poderes políticos lo saben, pero los laboratorios compran su silencio financiando sus campañas electorales. Es aquí donde entramos los ciudadanos y nuestra presión social para que se deje de comerciar con nuestra salud y nuestras vidas.  La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Roberts aseguró que  las farmacéuticas están interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Si nuestras vidas son un negocio, ¿no deberíamos ser más conscientes y luchar para presionar al poder?
En este sentido, Vanessa López, directora de Salud Por Derecho, cuenta que en el caso de VIH-sida la mayor parte de la investigación ha sido en relación al desarrollo de fármacos que no curan la enfermedad, “si tienes acceso a ellos puedes vivir con buena calidad de vida y cronificar la enfermedad, pero la inversión en investigación para una vacuna preventiva o para una cura ha sido a lo largo de la historia muy deficiente”. Para la hepatitis, por ejemplo, existe cura y sin embargo por su precio excesivo es muy complicado su acceso. Actualmente la compañía farmacéutica Gilead –¿casualidad con El Cuento de la Criada?- está ganando una gran cantidad de beneficios gracias al tratamiento contra la hepatitis C, Sofosbuvir, al que puso el astronómico precio en España de 25.000 euros.
Es comprensible que ustedes, queridos empresarios multimillonarios, quieran sacarnos los cuartos antes que curar nuestros males y quieran “paliar los síntomas” o frenar la evolución para que nos demos con un canto en los dientes. Pero no cuela. Es de sentido común que es mucho más rentable para una multinacional sacar un beneficio X para toda su vida empresarial y mantenerlo en el tiempo, que sacar un beneficio Y –la cura- que por muy alto que fuese, jamás alcanzaría al X. Y es así, amigos, como funciona el negocio de la salud.
Por ello, necesitamos presionar para modificar el modelo actual de i+d y con el cambio de Gobierno esperemos que tomen buena nota. Que el nuevo Gobierno no tema a las farmacéuticas y laboratorios, que prime las vidas por encima de intereses privados. Es el momento de salvar vidas o callar muertes en vida. No hay medias tintas.