jueves, 23 de febrero de 2017

ES EL AZAR,IMBECILES

Por fin conocemos la razón por la que somos zurdos o diestros

Investigadores alemanes han encontrado la causa por la que nacemos prefiriendo usar una parte del cuerpo o la contraria y no está en el cerebro.


Entre un 10% y un 15% de la población (las cifras oscilan dependiendo de la estadística que consultemos) es zurda. Su existencia no está determinada por la raza, ni el sexo ni su lugar geográfico: quizá usted lo sea, o su padre o su compañero de mesa. El halo de misterio que envuelve a los que escriben con la mano izquierda les ha relacionado con la pintura, la música y la introversión, mitos que la ciencia se ha ido encargando de borrar a su paso. La explicación de por qué algunas personas muestran destreza con una mano (o un pie) y el resto con la contraria, o con ambas, hasta ahora se antojaba un enigma. Aunque se relacionó durante mucho tiempo con el resultado de la actividad que registraba el hemisferio derecho o izquierdo del cerebro durante el desarrollo del feto, un nuevo estudio ha desechado esta causa y ha resuelto el misterio.
Los investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania) señalan en un artículo publicado en la revista eLife que, aunque esta habilidad sí se desarrolla en el vientre materno, su causante no es el cerebro, sino la médula espinal. Los científicos detectaron que a las ocho semanas de gestación ya existen marcadas diferencias genéticas entre zurdos y diestros. La expresión de ciertos genes de la médula espinal, encargados de controlar el movimiento de las piernas y los brazos es distinta para cada uno de estos grupos.
Desde la década de los 80 se conoce que “la preferencia por utilizar una u otra mano se desarrolla en el útero ya en de la octava semana de embarazo. A partir de la decimotercera, ya eligen chupar el pulgar derecho o izquierdo”, cuentan los investigadores. Los movimientos de las extremidades de los niños están controlados por la médula espinal, que ordena un movimiento con las instrucciones de la corteza cerebral: sin embargo, y aquí viene el hallazgo, estas dos partes del cuerpo no están comunicadas en fases tan tempranas de la gestación, por lo que los investigadores concluyen que ser zurdo o diestro lo determina directamente la médula espinal.

¿Por qué somos diferentes?

Pero esto sigue sin explicar por qué unos usamos un lado de nuestro cuerpo y otros el contrario: rastreando la causa de esta asimetría, los expertos han hallado que la preferencia por usar la mano izquierda o la derecha no viene escrita desde el principio en el ADN, sino que depende de factores ambientales (aún por determinar) producidos durante el embarazo. Es decir, influye la epigenética: el ADN es una cadena de genes en la que algunos se expresan y otros no, dependiendo, en muchos casos, de estímulos externos. La explicación de la lateralidad, según los expertos, estaría en cómo "estas influencias ambientales afectan de distinto modo a la izquierda o la derecha de la médula espinal".
Comparación de resultados según el sexo del médico | 07 FEB 17

¿Hay diferencias en la atención médica entre profesionales mujeres y varones?

Los pacientes atendidos por médicos del sexo femenino tendrían menores tasas de mortalidad hospitalaria y reinternación a los 30 días
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Autor: Yusuke Tsugawa, Anupam B. Jena, Jose F. Figueroa, John Orav y colaboradores JAMA Intern Med Diciembre 2016.787
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
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Introducción
Hay evidencia de que los hombres y las  mujeres pueden practicar una medicina diferente. La literatura ha demostrado que las médicas pueden ser más propensos a seguir las guías clínicas, proporcionar cuidados preventivos más a menudo, comunicarse más con los pacientes, realizar bien o mejor los exámenes estandarizados y brindar más asesoramiento psicosocial a sus pacientes que los hombres. Aunque los estudios indican diferencias en los patrones de práctica y en el proceso de medidas de calidad entre hombres y mujeres médicos, esos estudios no examinaron los resultados de los pacientes, lo que sin duda es lo que más importa. De hecho, en gran parte se desconoce si los resultados de los pacientes varían según el sexo del médico tratante.
Las mujeres médicas ahora representan casi un tercio de la mano de obra médica de EE. UU. y comprenden la mitad de los estudiantes de medicina. A pesar de que las profesionales mujeres pueden proporcionar cuidados de mayor calidad, algunos han argumentado que las interrupciones de la carrera debido a la crianza de los hijos; las mayores tasas de empleo a tiempo parcial y la mayor responsabilidad de atender las tareas domésticas y laborales pueden comprometer la calidad de la atención prestada, pueden comprometer la calidad de la atención provista por los profesionales del sexo femenino y justifican los salarios más elevados entre los médicos varones. Por lo tanto, se desconoce la evidencia empírica sobre si los resultados de los pacientes difieren si son atendidos por hombres o mujeres médicos.

► Objetivo
Determinar si las tasas de mortalidad y reinternación a los 30 días difieren entre los pacientes tratados por médicos de sexo masculino o femenino.
► Diseño, ajuste Y participantes
Se analizó una muestra aleatorizada del 20% de los beneficiarios de Medicare de ≥65 años hospitalizados tratados por internistas generales desde el 1 de enero de 2011 hasta el 31 de diciembre de 2014. Se examinó la asociación entre el sexo de los médicos y las tasas de mortalidad y de reinternación a los 30 días, ajustada por las características del paciente y del médico y los efectos fijados en el hospital (comparando la eficacia de los médicos varones y mujeres dentro del mismo hospital).
Como un análisis de sensibilidad, se examinó solo a los médicos dedicados a la atención hospitalaria, a quienes los pacientes se les asignan casi al azar, dependiendo de sus horarios laborales. También se investigó si las diferencias en los resultados de los pacientes variaban según la gravedad de la enfermedad subyacente.
► Resultados y medidas principales
Se calcularon las tasas de mortalidad hospitalaria y de reinternación a los 30 días, de los pacientes de Madicare.
⇒ Resultados
Se utilizó un total de 1.583.028 hospitalizaciones para analizar la mortalidad a los 30 días (edad media del paciente [SD], 80,2 [8,5] años, 621.412 hombres y 961.616 mujeres); 1.540.797 fueron utilizados para el análisis de las reinternaciones (edad media del paciente [SD], 80,1 [8,5] años, 602.115 hombres y 938.682 mujeres).
Los pacientes tratados por médicas mujeres mostraron menor mortalidad a los 30 días (mortalidad ajustada, 11,07% vs. 11,49%, diferencia de riesgo ajustada, -0,43%); número necesario para tratar o prevenir 1 muerte, 233) y menos reinternaciones a los 30 días (reinternaciones ajustadas, 15,02% vs. 15,57%, diferencia de riesgo ajustada, -0,55%; número necesario para tratar o prevenir 1 reinternación, 182) que los pacientes atendidos por los médicos varones, después de considerar los posibles factores de confusión. Los autores sostienen que sus hallazgos no se vieron afectados por restringir los análisis a los pacientes tratados por internistas. Las diferencias persistieron cuando se tuvieron en cuenta 8 condiciones médicas comunes y la gravedad de la enfermedad de los pacientes.
En este contexto, utilizando una muestra nacional de beneficiarios de Medicare con afecciones médicas hospitalizados, los autores trataron de responder 3 preguntas clave.
Primero, ¿hay diferencias importantes en los resultados clínicos de los pacientes hospitalizados atendidos por mujeres internistas comparados con los tratados por internistas masculinos?
Segundo, ¿influye el sexo del médico en los resultados de los pacientes en las diferentes patologías que han motivado la hospitalización?
Por último, ¿varían estas diferencias en los resultados con la gravedad de la enfermedad que sufre el paciente?
► Comentarios
Los autores hallaron que los pacientes ancianos que reciben atención de internistas mujeres tuvieron tasas de mortalidad y reinternación a los 30 días más bajas comparadas con los pacientes atendidos por internistas de sexo masculino.
Esta asociación estuvo relacionada con una variedad de condiciones y la gravedad de la enfermedad subyacente. Considerando la evidencia previa en su conjunto, la que sugiere que los médicos hombres y mujeres pueden practicar la medicina de manera diferente, los autores sostienen que las diferencias potenciales halladas en los patrones de práctica entre hombres y mujeres médicos pueden tener implicancias clínicas importantes.
Las mujeres internistas parecen tener mejores  resultados en la atención hospitalaria que sus pares masculinos
“Nuestros resultados”, dicen, “acerca de que las mujeres internistas parecen tener mejores  resultados en la atención hospitalaria que sus pares masculinos coinciden con los resultados de estudios previos sobre mediciones del proceso de calidad.” En atención primaria hay evidencia que sugiere que, comparado con los médicos varones, las mujeres tienen más probabilidades de practicar una medicina basada en la evidencia, actuar mejor en los exámenes estandarizados y practicar una medicina centrada en el paciente. Los pacientes de atención primaria atendidos por mujeres médicas también hacen menos visitas al departamento de emergencias comparado con los pacientes atendidos en atención primaria por médicos varones. Los datos provenientes de otros medios laborales sugieren que los hombres pueden ser menos planificados en su enfoque para resolver problemas complejos.
Si estos hallazgos también se aplican a cómo los médicos de sexo masculino y femenino abordan los problemas y las decisiones clínicas, estos patrones de comportamiento pueden proporcionar un mecanismo plausible que enlace el sexo del médico con los resultados del paciente. Aunque la diferencia en la mortalidad de los pacientes atendidos por médicos de diferente sexo fue modesta, la diferencia de 0,43 en el porcentaje del tamaño del efecto observada o la reducción del riesgo relativo del 4% de la mortalidad posiblemente sean una diferencia clínicamente significativa.en este contexto ha habido un reconocimiento generalizado de que los resultados de los pacientes han mejorado ostensiblemente durante la década pasada.
La mortalidad global de los beneficiarios de Medicare disminuyó de 5,0% en 2003 a 4,5% en 2013. Esta reducción de la mortalidad es el resultado de las nuevas inversiones nacionales, los tratamientos nuevos y el mejoramiento de la calidad, lo que permite tratar mejor a los pacientes. La diferencia en la tasa de mortalidad entre los pacientes de este estudio atendidos por médicos de diferente sexo fue de una magnitud comparable.
Por otra parte, dado que anualmente en EE. UU. hay más de 10 millones de hospitalizaciones de Medicare por condiciones médicas y asumiendo que la asociación entre el sexo del médico tratante y la mortalidad es causal, los autores estiman que aproximadamente podrían morir 32.000 pacientes menos si los médicos varones pudieran alcanzar anualmente los mismos resultados que las médicas. El efecto sería aún mayor si la asociación entre el sexo del médico y los resultados del paciente también se mantiene para las poblaciones que no pertenecen de Medicare.
“Una cuestión importante al interpretar nuestras conclusiones”, dicen los autores, “es si las mismas pueden ser explicadas por la gravedad no medida de la enfermedad de los pacientes tratados por médicos hombres vs. pacientes tratados por profesionales del sexo femenino.” El contexto hospitalario, comparado con el ambulatorio, tiene la ventaja de que permite estudiar los resultados de los pacientes tratados por médicos de diferente sexo, dado  que hay menos selección del médico de parte del paciente o del paciente de parte del médico. Aunque algunos pacientes eligen a su médico de atención primaria, y el sexo del médico puede ser un factor que influya en su decisión, los pacientes internados por una urgencia o emergencia son tienen menos posibilidad de elegir a su médico.
Los autores hallaron que casi todas las características observables típicamente asociadas a la gravedad de la enfermedad estaban bien balanceadas entre los médicos de sexo femenino y masculino. Incluso para los médicos internistas, para quienes es más probable que los pacientes sean asignados al azar, los autores comprobaron que las características del paciente estaban equilibradas entre los médicos de ambos sexos y que los pacientes atendidos por profesionales del sexo femenino siguieron teniendo menor mortalidad y tasas de reinternación.
Los autores expresan que son conscientes de que solo 1 estudio examinó la asociación entre el sexo de los médicos y la mortalidad de los pacientes. Jerant y col. analizaron una pequeña cohorte de pacientes ambulatorios relativamente sanos (quienes en general, son más saludables que los pacientes hospitalizados) y no hallaron asociación entre los resultados y el sexo de los médicos pero varios análisis que investigan las diferencias en los procesos de atención entre médicos masculinos y femeninos han dado resultados que se alinean con los hallazgos del presente estudio. Por ejemplo, Kim y col. y Berthold y col. hallaron que las mujeres médicas superan a los médicos varones en el proceso de mediciones para los pacientes con diabetes.
► Limitaciones
Los autores expresan que, primero, como en cualquier estudio de observación, no podrían tener completamente en cuenta las diferencias no medidas en el riesgo de muerte y reinternaciones entre los pacientes tratados por médicos de diferente sexo. Aunque ellos abordaron este tema de varias maneras, incluyendo el uso de un diseño experimental natural aprovechando la asignación casi al azar de los pacientes a los médicos internistas, aún es posible que la confusión no medida (por ej, las diferencias residuales en el estado socioeconómico de los pacientes que no se explican por su raza/etnia, elegibilidad de Medicaid y nivel de ingreso familiar) puede explicar las diferencias observadas en los resultados de los pacientes. Sin embargo, la confusión residual tendría que ser de una magnitud muy importante para explicar las diferencias halladas.
En segundo lugar, los autores no pudieron identificar por qué las médicas tienen mejores resultados que los hombres médicos. Dado que el sexo del médico por sí mismo no determina los resultados en los pacientes, el sexo debe servir como un marcador de diferencias en los patrones de práctica entre los médicos de sexo masculino y femenino que afectan significativamente los resultados del paciente. Sería útil promover estudios que usan datos clínicos para comprender cuál de los patrones de práctica de los médicos están marcando las diferencias en los resultados de los pacientes.
En tercer lugar, para identificar el sexo de los médicos se utilizaron datos autoinformados, lo que obliga a los encuestados a categorizarse como varón o mujer; por lo tanto, no se pudo captar a los encuestados transgénero. Es posible que los médicos transexuales optaran por no contestar esta pregunta o seleccionar una de las 2 categorías disponibles, que puede conducir a un bajo grado de clasificación errónea. Cualquier clasificación errónea en el sexo auto reportado generaría un sesgo en las estimaciones hacia la nulidad. Por último, el análisis se limitó a los pacientes de Medicare hospitalizados con afecciones médicas, atendidos por Internistas. Por lo tanto, los resultados no pueden ser generalizables a pacientes con condiciones quirúrgicas, o tratados por médicos de otras especialidades o en atención ambulatoria.

► Conclusiones
Usando una muestra nacional de beneficiarios de Medicare hospitalizados, los autores hallaron que los pacientes que recibían atención por médicos internistas del sexo femenino tienen menores tasas de mortalidad y reinternación a los 30 días que los pacientes atendidos por internistas varones. Estos hallazgos sugieren que las diferencias en los patrones de práctica entre hombres y mujeres médicos, como se sugiere en estudios anteriores, pueden tener implicancias clínicas importantes en los resultados de los pacientes. Entender exactamente el por qué de estas diferencias en la calidad de la atención y los patrones de práctica puede proporcionar información valiosa para mejorar la calidad de la atención de todos los pacientes, independientemente de quién proporciona su cuidado.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti

Un gel de testosterona mejora la salud de los hombres mayores de 65 años

Aumentar la densidad ósea o disminuir la anemia son algunos de los beneficios de un tratamiento basado en la hormona testosterona en hombres mayores de 65 años. Así concluyen una serie de estudios publicados esta semana en el Journal of the American Medical Association. Además de ventajas para la salud, uno de los trabajos sugiere también posibles complicaciones relacionadas con el corazón.
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<p>En los hombres, la testosterona desempeña un papel clave en el desarrollo de los tejidos reproductivos masculinos. / Fotolia</p>
En los hombres, la testosterona desempeña un papel clave en el desarrollo de los tejidos reproductivos masculinos. / Fotolia
Con el paso del tiempo, los niveles de testosterona en los hombres suelen ser más bajos, provocando trastornos sexuales, disminución de la masa muscular, pérdida del cabello o reducción de la densidad ósea.
Esta semana, el Journal of the American Medical Association (JAMA) publica una serie de estudios sobre el efecto que tiene el tratamiento con testosterona en hombres con niveles bajos de esta hormona, todos mayores de 65 años.
Las pruebas han sido realizadas por varios centros que forman parte del mismo grupo de investigación, el Testosterone Trials (TTrials), financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.

Los cuatro estudios de 
TTrials publicados por JAMA analizan los efectos de esta terapia en la densidad y fuerza ósea, salud cardiovascular, anemia y función cognitiva en los sujetos de la investigación.La investigación contaba con hombres repartidos por todo el país –en muestras desde los 138 hasta los 788 sujetos–, con 65 o más años de edad y niveles bajos de testosterona, aunque dentro de lo esperado en pacientes de esa edad. A todos ellos se les sometió a tratamiento durante un año, bien con gel de testosterona o con gel placebo.
El mismo grupo ya publicó el año pasado los resultados de otro trabajo que mostraba las ventajas que este tratamiento podía tener en la función sexual de los pacientes con baja testosterona.
Menos anemia
Los resultados muestran ciertos beneficios para aquellos sujetos que usaron el gel de testosterona y no se encontraban en el grupo del placebo.
Por ejemplo, tras un año de tratamiento con testosterona se corrigió la anemia de aquellos pacientes con esta enfermedad que formaban parte del estudio. Sus niveles de hemoglobina también aumentaron respecto a aquellos que usaban el gel placebo.
Otro de los trabajos ha detectado un incremento en la densidad mineral ósea volumétrica y en la fuerza de los huesos en los sujetos del grupo con el tratamiento. “Necesitaremos un estudio mayor y durante más tiempo para comprobar si el tratamiento con testosterona puede reducir el riesgo de sufrir fracturas”, explica Christina Wang, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Los Ángeles (LA Biomed) y coautora de los cuatro estudios.
Por otro lado, no se ha detectado ninguna mejoría significativa en la memoria verbal o visual, habilidad espacial y otras capacidades cognitivas de los sujetos del estudio en ninguno de los dos grupos.
Riesgos para el corazón
A pesar de los beneficios detectados, la prueba encargada de medir los riesgos cardiovasculares muestra un aumento importante en el volumen de placa no calcificada en las arterias coronarias de los pacientes que no se encontraban en el grupo del placebo. 
Estos datos sugieren que el tratamiento con testosterona podría aumentar los riesgos de sufrir una enfermedad cardiovascular, aunque desde TTrials prefieren ser cautos.
que este estudio es exploratorio y se necesita otro a gran escala, bien controlado y a largo plazo para confirmar si aumentan los riesgos de sufrir daños en el corazón o incluso la muerte”, advierte otro de los autores, Ronald S. Swerdloff, de LA Biomed.
Sin embargo, JAMA Internal Medicine publica también un trabajo de la empresa sanitaria Kaiser Permanente que recoge que la terapia de reemplazo de testosterona puede reducir el riesgo cardiovascular.
Esta investigación no forma parte del TTrials y se ha centrado en pacientes con deficiencia androgénica, un descenso de la testosterona por debajo de los niveles normales que provoca el envejecimiento.
Según el estudio, los hombres que se sometieron a una terapia con testosterona para tratar los síntomas de la deficiencia androgénica tenían un riesgo menor, un 33% menos, de sufrir problemas cardiovasculares respecto a los que no recibieron esta terapia hormonal.
“Esperamos que estos resultado reduzcan la preocupación de los pacientes con esta enfermedad para que los médicos puedan ayudarles a usar la terapia de reemplazo de testosterona”, indica T. Craig Cheetham, de Kaiser Permanente y autor principal del estudio.
Referencias bibliográficas:
Matthew J. Budoff, et al. “Testosterone treatment and coronary artery plaque volume in older men with low testosterone”. JAMA. 2017; 317(7): 708-716. doi:10.1001/jama.2016.21043
Susan M. Resnick,et al. “Testosterone treatment and cognitive function in older men with low testosterone and age-associated memory impairment” JAMA. 2017; 317(7):717-727. doi:10.1001/jama.2016.21044
Cindy N. Roy, et al. “Association of testosterone levels with anemia in older men: a controlled clinical trial”. JAMA Intern Med. Published online February 21, 2017. doi:10.1001/jamainternmed.2016.9540
Peter J. Snyder, et al. “Effect of testosterone treatment on volumetric bone density and strength in older men with low testosterone: a controlled clinical trial”. JAMA Intern Med. Published online February 21, 2017. doi:10.1001/jamainternmed.2016.9539
T. Craig Cheetham, et al. “Association of testosterone replacement with cardiovascular outcomes among men with androgen deficiency”. JAMA Intern Med. Published online February 21, 2017. doi:10.1001/jamainternmed.2016.9546