miércoles, 21 de febrero de 2018

BUENA NOTICIAS PARA GORDAS Y GORDOS


El consumo de melatonina ayuda a quemar calorías y dejar de engordar

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La administración crónica de la melatonina, una hormona natural que el propio cuerpo secreta durante la oscuridad de la noche, produce efectos antiobesidad porque aumenta la masa del tejido adiposo marrón. Así lo revela un trabajo liderado por la Universidad de Granada que ha permitido descubrir en ratas obesas diabéticas un nuevo un mecanismo molecular que hace disminuir además la masa peligrosa del tejido adiposo blanco. 

<p>El nuevo estudio demuestra que la melatonina tiene la función de regular la obesidad en animales sin afectar la ingesta de alimentos ni la actividad física. / <a href="https://pixabay.com/es/vientre-cuerpo-ropa-dieta-mujeres-2473/" target="_blank">Pixabay</a></p>
El nuevo estudio demuestra que la melatonina tiene la función de regular la obesidad en animales sin afectar la ingesta de alimentos ni la actividad física. / Pixabay
La obesidad tiene un gran impacto en la salud de la población. En la actualidad, se calcula que es responsable de hasta tres millones de muertes al año. Los países con tasas más altas de obesidad, de más del 30%, son Estados Unidos, los países del Golfo Pérsico, con una prevalencia de entre el 31% y el 35%. En España, se observa un aumento gradual y constante de las tasas, que llegan ya al 27%.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Granada (UGR), el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid y el Centro Científico de Salud de la Universidad de Texas (EE UU) ha descubierto un nuevo mecanismo molecular de los efectos antiobesidad que tiene la administración crónica de melatonina, una hormona natural que el propio organismo secreta durante la oscuridad de la noche, principalmente por una glándula llamada, glándula pineal.
Para realizar esta investigación, que publica la revista Journal of Pineal Research, se administró de forma recurrente-crónica melatonina a un grupo de ratas obesas diabéticas.
“Los resultados han sido sorprendentes, pues los animales que fueron tratados con melatonina vieron cómo no solo aumentaba la masa tejido adiposo marrón, sino que también mejoraba la actividad termogénica de su cuerpo y, paralelamente, disminuyó la masa del tejido adiposo blanco peligrosa, la central o la visceral”, explica el autor principal del trabajo, el catedrático de Farmacología Ahmad Agil Abdalla, miembro de Centro de Investigación Biomédica (CIBM) de la UGR, del Instituto de Investigación Biosanitaria ibs. Granada y del Instituto de Neurociencias de la UGR.

La proteína responsable del adelgazamiento
Los resultados del trabajo demostraron que la melatonina está estrechamente ligada con la pérdida de ganancia de peso corporal, ya que a nivel del tejido, aumenta la cantidad de la grasa marrón; y a nivel de los órganos, aumenta la masa y funcionalidad mitocondrial entre otros.
“Entre nuestros hallazgos, tenemos que destacar el aumento de la capacidad termogénica molecular mitocondrial, al incrementar la expresión de los niveles de la proteína UCP1-mitocondrial (termogenina), que es la responsable de la quema de calorías y el adelgazamiento”, señala Agil.
Estudios previos de varios grupos internacionales (incluido el grupo de investigación de la UGR) ya demostraron que la melatonina posee potentes efectos antioxidantes, antiinflamatorios y anti-obesogénicos. Con respecto al efecto anti-obesidad, podemos afirmar que se realiza por dos mecanismos termogénicos en dos dianas o tejidos; debido a que la melatonina tiene la capacidad de convertir la grasa blanca subcutánea en grasa beige, y de aumentar tanto la cantidad y como la actividad termogénica de la grasa marrón.
“Hemos demostrado que la melatonina tiene la función de regular la obesidad en animales, pero eso sí, sin afectar la ingesta de alimentos y tampoco afecta la actividad física. De ahí que pensamos que podría ser una herramienta más para luchar contra la obesidad, además de reducir el consumo de energía a través de la dieta y forzar el gasto de energía, principalmente realizando más actividad física más aun en temperatura ambiente fría para aumentar el gasto calórico”, señala el catedrático de la UGR.
En la actualidad, el grupo de investigación de la UGR que ha desarrollado este trabajo está interesado en colaborar con empresas que deseen ayudar a la comercialización de una patente, y está llevando a cabo más ensayos con otra molécula, agonista de la melatonina.

LA MAFIA DE LAS PUBLICACIONES MEDICAS QUE NO SIRVEN PARA NADA

LA LEY DE CIENCIA QUERÍA FOMENTAR EL 'OPEN ACCESS'

Elsevier paralizó una ley clave para proteger su millonario monopolio en España

La Ley de la Ciencia prevé desde 2011 que el modelo de publicación cambie, pero la millonaria posición dominante de la compañía editorial holandesa impide al Gobierno actuar

Foto: Montaje: Enrique Villarino.
Montaje: Enrique Villarino.
La revelación hace unos días en El Confidencial de los millones de euros que las universidades y centros de investigación españoles gastan cada año en suscripciones a revistas científicas (solamente unos 25 millones anuales van destinados a la principal editorial, Elsevier) ha provocado que, esta semana, el grupo de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados haya planteado una pregunta clave: "¿Piensa el Gobierno actuar de algún modo para conseguir mejores condiciones, tal y como hacen otros países?",
Pero, en realidad, el Gobierno lleva bastante tiempo pensando en este problema. Al menos, desde finales de 2014.
No solo porque sea bastante superior al que están pagando otros países del mundo, sino porque además mantiene paralizada la aplicación de la Ley de la Ciencia. Esta legislación, aprobada en 2011, nunca ha podido llegar a ser implementada en su artículo 37, que obliga a que los trabajos científicos financiados mayoritariamente por los Presupuestos Generales del Estado deben ser hechos públicos.
"Ese artículo es muy bueno", explica a Teknautas Rafael de la Llave, matemático español actualmente empleado en la universidad de Georgia Tech, uno de los pioneros en denunciar los abusos de las grandes editorialescientíficas y que en su momento participó en la redacción del citado artículo 37, "por desgracia esa ley nunca la han implementado, el propio Gobierno está violando la Ley de Ciencia".
Siete años después, ni se ha habilitado un repositorio donde poder acceder a todos estos artículos libremente —al estilo del portal PubMed puesto en marcha por Estados Unidos— ni se ha avanzado demasiado en que los investigadores hagan públicos sus trabajos.
Al igual que ha ocurrido en Alemania, donde las negociaciones con Elsevier están encalladas, en nuestro país se puso en manos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) llegar a un acuerdo con el gigante holandés para empezar a abrir el camino del 'open access'. Según fuentes conocedoras de la situación, a lo largo de 2016 se produjeron 15 reuniones "a cara de perro" entre representantes españoles y de la editorial.
Los dos objetivos de nuestros representantes eran, primero, lograr una rebaja en los servicios actuales contratados con Elsevier (Scopus y Web of Science, repositorios de 'abstract' y citas), y segundo, lograr un precio único para todas las instituciones del país del servicio Science Direct. Aquí está la madre del cordero, ya que esta suscripción es la que garantiza el acceso a las revistas científicas de Elsevier.
El dominio que Elsevier tiene en el mercado de revistas científicas impide a España poner en marcha el artículo 37 de la Ley de la Ciencia
Según se detalla en sus memorias de los últimos años, la Fecyt lleva desde al menos 2014 persiguiendo lograr de Elsevier una 'licencia nacional', una tarifa plana para que cualquier centro de investigación del país tenga acceso a este repositorio de revistas y estudios científicos. Sin embargo, solo pudieron obtener una rebaja en los incrementos de precio que el gigante editorial aplica cada año, siempre y cuando se firmaran con Elsevier contratos plurianuales. Según cálculos de la fundación, esta rebaja se elevaría a unos tres millones de euros en su conjunto.
Esto explica también que, como informábamos la semana pasada, varias universidades pasaran de contratar el servicio Science Direct anualmente hasta 2016 para pasar a contratar por tres años en 2017, justo hasta la entrada en vigor de la ley europea que obligará a publicar en abierto estudios financiados con fondos comunitarios.
El otro gran objetivo de España que los negociadores de la editorial holandesa hicieron descarrilar fue "iniciar el camino hacia el cambio de modelo de pago por suscribir a pago por publicar", eso que habitualmente se conoce como 'open access'. Sin embargo, los responsables de Fecyt, en su última memoria anual, detallan que este objetivo no pudo conseguirse "dada la posición dominante de Elsevier en el mercado".

Al asalto de Elsevier

El 'open access' o acceso abierto representa otro modelo de negocio, igualmente capitalista pero adaptado a la nueva realidad de la ciencia... y de la vida digital. Consiste básicamente en que el autor —o su institución— paga a la editorial una cantidad de dinero por publicar el estudio. A partir de ahí, los derechos son del autor y el fruto de su investigación es libre para ser consultado por cualquiera, siempre de forma gratuita.
Facundo Santomé es biólogo, pero actualmente trabaja en MDPI, una editorial 'open access' que emplea a 1.000 personas en todo el mundo. De ellas, 50 trabajan junto a Santomé en Barcelona, pero prevén doblar en un futuro próximo la cantidad de empleados en la sede catalana. MDPI fue fundada en 1996 en Basilea, Suiza, por un biólogo molecular chino llamado Shu-Kun Lin.
"Nosotros no cobramos nada en suscripciones, ni a investigadores ni a universidades", explica Santomé, "simplemente por la publicación"
"Nosotros no cobramos nada en suscripciones, ni a investigadores ni a universidades", explica Santomé. "Simplemente cobramos por la publicación". Este canon está en torno a 300 euros por artículo, aunque en el caso de nuevas revistas, suelen esperar hasta los dos o tres años para empezar a cobrar a los autores, una vez la revista ha sido indexada. O lo que es lo mismo, ha ganado respeto académico.
La revisión por pares o 'peer review' es una de las cosas que separan las revistas de calidad del resto. En las editoriales tradicionales, esta es una tarea que otro investigador en la misma disciplina realiza gratuitamente, pero en esta editorial suizo-china lo que hacen es ofrecer a los 'reviewers' unos 250 euros en descuentos acumulables por artículo revisado. "De esta forma, una persona que haya revisado varios artículos no tendría que pagar nada cuando publicara el suyo", explica Santomé.

Los actores del nuevo modelo

El modelo abierto no es perfecto, y genera dudas sobre, por ejemplo, quién debe quedarse con los derechos de autor, si el científico o la institución donde trabaja. Pero sin duda resuelve muchos de los problemas derivados de vivir en una sociedad digital. Por ejemplo, un investigador puede colgar sin problemas un trabajo suyo 'open access' en Facebook, LinkedIn o ResearchGate sin problemas. Sin embargo, si este artículo ha aparecido en una revista tradicional, estaría infringiendo el 'copyright' del artículo, propiedad de la editorial pese a que el trabajo sea una obra intelectual del científico, financiada con dinero público y cedida gratuitamente a la revista de turno.
"Es trabajo del investigador, obra suya, y le pertenece: nosotros simplemente lo publicamos", explica Santomé.
MDPI está ahora mismo en segundo lugar de la clasificación de grandes jugadores en 'open access'. ¿Los líderes? Springer-Nature, dos editoriales tradicionales unidas y reconvertidas al acceso abierto que están rompiendo el mercado. Mientras la clásica revista 'Nature' sigue saliendo cada miércoles para devorar su parte del pastel tradicional, los responsables de la editorial están aprovechando el tirón de la cabecera para lanzar nuevas revistas en 'open access' como 'Nature Communications'.
Esto ayuda a los nuevos 'journals' a alcanzar un factor de impacto alto, que es lo que primero buscan los investigadores a la hora de publicar sus artículos. En MDPI, Santomé concreta que tienen 27 revistas con factor de impacto y otras 110 indexadas.
Muchos otros actores están preparando el camino para saltar a la yugular de las editoriales científicas tradicionales, especialmente a partir del año 2020. La española Scipedia, por ejemplo, propone una plataforma mixta donde los científicos puedan promover sus trabajos (como en ResearchGate o Academia), publicar bocetos de sus artículos o 'pre-prints' (como en arXiv), o incluso crear sus propios repositorios de datos o revistas 'open access'.
Julio García Espinosa, socio director del proyecto, tenía por delante el reto de digitalizar una revista sobre métodos numéricos en ingeniería, editada en papel y llamada 'RIMNI'. "Cuando tuvimos que transformar nuestra vieja revista de papel en una digital, comenzamos un debate que no hizo más que crecer", dice a Teknautas, "y que incluía conceptos que iban más allá del ámbito de la publicación, lo que se llama ahora 'ciencia abierta' y que no se restringe a la difusión del trabajo sino que incorpora nuevas formas de hacer ese trabajo".

Contra la ciencia a bulto

Este tipo de movimientos aprovecha además un momento crítico contra editoriales tradicionales, acusadas de hacer 'fardos' de múltiples revistas científicas para obligar a las instituciones a suscribirse a ellos, en lugar de solamente a las revistas que les interesan.
Cuatro economistas estadounidenses lograron demostrar esta oscura política de 'fardos' practicada por las grandes editoriales científicas en un artículo publicado en 'PNAS' en 2014. Para obtener los datos de editoriales como Elsevier, Springer, Sage o Wiley, Thomas Bergstrom (Universidad de California) y sus compañeros se vieron forzados a recurrir a peticiones de información pública, las conocidas FOIA, para superar las cláusulas de confidencialidad entre editoriales y bibliotecas. Entre otras cosas, descubrieron que sus precios por artículo eran tres veces superiores a los de editoriales sin ánimo de lucro como Oxford University Press o la American Chemical Society.
La UE lleva desde 2012 tratando de domar a editoriales como Elsevier para facilitar el acceso abierto. (Reuters)
La UE lleva desde 2012 tratando de domar a editoriales como Elsevier para facilitar el acceso abierto. (Reuters)
"Si soy un médico especializado en hígado, no puedo dejar de comprar una revista específica, pero solo necesito esa", explica De la Llave, "las editoriales aprovechan y te colocan un paquete donde están esa y muchas otras que no necesitas".
Ahora, movimientos como The Cost of Knowledge se han propuesto acelerar la transición a otros modelos de publicación. Actualmente, 16.963 científicos de todo el mundo han suscrito la protesta, comprometiéndose a no publicar, actuar como revisores o realizar trabajo editorial alguno para Elsevier. Entre ellos, por supuesto, muchos investigadores, médicos o profesores universitarios españoles.