Quinua, un alimento andino milenario revalorizado a nivel mundial
Su
alto valor nutricional revalorizó a esta semilla de origen andino y
Naciones Unidas (ONU) la incluyó entre los alimentos importantes para
paliar el hambre en el mundo, además de dedicarle 2013 como su año
internacional, mientras Argentina busca retomar su cultivo, que existió
en este suelo hace más de 2.000 años.
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Este semicereal, el único alimento vegetal
que tiene todos los aminoácidos esenciales, oligoelementos y vitaminas,
se adapta a diferentes climas y alturas y puede sobrevivir en ambientes
de sequías, suelos pobres o alta salinidad, por lo que es considerado un
cultivo “todoterreno”.
En febrero pasado, el titular de la Organización de la ONU para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, aseguró en
la sede del organismo en Nueva York que esta semilla puede desempeñar un
papel importante en la erradicación del hambre, la desnutrición y la
pobreza.
Fue en el lanzamiento del Año Internacional de la Quinua -por iniciativa
de Bolivia- en el que además del secretario general de la ONU, Ban
Ki-moon, estuvieron representantes de los principales países
productores: el presidente boliviano, Evo Morales, y la Primera Dama de
Perú, Nadine Heredia Alarcón de Humala.
Gracias a los programas de promoción del cultivo de estos dos países se
exportaron semillas y produjeron variedades comerciales de quinua en
Francia, Dinamarca, Estados Unidos, Canadá, India, Pakistán y China,
entre otros países, y se le destinaron unas 100 mil de hectáreas de este
cultivo en el mundo.
En Argentina, investigaciones realizadas por la Cátedra de Producción
Vegetal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires
(FAUBA) determinaron que desde hace más de 2.000 años se sembraba quinua
en el noroeste (NOA), pero también hallaron referencias más cercanas en
el tiempo, en la Patagonia.
Daniel Bertero, investigador de esa cátedra y especialista en quinua,
afirmó que se comprobó su cultivo en ambientes diversos del NOA, “como
Santa Victoria Oeste, al este de La Quiaca, donde llueve entre 700 y
1.000 milímetros, hasta el Salar de Antofalla, en Catamarca, donde no
llueve nunca y se cultiva bajo riego".
En 2007, en colaboración con el Instituto Nacional de Tecnología Agraria
(INTA) y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, los investigadores de
la FAUBA reunieron una colección con más de 90 muestras de semillas de
quinua que se analizaron por su valor nutricional, agronómico y
genético.
"Ahora no sólo sabemos que se siembra en nuestro país desde hace mucho
tiempo, sino también que tenemos una genética propia, aunque emparentada
con la de otros países", sostuvo Bertero.
El investigador comentó que hallaron referencias del cultivo con más de
150 años en la costa del lago Nahuel Huapi, en Bariloche, y "las
muestras que analizamos tenían semejanzas con variedades del NOA, si
bien también mostraban diferencias. En definitiva, son parte del
patrimonio de la Argentina", aseguró.
Tras estos descubrimientos, surgieron iniciativas para producir quinua a
escala comercial en nuevos ambientes, como los Valles Calchaquíes y
hasta en la Pampa Húmeda, con una importante experiencia -en este último
caso- en el INTA de la comuna bonaerense de Ascasubi, 120 kilómetros al
sur de Bahía Blanca.
Un informe de la FAUBA señala que “en las últimas décadas, el cultivo de
quinua comenzó a revalorizarse por sus beneficios nutricionales,
relacionados con una alta calidad proteica y por ser una fuente
importante de minerales y vitaminas. Además, no contiene gluten y puede
ayudar a reducir el colesterol”.
Bertero resaltó un aspecto sorprendente de la quinua, que es su
capacidad de adaptarse a los ambientes más rigurosos, como en Bolivia
-que con 60 mil toneladas anuales es el principal productor mundial-,
donde una de las mayores áreas sembradas es en torno al Salar de Uyuni,
cuyo suelo es pobre y su clima extremo.
En esa zona llueve entre 100 y 150 milímetros al año, hay una gran
amplitud térmica con temperaturas muy bajas y no existen períodos libres
de heladas, lo que en suma sería mortal para cualquier otro cultivo,
pero la quinua encuentra condiciones para desarrollarse.
La quinua abarca ambientes muy variados de montaña que se extienden
desde Colombia hasta Chile y, según este experto, "hay áreas sembradas
que van desde los 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, hasta
los 100 metros, junto a la costa de Chile”.
Para Bertero, el desafío es introducir su consumo en poblaciones urbanas
como Buenos Aires, donde estos productos son muy caros y sólo
accesibles para personas con un interés especial por alimentos
naturales, vegetarianos que buscan fuentes de proteína de buena calidad o
consumidores interesados en cosas distintas.
"Generar miedo y silencio en torno al cáncer nos quita la posibilidad de salvar vidas"
Entremujeres entrevistó al doctor Ricardo Kirchuk,
prestigioso oncólogo clínico, Director del Instituto de Oncología Angel
Roffo (UBA), que atiende unos 75 mil pacientes con cáncer por año, la
mitad de ellos carenciados. Entusiasmado, enamorado de su profesión,
dice que es importante bajarle la carga negativa a la palabra cáncer
para que la gente pierda miedo y se cure más, y asegura que, gracias a
los avances, el trabajo de los oncólogos se ha vuelto menos frustrante.
Le pone el cuerpo, a diario, a un "combo" difícil de gestionar. Una
dupla muchas veces desesperante: su territorio es el cáncer y la
pobreza, el paciente oncológico de escasos recursos personales para
afrontar una enfermedad difícil. Lo suyo es la trinchera, el borde de la
vida. Es el director del Instituto de Oncología Angel Roffo, uno de los
principales oncólogos del país. Y está ahí, con el guardapolvo gastado y
cara de Papá Noel, con el gesto ameno y la sonrisa fresca de quien
celebra cada avance con entusiasmo de principiante. "La oncología es
menos frustrante que hace 30 años", celebra. Se indigna con el dolor más
que con el cáncer y se niega a aceptar que vayan de la mano: "Fallamos
nosotros. Falla el sistema", se reprocha, y asegura que el cáncer es un
tema de Estado.
A pesar de los avances en su tratamiento,
el cáncer sigue teniendo una gran carga emocional, cierto estigma. En
los medios ni se lo nombra. Se sigue hablando de "larga enfermedad",
como si avergonzara...
Es un tema denso. Pero hay que
bajarle la carga negativa y hay que educar a la población. Digamos
"cáncer". Hay que perderle el miedo a la palabra y a la enfermedad
porque hoy más de la mitad de los pacientes se curan. Y para seguir
avanzando es clave reeducar para que la gente no tema, porque si tiene
miedo no viene a la consulta. Generar miedo y silencio en torno al
cáncer hace que perdamos la posibilidad de salvar vidas. Cuando
uno analiza tendencias mundiales en Google descubre que "cáncer" es una
de las palabras más buscadas. ¿Qué mirada deberíamos tener hoy? ¿Sigue
siendo tan temible?
No es tan temible como antes. Es una
enfermedad importante, pero hay que verla como una enfermedad más. Una
enfermedad que, detectada a tiempo, en muchísimos casos se cura. El
diagnóstico ya no es una condena a muerte. No podemos curar a todos,
pero sí a muchos. Hay que educar para cambiar algunas conductas,
cuidarse y prevenir. La gente, los pacientes, los médicos, los Estados,
todos podemos hacer algo para bajar la incidencia y la mortalidad por
cáncer. Es una picardía que se muera gente que podría curarse. A veces parece que no se avanzara, que la gente se sigue muriendo.
Se
avanza de a poco, pero se avanza. Esos avances no sirven para todo el
mundo pero son claves en pacientes con un determinado tumor, porque los
curás. Y hay otros tumores en que no podemos curar la enfermedad pero sí
controlarla: hacer como ocurrió con el sida, volverla una enfermedad
crónica, que no mate. Un ejemplo: el 15% de las pacientes con cáncer de
mama tiene un gen que hace que el tumor sea más virulento. Lo detectaron
y le encontraron un antídoto. Ya hay varias drogas que ayudan a
bloquear la metástasis, y a nivel estadístico aumentó la sobrevida de
estas pacientes un 20%. Diste vuelta la enfermedad. ¿El trabajo de los oncólogos se ha vuelto menos frustrante?
Totalmente.
Pero falta mucho porque lamentablemente la gente se muere, y a veces se
muere sufriendo. Ahí falla el sistema, fallamos nosotros. ¿Hay diferencias con respecto a los resultados que se obtienen en el Primer Mundo?
Muchas.
Pero en Argentina conviven cifras de países subdesarrollados con otras
de Europa o Estados Unidos. En algunos barrios de Capital, en cáncer de
cuello de útero nos parecemos a los escandinavos o a los británicos,
pero en Soldati estamos como en Africa. Y eso es por falta acceso a la
salud y a la información. ¿El cáncer es un tema de Estado?
En
parte sí. Medio en chiste, medio en serio, yo digo: un paciente con
cáncer de colon avanzado, que entra con metástasis y que en Argentina
puede tener una sobrevida de más de dos años, va a gastar un promedio de
250 mil dólares en medicamentos e internaciones. Entonces sería mejor
que prevengamos ese tumor, aunque sea para ahorrar plata. ¿La gestión actual en materia de salud es buena?
El
Ministerio de Salud ayuda mucho con la tecnología. Tenemos
equipamientos alucinantes. Pero necesitamos más gente para poder atender
a la tarde. ¿Creció el número de pacientes porque aumentó la incidencia de cáncer en el país?
No,
la incidencia del cáncer no aumentó. Hay más casos porque creció la
población. Y el cáncer sigue siendo una enfermedad de gente grande. Con
el Instituto Nacional del Cáncer (INC) esperamos bajar la mortalidad. ¿Cuál es la función del INC?
Fue
creado en 2010 para definir políticas que bajen la mortalidad por
cáncer. Ese objetivo se puede lograr con dos o tres cosas. La principal,
la ley antitabáquica: fue promulgada pero el marco de aplicación no fue
avalado por el Congreso. Vamos a seguir hinchando hasta que salga,
porque tendrá un gran impacto en la incidencia y mortalidad por cáncer. ¿Es tan clara la relación entre tabaco y cáncer?
La
principal causa de muerte por cáncer es de pulmón y sólo el 15% de los
pacientes con ese tumor no fuman. Está aumentando el tabaquismo en
jóvenes y nos preocupa. El cigarrillo incide además en los tumores de
cabeza y cuello, vejiga, en los cánceres digestivos, en páncreas y
riñón. Por eso es también un tema de Estado y de recursos. El tabaco
genera mucho dinero, es un gran negocio, pero el gasto en salud que
genera duplica o triplica esa suma. ¿Qué otra acción impulsará el INC para bajar la mortalidad?
Otro
gesto importante tiene que ver con el cáncer de cuello de útero. Da
bronca que mujeres jóvenes se mueran de un cáncer que no debería
matarlas. Lanzamos un programa en Jujuy para probarlo y llevarlo luego a
todo el país. Pedimos a la mujer que ella misma se tome una muestra, un
exudado, y si tiene los virus HPV que provocan cáncer las mandamos a
hacer un PAP. Otra acción es promover la detección de sangre oculta en
materia fecal. En Francia, el gobierno les envió a todas las personas de
más de 50 años una tirita con un reactivo. Pedía que lo pusieran en su
materia fecal y, si salía positivo, fueran a hacerse a una
videocolonoscopía. Contestó el 35% de la población. Detectaron pólipos y
bajaron la mortalidad por cáncer de colon. Queremos promover una acción
similar, pero nuestro cuello de botella está en la videocolonoscopía:
faltan aparatos y operadores. Y por último cáncer de mama: una de cada 8
mujeres va a desarrollarlo en algún momento de su vida, pero más del
75% no morirá por esa causa. Tenemos que llegar al 100% de curación y
eso se logra con la mamografía, porque detecta el problema antes de que
sea cáncer, cuando es tumor in situ, no invasor. Vamos a lanzar un
programa para que todas las mujeres se hagan una mamografía anual a
partir de los 50. ¿Con una mamografía anual alcanza?
Sí,
pero tiene que estar bien hecha. La diferencia que lograron las
digitales es enorme. Y cuando hay antecedentes de madre o abuela con
cáncer de mama antes de la menopausia habría que sumar estudios
genéticos. Estas cosas las solicita el médico, que es quien debe estar
alerta. Por eso es importante que el screening lo hagan los mastólogos.
Aquí también hay una actitud de Estado: si los gobiernos no actúan va a
quedar mucha gente indefensa. Además, la prevención también implica un
fuerte ahorro. En el primer nivel detectable, el tratamiento sale 17
veces menos que el estadio más sencillo del cáncer. Muchos
descreen de la validez de cuidarse o prevenir apelando a algún caso
conocido que, "habiendo hecho todo bien", murió de cáncer en meses.
Sí,
uno lo escucha. Pero ese comentario no dice nada: es un caso particular
y hay que mirarlo en términos epidemiológicos. En un encuentro de la
Unión Internacional contra el Cáncer hablaron del decálogo para no tener
cáncer: del uno al cinco, no fumar; sexto, comer pocas grasas
saturadas; séptimo, no beber alcohol en exceso: octavo, no exponerse al
sol en horarios pico; noveno, no exponerse a radiaciones ionizantes; y
décimo, que me pareció muy gracioso pero ilustra muy bien el tema, tener
buenos genes. Con malos genes, entonces, estamos complicados.
Por
está en décimo lugar. Lo que uno trae es fundamental, pero se va a
activar o no en función de que haya o no "promotores". El cigarrillo es
un promotor que puede gatillar un gen que tal vez nunca se hubiera
activado. ¿Las emociones, el estrés, pueden ser promotores también?
No
está claro. Hay miles de trabajos que relacionan estrés y cáncer,
depresión y cáncer, pero todavía no está certificado. Yo percibo algo
diferente: los pacientes que tienen cáncer o que han tenido cáncer y
están bien anímica y psíquicamente superan mejor el tratamiento y se
curan mucho más que los que no. Cuando uno entra al Roffo
se asoma a una realidad muy dura. El cáncer es difícil de enfrentar para
cualquiera, pero la combinación cáncer y pobreza parece desesperante.
Coincido.
Y la combinación más tremenda es pobreza y cáncer avanzado, que es lo
que recibimos del Conurbano y del interior del país. Demoran la
consulta, llegan tarde, y lo único que podemos darle es cuidados
paliativos. Con gran orgullo puedo decir que nuestro servicio de
cuidados paliativos es el mejor del país. Tiene asistentes sociales y
hasta una abogada para defender los derechos del paciente. Uno
tiene la idea del cuidado paliativo como una recta final, donde se
acaban las posibilidades y sólo queda esperar. Una etapa de dolor...
Un
paciente bien tratado en el 99% de los casos no tiene dolor. ¿Quién
dijo que tiene que tener dolor? Podemos hacer que no sufra. La morfina
dejó de ser mala palabra. Hace 30 años nos daba horror, y hoy los
organismos internacionales dicen que los países que no entregan morfina
son crueles con su gente. ¿Esa "piedad", ese sostén, está en manos de los paliativistas?
Los
servicios de cuidados paliativos dejaron de ser un lugar para aquellos
que se quedaron sin posibilidades y son claves a la hora de paliar los
síntomas: el dolor, la falta de aire, los vómitos... Todo eso hace a la
calidad de vida del paciente, a su dignidad. Ellos ayudan a que la caída
sea menos brusca, más humana, y a veces acompañan al paciente mucho
tiempo. El nuevo Roffo tendrá un pabellón entero dedicado a esto. Cuando
el paciente sufre fallamos nosotros, falla el sistema. Eso es lo más
angustiante cuando tratamos a gente carenciada. Se ve mucho en la
pobreza: se quedan con el dolor, se la aguantan. Eso no puede ser. A
veces uno escucha casos de "cáncer fulminante", que mata en poco
tiempo. ¿Eso ocurre o hubo alertas o síntomas que la persona o el médico
no vieron?
Es muy raro. El cáncer es una enfermedad de
gente grande. Hay excepciones, pero es así. Y son excepcionales las
situaciones en las que la persona muere en poco tiempo. Hay tumores muy
agresivos, pero también hay personas y familias negadoras y hay médicos
que no hacen las cosas bien: por eso les insistimos a los estudiantes y
residentes que deriven cuando en un control ven algo raro. Sangre en
orina, aunque sea una vez, no es normal. En materia fecal, tampoco. Un
bulto, una tos que no cesa, lo que sea. ¿Se pueden prevenir todos los cánceres?
Podemos
prevenir en pulmón, mama, colon y cuello de útero, sin duda. En otros,
todavía es difícil detectar tempranamente. Es muy controvertido lo que
está pasando con próstata, por ejemplo. El screening no disminuyó la
mortalidad: aumentó la detección, pero en muchos casos ese cáncer no
iba a matar a la persona. Está bien que el urólogo le pida a su
paciente un PCA, pero no que el Estado se lo pida a todo el mundo, por
ejemplo.
El cáncer de estomago está disminuyendo en todo el
mundo, pero el cáncer que más creció en las últimas décadas es el de la
unión esófago-gástrica. Creció un mil por ciento. La sugerencia es que
el paciente que tiene reflujo consulte. Creo que tiene que ver con lo
que comemos y con que nos vamos rápido a la cama después de cenar. Son
hábitos sociales que, me parece, están aumentando la incidencia. En
riñón todavía tampoco hay nada para detectar tempranamente. Y en cabeza
y cuello en general son pacientes bebedores o fumadores, pero se
advirtió un incremento en personas que guardan buenos hábitos. Se
encontró con que son lesiones relacionadas con el HPV, y que es algo
derivado de las costumbres sexuales, del sexo oral. En Holanda y
Francia, el 40% son lesiones vinculadas con el HPV, por lo que están
vacunando también a los varones. ¿Sirve hacerse una ecografía abdominal por año o basta con el chequeo clínico?
No
hay coincidencia en cuál es el alcance de un chequeo clínico. Eso
depende de cada médico, hay distintos criterios. Creo que con los nuevos
equipos quedará más claro cómo prevenir o detectar precozmente otros
tumores. En pulmón, por ejemplo: en pacientes fumadores y con
antecedente de tos, la tomografía de alta resolución sirve. Los últimos
trabajos de screening sirvieron para actuar sobre casos positivos y
estuvo bien porque detectaron tumores en estadio uno y pudieron
curarlos. Pero otros estudios dicen que no sirven. Aún no está claro. ¿El acceso a la medicación oncológica en Argentina es total? Hubo debates en torno a trabas en la Aduana para los importados.
No
faltan drogas oncológicas. Ni la quimioterapia ni los biológicos.
Podemos discutir sobre la calidad de la droga y sobre los tiempos de
llegada: en las drogas más caras por ahí son dos meses y a veces es
tarde. ¿Las terapias complementarias sirven?
"Complementario"
quiere decir que no hay suficiente evidencia de que sirva. Hay
sanatorios y servicios serios que las están aceptando. El Memorial de
Nueva York y el Anderson de Houston tienen su servicio de terapia
complementaria. Dan yuyos, ejercicios, etc. Resolvieron incluirlo porque
saben que la gente lo hace igual. Lo importante es que no abandonen su
tratamiento. ¿Qué panorama se vislumbra en los próximos años?
Cambios
acelerados, buenas noticias, más curación, pero también números
preocupantes, porque dos tercios de los cancerosos van a ser de países
pobres. Es muy triste y no hay respuestas todavía.
Nuevos paradigmas: los desafíos de la oncología hoy
No
se imaginaba tratando anginas. "Me aburría", dice, y enseguida se
disculpa: "no quiero parecer estúpido, ni soberbio. No era lo mío". Con
ganas ciertas de trinchera, al recibirse de médico barajó dos opciones:
"oncología o terapia intensiva". Se decidió por la primera al comprobar
que sería un camino ingobernable, de investigación constante, de eterna
ignorancia y apasionante sorpresa. "Esa cualidad de la oncología hoy
está potenciada. Los paradigmas están cambiando a paso acelerado. Todo
lo que digo tal vez cambie mañana", se entusiasma Ricardo Kirchuk al
responder sobre los desafíos de la oncología hoy.
Los cambios
tienen varios ejes: "Uno es la cirugía, que hoy define la sobrevida del
paciente. Es determinante quién y cómo opera a un paciente. Los
cirujanos muchas veces son todólogos y en cáncer ya no puede ser así.
Debe operar un especialista", subraya, y ejemplifica con cáncer de
recto. "Un estudio realizado en Capital en hospitales y privados
demostró que menos del 20% se habían operado bien. Necesitamos un
registro de cirujanos de recto y que sólo puedan operar los que estén
inscriptos. No es simpático pero hay que hacerlo. Lo mismo pasa con
cabeza y cuello y con tiroides: no puede hacerlo cualquiera, porque casi
seguro lo va a hacer mal. Hay tumores que son cirujano dependientes".
Otro
eje, "la capacitación y actualización permanente del oncólogo. Debe
estar al tanto de las novedades en drogas, aparatos y diagnósticos. En
oncología todo pasa muy rápido. No se puede dejar de estudiar". Las
drogas son la tercera pata de los cambios que revolucionarán la
oncología: "Hay nuevas medicaciones que cambian radicalmente la
enfermedad. La quimioterapia cura. Pero para usarlas hay que saber mucho
del paciente: necesitamos biopsias en serio, y no de cuatro células. Lo
que antes hacía el patólogo no nos sirve más. Necesitamos tejidos para
hacer pruebas, para detectar marcadores y para definir con qué droga
puedo beneficiar a un paciente. Necesitamos biólogos moleculares".
Muchas de esas drogas son "carísimas", dice, y vuelve a insistir en el
rol del Estado. "Los gobiernos se van a tener que sentar con los
laboratorios para que entiendan que si no bajan los precios no van a
poder vender esas drogas a nadie. Los europeos lo están haciendo muy
bien". La radioterapia también ha cambiado y a nivel tecnológico "hay
aparatos impresionantes. En pocos años todo será distinto".
El Instituto Roffo
El
Instituto Roffo atendió, en 2011, alrededor de 75 mil pacientes
oncológicos. "El Roffo se creó pensando en tres patas -explica el doctor
Kirchuk-: investigación, docencia y asistencia. Hacemos investigación
clínica en animales con cáncer espontáneo. Tenemos un caso muy
interesante de un tratamiento con vacunas para el cáncer de melanoma
que queremos pasar a humanos. Es la única institución, o casi la única,
que hace investigación aplicada. Somos muy precisos y legalistas,
seguimos todas las normas y reglamentaciones", se enorgullece.
El
Roffo tiene 700 empleados, y necesita más personal porque quiere
atender también a la tarde. "Ya logramos operar a la tarde tres días por
semana, pero queremos extender consultorios. En un momento hubo algún
problema con los anestesistas, que ya se arregló. Tenemos buena gente
con la camiseta puesta", agradece.
La terapia intensiva tiene 8
camas. A veces suman una más, pero es el límite porque faltan
enfermeras y médicos. "Las operaciones que hacemos son en general muy
grandes, muy largas", explica. El Roffo tiene 5 quirófanos y lleva
adelante 1.600 cirugías por año. "Recibimos pacientes de todo el país y
tratamos tumores que son menos frecuentes. Además, formamos recursos
humanos para el resto de la Argentina, médicos que hoy son figuras en
sus provincias. Para eso servimos".
El Roffo recibe derivaciones
de todo el país. "El 47% de los pacientes son carenciados, no tienen
obra social ni prepaga. A la mañana, en las salas de espera, no entra
gente ni parada, pero no tenemos adonde derivar. Cuando rechazamos gente
no es por un motivo de plata sino de capacidad. A los pacientes que
tienen un tipo de tumor que no se puede derivar, los atendemos".
Ricardo
Kirchuk celebra el crecimiento del Roffo en los últimos años: "Estamos
creciendo groseramente. Nos están dando equipamiento de primera, la
Presidencia y el Ministerio de Salud. Desde el punto de vista de
aparatología estamos avanzando mucho, pero nos falta personal. Admito
que en el último año ha ingresado mucha gente que era monotributista a
la planta transitoria, y eso lo permitió la UBA pagándolo con fondos
propios. Lo que facturamos a las obras sociales y las prepagas nos sirve
para agrandar el hospital y para asistir a los pacientes carenciados".
Además,
crece, lento, un gran proyecto: el "nuevo Roffo", algo que enciende la
mirada de Kirchuk. Fue consensuado a principios de 2011 con el
Ministerio de Planificación y la UBA y se hizo un concurso público
nacional en la Sociedad Nacional de Arquitectos. "Como no se pueden
tirar las paredes, porque es Patrimonio Histórico, vamos a crecer para
abajo con cuatro subsuelos. Ahora falta la financiación", dice. El nuevo
Roffo tendrá un pabellón entero dedicado a cuidados paliativos.
Tres de cada diez españoles reciben dosis diarias de ibuprofeno superiores a las recomendadas para tratar dolores leves y moderados, lo que supone un riesgo para la salud cardiovascular.
El consumo de ibuprofeno tres veces al día en dosis de 600 miligramos aumenta el riesgo cardiovascular hasta en un 78%,
según los datos expuestos por Julio Pascual, neurólogo del Hospital
Universitario Central de Asturias. Pascual participó este viernes en una
jornada sobre el uso del ibuprofeno celebrada en la sede bilbaína del
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Vizcaya, informa en un comunicado la
empresa de cuidado de la salud Reckitt Benckiser.
La dosis de 400 miligramos del antiinflamatorio,
administrada tres veces al día, se asocia a menores riesgos de problemas
cardiovasculares.
Pascual ha señalado que en la mayoría de países de Europa
el ibuprofeno de 600 miligramos no está comercializado y, por tanto, su
uso no llega al 15%. En España, sin embargo, este medicamento es de uso
generalizado y el porcentaje sube hasta situarse en un 80%.
El neurólogo asturiano ha declarado que con los datos de
los que disponen en estos momentos, no existe ninguna razón científica
que recomiende el uso de dosis de 600 miligramos frente a las de 400 en
términos de seguridad y eficacia.
Además de problemas cardiovasculares, el uso diario de
grandes dosis de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre los que
se encuentran medicamentos tan populares como el propio ibuprofeno o la
aspirina, pueden ocasionar graves erosiones en la mucosa gástrica.
Por esta razón, la Asociación Española de Medicamentos y Productos Sanitarios
recomienda su uso a dosis bajas. Los datos presentados por Pascual
concuerdan con un anterior estudio sobre los AINEs que fue presentado en
2011 por British Medical Journal. La revista médica británica advertía
de que algunos analgésicos de venta libre podrían aumentar los problemas
cardiovasculares, hasta llegar a triplicarse en el caso de personas
mayores afectadas por dolores crónicos.