domingo, 20 de enero de 2013

COMUNICANDO QUE ES GERUNDIO

Ferrán Ramón-Cortés

'Recibimos muchos más palos que zanahorias'

Ferrán Ramón-Cortés. | El Mundo
Lo suyo era la publicidad, donde trabajó durante 19 años, pero "por propia mala experiencia" se dio cuenta de que, uno de sus problemas, era la mala comunicación que tenía con los demás. De esa debilidad generó una fortaleza, la curiosidad y el entusiasmo por este tema, y dio un giro a su vida profesional. Hace ocho años empezó a compaginar su trabajo con la comunicación de forma profesional y, desde hace cuatro, la dedicación es completa. Este catalán (Barcelona, 1962) licenciado en Económicas y Empresariales por ESADE acaba de publicar 'La química de las relaciones' (Planeta), un libro en el que explora qué comportamientos son buenos para fortalecer nuestras relaciones personales y laborales y cuáles van inclinando, como el plomo, nuestra balanza emocional.
Desde '5 Fars', Instituto de diagnóstico y entrenamiento de las habilidades de comunicación, realiza talleres y cursos para empresas, instituciones y profesionales que abarcan desde la forma de hablar en público, las relaciones interpersonales y cómo conectar con los demás dentro del ámbito empresarial.
¿Existe mucha demanda de estos cursos?
Mucha. Por mis talleres, ya han pasado 10.000 alumnos. Al principio demandaban más herramientas para hablar en público, pero ahora es la comunicación interpersonal lo que más preocupa. La mayoría de mis alumnos vienen por una inquietud de sus empresas, que ahora están más preocupadas en abordar este tema, pues hay un desgaste a nivel de relaciones humanas en sus organizaciones.
¿Cómo podemos tener nuestra balanza emocional equilibrada?
La neurobiología dice que una persona tiene su balanza emocional equilibrada si recibe cinco alabanzas por cada crítica, pero mi idea es que esto varía. Si una persona tiene una autoestima alta y una sensibilidad baja, necesitará menos halagos, y si es al contrario, precisará más. Pero lo que es seguro es que nos afecta más lo negativo que lo positivo.
¿Habitualmente se da esa proporción?
No. Recibimos muchos más palos que zanahorias. Esto, a nivel personal, genera que la relación se rompa, porque empiezas a tener menos interés en estar con esa persona que tanto te critica. En el ámbito profesional, lo que provoca es una caída de la autoestima brutal. Si te dicen que lo haces mal, creerás que es así y, por tanto, terminarás haciéndolo mal. Es una mala estrategia porque la crítica constante colapsa y la gente no da más de sí.
¿Cree que las empresas están actuando adecuadamente en esta situación de crisis?
De la crisis se sale cuando todo el mundo da lo mejor de sí. Yo les recomiendo a las empresas que, si tienen que hacer un ERE, cuiden mucho el proceso y que mimen extraordinariamente a los que se quedan. Sólo de esta manera funcionará. Porque tener menos gente y desmotivada, es el camino al fracaso. Lo que estoy viendo es que se está apretando mucho a los trabajadores y eso no funciona, porque el miedo paraliza.
¿Cuánto 'plomo' aguanta una relación?
Nadie queremos relacionarnos con una persona que afea lo que decimos. Es una cuestión de salud mental. Si no recibes cosas positivas, vas a querer cortar con esa pareja. Por eso las relaciones demasiado exigentes acaban rompiéndose. No nos hacen crecer. Si quieres que una persona cambie, refuérzale lo positivo pero no le recuerdes lo negativo.
¿Qué consejo nos da a la hora de relacionarnos?
Hay que protegerse de las personas que suponen una carga negativa.
¿Cómo se hace si es un jefe?
Le puedes decir que estás sufriendo y que hay que cambiar algo.
Pero, ¿es fácil hablar con los jefes?
No, es muy complejo. Pero la culpa no es toda del jefe. El empleado tiene muchos prejuicios porque muchas veces se puede dialogar. Aunque es verdad que este tipo de conversaciones son delicadas, porque estamos hablando de emociones, no es fácil empezar. Hay que ser valientes y el más valiente no es el que más manda, es el más valiente. De todas formas, en las empresas faltan muchas horas de diálogo. Estamos centrados en lo que hay que hacer. Si nos comunicáramos más, se ganarían horas de productividad.
¿Se comunican bien los directivos españoles?
Depende más de la experiencia que de las habilidades. Nuestros directivos dedican poco tiempo a la gente y tienen poca sensibilidad a la parte de la comunicación. Es una asignatura pendiente, que está relacionada con la eficiencia. Hay muchas decisiones que son correctas y que se estropean porque están mal comunicadas, mal anunciadas.
Y nuestros políticos, ¿cómo se comunican?
Soy ultracrítico con ellos. Son políticos hablando a políticos, que se lanzan mensajes en claves internas. Están absolutamente desconectados de la ciudadanía. Nos hablan de cosas que no nos interesan, nos mienten, están en su mundo, en su 'Show de Truman'... Hay mucho trabajo que hacer, pero no tienen mucha sensibilidad para hacerlo.
En España, ¿nos educan a dialogar en los colegios?
No. La habilidad de comunicarse y de relacionarse son asignaturas que deberían estar en la escuela. Se debería trabajar en los principios básicos de la empatía, la asertividad, en la escucha... Es muy necesario.
La persona empática, ¿nace o se hace?
Hay gente que tiene esta capacidad innata hacia la empatía, pero se puede aprender a empatizar y a comunicar. Veo pocos profesionales que no progresen por una limitación en un conocimiento técnico, pero sí veo muchos que no llegan a más por su incapacidad para relacionarse.
¿Hay alguna buena noticia relacionada con el campo de la comunicación en España?
En las escuelas de negocio, cada vez hay más sensibilidad en estos temas. En tiempos difíciles, se presta más atención a todo esto. Hace unos años no te escuchaba nadie, ahora hay gente dispuesta a resolver problemas de este tipo.
¿Los periodistas comunican bien?
Sí, porque tenéis ganada la habilidad de la escucha y eso es fundamental. La mala comunicación empieza por la mala escucha. Los periodistas son más perceptivos y sensibles. Como colectivo hacéis un buen trabajo.