La doble cara del consumo de pescado
Por Gemma Perelló y German Cano-Sancho | La composición química del pescado y marisco se ve directamente influenciada por su entorno.
El pescado y el marisco son unas de las fuentes nutricionales más importantes a nivel mundial.
Los beneficios nutricionales de las dietas ricas en pescado han sido
extensamente reconocidos, siendo una fuente importante de proteínas de
alta calidad, vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales. Por
ejemplo, los ácidos poli-insaturados tipo omega 3 son abundantes en el
pescado azul y se han asociado con un descenso de la morbididad y
mortalidad de varias enfermedades tales como la cardiopatía isquémica,
hipertensión y accidente cerebrovascular.
La composición química del pescado y marisco se ve directamente
influenciada por su entorno. La intensa actividad industrial de las
últimas décadas ha propiciado un incremento en la contaminación de los
océanos y mares, que ha conllevado a la incorporación de ciertas
sustancias indeseadas en las cadenas alimentarias. Algunos de estos
contaminantes químicos tienen carácter lipofílico y a su vez, altamente
persistente, lo que conlleva a una elevada acumulación de éstos en los
tejidos grasos de las diferentes especies marinas que se puedan ver
expuestas. Debido a la tendencia acumulativa de estos compuestos en los
diferentes eslabones de la cadena trófica, se produce una amplificación,
también llamada como biomagnificación, de estos contaminantes en las
especies de mayor tamaño que lideran los últimos eslabones de la cadena
alimentaria. Por lo tanto, los seres humanos, hallados en esta zona de
la cadena alimentaria, se consideran una de las especies de riesgo por
su probabilidad de consumir cantidades moderadas de estos contaminantes y
acumularlos en el organismo durante prolongados periodos de tiempo.
Durante
las últimas décadas, los estudios de seguimiento de contaminantes se
han centrado principalmente en determinar los niveles de metales pesados
(mercurio, arsénico, cadmio y plomo), dioxinas y furanos, bifeniles
policlorados (PCBs), hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs),
éteres de difenilo polibromados (PBDEs), éteres de difenilo policromados
(PCDEs) y naftalenos policlorados (PCNs).
El pescado y el marisco son los principales alimentos que contienen
metales pesados en nuestra dieta, siendo el mercurio, en su forma
orgánica metilmercurio, el principal metal que se puede encontrar en el
pescado. El mercurio elemental y el metilmercurio son tóxicos para el
sistema nervioso central y el periférico. La Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria (EFSA) recomienda un nivel de ingesta semanal
máximo de mercurio inorgánico de 4 µg/kg de peso corporal, mientras que
para el metilmercurio, el umbral se establece en 1.3 µg/kg de peso
corporal. En el pescado y marisco, el metilmercurio puede representar
más del 90% del mercurio total. Este valor se ha tomado como referencia
en las evaluaciones realizadas por el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos
en Aditivos Alimentarios (JECFA). Algunos estudios indican que el
porcentaje de metilmercurio respecto del total puede variar mucho,
disminuyendo en especies de peces que no son grandes predadores. Las
concentraciones de metilmercurio en cada especie de pescado son más
elevadas en general cuando aumenta el tamaño o el peso, parámetros que
se correlacionan con una edad y un nivel trófico elevados, por ello se
encuentra principalmente en especies de pescado de gran tamaño, como son
el atún y el pez espada. En estudios de dieta total realizados en
Cataluña se ha corroborado esta teoría, donde se ha visto que los
valores más altos se han detectado en el emperador y el atún, y los
valores más bajos se encuentran en la sardina en lata, el salmón, la
sepia, la almeja y el calamar.
En el caso del arsénico, la principal vía de exposición en los seres
humanos es mediante la ingesta, ya que la vía inhalatoria y la tópica
tienen menos importancia. El arsénico orgánico se encuentra
principalmente en los productos de origen marino, el pescado y en el
marisco. Estos son los alimentos con mayores concentraciones en su forma
orgánica, el dimetilarsénico (DMA). Pescados, crustáceos, moluscos y
otros animales acuáticos tienen la capacidad de metabolizar el arsénico y
acumularlo como DMA. El DMA presenta una toxicidad inferior en
comparación a la forma inorgánica. En cuanto a otros grupos de
alimentos, se conoce que en general presentan contenidos de arsénico
poco destacables, predominando la forma inorgánica. En los estudios
realizados a nivel de Catalunya, la concentración más elevada se
encontró en el salmonete, pero también presentan niveles destacados el
lenguado, la gamba y el boquerón, pero en todos los casos situados por
debajo de los límites de seguridad que establece la Comisión Europea.
Respecto al cadmio, los niveles más elevados según nuestros estudios
los encontramos en el pescado y marisco; en concreto, el mejillón y el
calamar. Igualmente, el informe resumen de datos de cadmio 2000-2007 de
la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición
(AECOSAN), identifica el marisco y los productos a base de marisco como
el grupo de alimentos que más cadmio contiene, con una media de 0,308
mg/kg. Este valor supone la % del límite de seguridad fijado por la
Comisión Europea.
Las concentraciones de Pb más elevadas se encuentran principalmente
en el marisco, en particular, en el mejillón y la almeja. En general, la
vía digestiva es la principal vía de entrada de plomo en el organismo.
La tasa de absorción digestiva es del orden del 10%, pudiendo llegar
hasta el 50% en los niños. Según nuestros estudios realizados en
Cataluña, ningún grupo de población estaría sobrepasando el nivel de
ingesta semanal provisional tolerable para el plomo de 25 µg /kg de peso
corporal fijado por el JECFA.
Las dioxinas y los furanos no causan problemas de salud inmediatos,
pero la exposición prolongada permite que se acumulen en el organismo y
alcancen concentraciones altas que pueden provocar efectos tóxicos en la
reproducción, el desarrollo y el sistema inmunitario. En 2001, el
Comité Científico de Alimentación de la Comisión Europea evaluó las
dioxinas, los furanos y los PCB DL y estableció una ingesta semanal
tolerable de 14 pg OMS TEQ/kg p.c./semana, a partir de estudios
toxicológicos de los efectos adversos en el desarrollo neuronal de los
recién nacidos. En los estudios publicados en Cataluña, los valores más
elevados de concentraciones también se encuentran en el pescado y el
marisco, especialmente en el salmonete y la sardina. Si consideramos la
ingesta diaria, todos los grupos de población presentan unas ingestas
por debajo del límite inferior del intervalo establecido por la
Organización Mundial de la Salud (1-4 pg OMS TEQ/kg/día). Por lo tanto,
se puede considerar que la ingesta de estos contaminantes asociada a la
dieta no representa ningún problema de salud.
La presencia de HAP en los alimentos se debe a una contaminación
ambiental o bien a una contaminación originada por los tratamientos
térmicos a los que se somete el alimento durante su elaboración. Se han
identificado cerca de 100 HAP potencialmente cancerígenos. El Comité
Mixto de la FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) y el
Grupo de Expertos de Contaminantes de la EFSA, han determinado que 16
HAP son indiscutiblemente genotóxicos y carcinógenos para las personas.
No obstante, solamente se ha demostrado que ocho de ellos tienen
capacidad cancerígena vía oral. Para el resto, se desconoce si son
cancerígenos a través de los alimentos. Según los estudios realizados en
Cataluña, solo se han detectado concentraciones significativas de HAP
en mejillones y almejas, del grupo de pescado y mariscos, siendo la
carne y derivados, los aceites y grasas, y los derivados lácteos los
grupos de alimentos más contaminados por HAP.
Finalmente, los compuestos perfluorados constituyen una familia amplia
de contaminantes, de origen antrópico, de la cual destacan el sulfonato
de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA). Algunos
compuestos perfluorados como los PFOS y los PFAS son persistentes en el
medio ambiente y se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria. La
alimentación, especialmente de los productos de la pesca, es la
principal vía de exposición del hombre a estos compuestos. En 2008, la
EFSA estableció una ingesta diaria tolerable para el PFOS de 150 ng/kg
de peso corporal y día y para el PFOA de 1,5 mg/kg de peso corporal.
Entre las especias de pescado con concentraciones más elevadas de estos
compuestos destacan la sardina, el salmonete y el lenguado.
Este último grupo de contaminantes juntamente con los PCBs diferentes
a dioxinas, los retardantes de llama bromados (BFRs), el arsénico
(orgánico e inorgánico), los compuestos de orgoestaño, los pesticidas
organoclorados y los ftalatos han sido destacados por la Directiva Marco
sobre Estrategia Marina como contaminantes prioritarios en materia de
seguridad alimentaria debido al riesgo sobre la salud humana y el
insuficiente conocimiento.
Actualmente el grupo de investigación TecnATox de la Universidad
Rovira i Virgili participa en el importante proyecto europeo
ECsafeSEAFOOD, centrado en aspectos relacionados con estos últimos
contaminantes prioritarios que se pueden encontrar en pescado y marisco.
En el proyecto se ha establecido una potente red de investigación con
18 centros de investigación especializados procedentes de diez países
diferentes. En el marco del proyecto se evalúan los niveles de estos
contaminantes emergentes y el riesgo que supone para la salud de los
consumidores europeos. También se ha realizado un estudio pionero sobre
la percepción de los consumidores de la seguridad alimentaria de los
productos procedentes del mar. A parte de profundizar en los aspectos
toxicológicos claves de estos contaminantes más relevantes, el proyecto
desarrollará una potente aplicación para la evaluación de riesgos
químicos procedentes del consumo de pescado a nivel europeo.
Recientemente, en 2013, el grupo TecnATox lanzó al mercado una nueva aplicación llamada Ribefood-2013.
Consiste en un asistente informático enfocado a optimizar la dieta
personal de cualquier individuo en función de los riesgos para la
ingesta de contaminantes ambientales, por un lado, y los beneficios a
través de los nutrientes de la otra. Incorpora módulos específicos para
personas con trastornos, como hipertensión, diabetes, enfermedad celíaca
o varias intolerancias/alergias alimentarias. La aplicación
RIBEFOOD-2013 está disponible, gratuitamente, en plataformas digitales
(AppStore y Google Play). Y es de interés para la población general así
como para profesionales del ámbito.
Como conclusión se debe destacar que, aunque el pescado y el marisco
son una de las principales fuentes de exposición a contaminantes
químicos, en ningún caso se estarían superando los niveles máximos
permitidos, y por lo tanto no suponen ningún riesgo para la salud
humana. Aun así, es importante el continuo control de estos compuestos
en los alimentos y realizar una dieta equilibrada y variada ya que el
pescado también nos aporta nutrientes esenciales para nuestro organismo,
como proteínas de alto valor biológico y en el caso de las especies de
pescado azul, recordar que son una importante fuente de ácidos grasos
omega 3 fundamentales para el correcto funcionamiento a nivel
cardiovascular.
Gemma Perelló y German Cano-Sancho | Miembro de Fundación Triptolemos
Centro de Tecnología Ambiental, Alimentaria y Toxicológica (TecnATox), Universidad Rovira i Virgili