lunes, 21 de julio de 2014

Mostrar afecto tras el coito incrementa la satisfacción sexual

.Un estudio de dos universidades canadienses demuestra que aumentar la duración y la calidad de las muestras de afecto tras el sexo (besos, caricias…), aumenta los niveles de satisfacción sexual tanto en mujeres como en hombres. En el caso concreto de las mujeres, también aumenta la satisfacción general en la relación de pareja.

La calidad importa más que la cantidad, también en el sexo.
Anteriores investigaciones han demostrado que las parejas que practican sexo con más asiduidad, se sienten más satisfechas sexualmente y son menos propensas a romper la relación. También se sabe que mostrarse afecto mutuamente después del coito refuerza los lazos de complicidad entre la pareja. Pero hasta ahora no se había estudiado si la duración y la calidad de estas muestras de afecto influían de algún modo en los niveles de satisfacción propiamente sexual, y de si estos eran distintos en hombres y en mujeres.
El estudio científico “Post sex affectionate exchanges promote sexual and relationship satisfacción” publicado en la revista “Archives of sexual behavior” en abril de 2014, confirma que tanto los hombres como las mujeres que disfrutan de periodos de afecto más largos y de mejor calidad después del sexo, se sienten significativamente más satisfechos sexualmente. De hecho, los investigadores comprobaron que estas atenciones post-coitales influyen mucho más en el hecho de sentirse sexualmente plenos, que no la frecuencia en que se practique el acto sexual.
19_07_2014_Mostrar_afecto_tras_el_coito_incrementa_la_satisfacción_sexual_F01No obstante, el sentimiento de bienestar general con la pareja, en relación a la duración y calidad de afecto post-sexo, es diferente en ambos sexos. Mientras que para los hombres la duración de las caricias y besos después del sexo no afecta a su sentimiento de satisfacción con su relación de pareja, para las mujeres sí es un factor de directa importancia. Para ellas, a mayor duración del período afectivo después del sexo, mayor es su satisfacción general en su relación de pareja.
En el estudio participaron 335 personas (138 hombres y 197 mujeres) de distintas procedencias étnicas a las que se les realizó una encuesta de 30 minutos, donde se les pedía que puntuasen ciertos aspectos de su vida y relación sexual con sus parejas.
En la encuesta se valoró el bienestar general con su relación, la satisfacción sexual, la duración media del periodo afectivo tras el sexo, la de los preliminares antes del sexo, la del acto sexual, la frecuencia con la que se practicaba sexo y la cantidad de muestras de afecto habituales en la pareja (abrazos, besos, caricias…).
Los resultados revelan que en ambos sexos, quienes indican tener una duración del periodo de afecto post-coital más larga se sienten sexualmente más satisfechos. En el caso de las mujeres, la satisfacción con su relación de pareja también se relaciona de forma directa con la duración del periodo afectivo después de practicar sexo. En el caso de los hombres, aunque no se observa una unión directa entre el bienestar con la relación de pareja y la duración afectiva post-coital, sí que se aprecia que al tener mayor satisfacción sexual, indirectamente también se sienten mejor en su relación de pareja.
Hasta ahora, existía la creencia que era la frecuencia con la que se practicaba sexo la que determinaba que una persona se sintiese más satisfecha con su vida en pareja y con su relación sexual en general, pero en el estudio se aprecia que no es la frecuencia de encuentros sexuales la que más determina el grado de satisfacción sexual de un individuo, sino la duración y calidad del período afectivo después de practicarlo. Una vez más, la calidad importa más que la cantidad.
Dar y recibir afecto después de practicar sexo es apreciado como una recompensa en la experiencia sexual, y quienes se sienten mejor con su vida sexual, tienden a ser más felices en todos los aspectos de su relación.
Referencia: “Post sex affectionate exchanges promote sexual and relationship satisfacción”, Muise A1, Giang E, Impett EA. Arch Sex Behav. 2014 Apr 29.

 LOS INCLUIDOS EN SUPLEMENTOS DIETARIOS NO SIRVEN Y HASTA PUEDEN TRAER CANCER

No todo antioxidante es lo que dicen

Un equipo de investigadores de la Universidad de Gotenburgo, en Suecia, comprobó que los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que, además, bloquean un gen que permite al organismo eliminar células tumorales.


 Por Pedro Lipcovich

Los antioxidantes incluidos en suplementos dietarios no sólo no traen beneficios comprobados sino que pueden incrementar el riesgo de cáncer: un reciente estudio advirtió que la administración de estas sustancias, al bloquear un gen que promueve los antioxidantes propios del organismo, permite el desarrollo de células de tumores. Estos resultados valen para las vitaminas E, C y A, como para el selenio y la acetilcisteína (contenida en jarabes para la tos). Otra investigación tampoco halló resultados positivos sobre enfermedades cardiovasculares. En cambio, los antioxidantes mantienen sus efectos beneficiosos para la salud general cuando se obtienen del consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras. Otro estudio tampoco encontró indicios de que el resveratrol, contenido en el vino tinto y el chocolate, tenga efectos positivos.
El trabajo que alerta sobre los riesgos de los antioxidantes fue realizado por investigadores de la Universidad de Gotenburgo, Suecia, dirigidos por Martin Bergol y Per Lindahl y publicado en la revista Science Translational Medicine. Empieza por advertir que “el concepto de que los antioxidantes pueden ayudar a luchar contra el cáncer está profundamente arraigado en la población general, promovido por la industria de los suplementos dietarios y apoyado por algunos estudios científicos. Sin embargo, ensayos clínicos han reportado resultados inconsistentes. Nuestro trabajo muestra que suplementar la dieta con los antioxidantes N-acetilcisteína y vitamina E incrementa marcadamente la progresión de los tumores, y reduce la sobrevivencia en ratones con cáncer de pulmón”.
Los investigadores utilizaron ratones portadores de genes causantes de cáncer de pulmón. A un grupo le administraron N-acetilcisteína (que, por su capacidad de disolver las secreciones respiratorias, es componente habitual de los jarabes contra la tos), a otro grupo le dieron vitamina E: en ambos casos constataron que los tumores se de-sarrollaban hasta 2,8 veces más que en los ratones que no habían recibido el antioxidante y la supervivencia se redujo en un 60 por ciento.
Para investigar por qué se había producido ese resultado, los autores examinaron la acción del gen llamado p53, “supresor de tumores”: este gen regula la producción de una proteína que, ante un daño en el ADN de una célula que puede convertirla en cancerosa, interviene e impide su multiplicación. “Hemos visto que los antioxidantes de más, al reducir los niveles de daño en el ADN, hacen que la p53 deje de activarse y así permiten que las células cancerígenas escapen a la defensa del organismo”, explicó Lindahl.
Un resultado clínico de esa acción indeseada es que “por ejemplo en poblaciones de alto riesgo como los fumadores y los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que reciben N-acetilcisteína para aliviar la mucosidad respiratoria, los antioxidantes pueden acelerar el desarrollo de lesiones precancerosas”, señala la investigación.
El descubrimiento, efectuado en laboratorio, se agrega a una serie de trabajos epidemiológicos que cuestionan el uso de antioxidantes. Una revisión de estudios previos –firmada por M. Bonfill y otros en el marco de la base de datos Cochrane– encontró que, “en personas sanas, tomar suplementos de vitaminas o minerales no conduce a una reducción en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón. La evidencia actual no apoya la recomendación de usar suplementos de vitaminas A, C y E o selenium para la prevención de cáncer de pulmón en población sana. En fumadores y personas expuestas a asbestos, el uso de suplementos de betacaroteno (vitamina A) debe ser evitado porque se vincula con un pequeño aumento en la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón”.
Otra revisión en la base de datos Cochrane, efectuada por un grupo dirigido por G. Bjelakovic con relación a un total de 300 mil hombres y mujeres, indicó que “se observaron significativamente más muertes en los hombres y mujeres que tomaban vitamina E o betacaroteno (precursor de la vitamina A) en dosis por encima de las recomendadas, que son: 700 microgramos por día para mujeres y 900 para hombres”.
Otro estudio, aparecido en la revista Cancer Research y firmado por M.L. Heaney y colaboradores, se llama “La vitamina C antagoniza los efectos citotóxicos de drogas antineoplásicas” y advierte que “grandes dosis de suplementos con vitamina C reducen la efectividad de varias drogas contra el cáncer, con el resultado de que se elimina entre el 30 y el 70 por ciento menos de células cancerosas”; los autores concluyen que “la vitamina C puede en realidad ayudar a las células cancerosas al proteger su fuente de energía”.
A partir de todos estos datos, la Fundación Stop Cáncer concluye que no sólo “los suplementos antioxidantes no han mostrado reducir el riesgo de cáncer en la mayoría de los estudios” sino que “para la población con riesgo de cáncer aumentado, como los fumadores y las personas tratadas con quimioterapia, los suplementos antioxidantes se muestran perjudiciales”.
Los antioxidantes en pastilla no se muestran más eficaces tratándose de enfermedades cardiovasculares. El British Medical Journal publicó un trabajo firmado por Seung-Kwon Nyung y colaboradores, donde se examinan 2240 ensayos clínicos que involucraron a 294.478 participantes, hombres y mujeres. El artículo, tras reconocer que, “en las últimas décadas, estudios epidemiológicos informaron que la ingesta de frutas y vegetales, ricos en vitaminas y antioxidantes, se asocia con una reducción en el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, examina el efecto de estas sustancias cuando son ingeridas en suplementos dietarios. Como resultado, “no se encontraron efectos benéficos de suplementos de vitaminas y antioxidantes en la prevención de enfermedades vasculares”.

ASI "DERROCHAN "EL DINERO LOS CATAS...

Estudio catalán

Investigadores hallan 200 genes que han evolucionado más rápido en los humanos que en los primates

Las mutaciones explicarían en parte la ventaja adquirida por el hombre frente a otros animales

Una investigación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona ha identificado cerca de 200 genes que han evolucionado más rápido en los humanos que en otros primates, unas mutaciones que explicarían en parte la ventaja adquirida por los humanos ante otros animales.
El estudio, realizado por investigadores del Programa de Investigación en Informática Biomédica (GRIB) del IMIM y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha utilizado nuevos datos genéticos humanos para conocer más sobre las mutaciones que podrían haber conferido una ventaja selectiva a los seres humanos, en los últimos 5 millones de años de evolución.
Con el objetivo de buscar las bases moleculares de lo que nos hace humanos, los investigadores han asegurado que los resultados permiten obtener una nueva visión de la evolución humana.
La disponibilidad de las variantes genéticas de un gran número de personas, a través de iniciativas como el Proyecto 1000 Genomas, no sólo es útil para comprender la base genética de las enfermedades, sino también para investigar sobre la evolución humana.
Según ha explicado Mar Albà, profesora de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) y coordinadora del grupo de investigación en Genómica Evolutiva del IMIM, "esta variación nos da una medida de la proporción de cambios de aminoácidos que una proteína típicamente tiene mientras conserva su función".
"Una vez que tenemos este valor, podemos contar las diferencias con la proteína ancestral de humanos y chimpancés y, si encontramos que ha habido más cambios de los esperados, es porque la función de la proteína posiblemente ha cambiado durante la evolución de los humanos", ha indicado la investigadora.
Según Magadalena Gayà, que había colaborado con Albà y actualmente investigadora del Instituto de Biotectonologia y de Biomedicina (IBB) de la UAB, "si una mutación o cambio incrementa las posibilidades de supervivencia del individuo que la lleva, esta mutación tendrá tendencia a hacerse prevalente en la población. La nueva proteína habrá cambiado su función respecto a la proteína ancestral".
"Estos son los tipos de cambios que nos interesa identificar para entender cómo los humanos se han adaptado al entorno", ha comentado Gayà.
El estudio, cuyo resultado se ha publicado en la revista científica 'BMC Genomics', ha usado secuencias codificantes de proteínas de humanos, chimpancés, macacos y ratones, lo que ha permitido a los investigadores identificar los cerca de 200 genes que habrían acumulado cambios adaptativos en los humanos.
Según las investigadoras, este trabajo ha demostrado que los datos de variación genética son útiles para investigar el pasado remoto del hombre y ahora se plantean ver si otras especies de humanos, como los neardentales, tenían la misma versión de la proteína que los humanos modernos.