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martes, 11 de diciembre de 2018
Un nuevo adhesivo de uso médico que se puede retirar sin dolor
Un equipo de la Universidad de Alicante ha desarrollado y patentado un pegamento biocompatible y transparente, que ofrece una gran tolerancia y puede ser retirado sin dolor enfriando ligeramente la zona.

Imagen nuevo material con propiedades excelentes para vendajes y apósitos médicos. / UA
Investigadores del Laboratorio de Adhesión y Adhesivos de la Universidad de Alicante (UA) han desarrollado y patentado un adhesivo capaz de pegarse a la piel con una ligera presión. Además de ofrecer una gran tolerancia, este nuevo poliuretano no deja residuos y puede ser retirado sin dolor enfriando ligeramente la zona.
Biocompatible y transparente, este avance en el sector de los biomateriales está pensado para productos médicos aunque también tiene unas propiedades excelentes para el etiquetado y transporte de mercancías o alimentos refrigerados.
En el sector sanitario el uso de poliuretano está muy extendido por su gran compatibilidad con los tejidos humanos, pero su principal inconveniente es su escaso nivel de pegajosidad. Gracias al trabajo de los investigadores de la Universidad de Alicante se ha superado esta barrera obteniendo un adhesivo inteligente, sensible a la presión y que puede ser adaptado a las necesidades de aplicación en distintos sectores.“Nuestro principal objetivo ha sido desarrollar un material similar al de las tiritas o vendajes con la propiedad de pegarse a la temperatura de la piel, unos 37°C. Al enfriarlo a temperatura ambiente, 20-25°C, se elimina sin ningún tipo de esfuerzo ni tirones”, señalan los creadores del nuevo adhesivo, los investigadores Mónica Fuensanta y José Miguel Martín. Su gran potencial radica en evitar a los pacientes las molestias habituales al desprender vendajes y apósitos quirúrgicos.
“Existe un buen número de adhesivos sensibles a la presión en el mercado pero todos ellos requieren de aditivos. El adhesivo desarrollando en la UA no requiere de ninguna sustancia añadida porque la estructura del poliuretano se determina a través de su formulación”, explican los investigadores.
Composición y condiciones de síntesis
En concreto, se han optimizado formulaciones en distintos rangos. El primero, entre 10°C y 39°C, focalizando el punto óptimo de adhesión a 37°C, y una menor o nula adhesión a una temperatura inferior a 25°C. Parámetros ideales para su uso en contacto con la piel en el ámbito médico y farmacológico.La principal característica del material es que variando ligeramente la composición y condiciones de síntesis se obtienen adhesivos con índices de pegajosidad concretos que operan en unos rangos de temperatura cortos y determinados. “Mediante unas formulaciones sencillas hemos sido capaces de cambiar el rango de temperatura en el que se produce el pegado”, dice José Miguel Martín.
El segundo, entre 5°C y 20°C, para aplicaciones especiales como el etiquetado y transporte de mercancías a temperatura ambiente (alimentos frescos, bebidas…). Y, por último, entre -10°C y 5°C, para el transporte de mercancías refrigeradas.
“Muchos de los productos que consumimos habitualmente deben operar en condiciones de temperatura muy concretas. El buen estado del etiquetado puede ser un indicador de que el paquete ha mantenido las condiciones de temperatura preestablecidas a lo largo del tiempo”, destaca Mónica Fuensanta.
DE QUE HABLAMOS,DE LAS PUTAS O LA PROSTITUCIÓN ?
Entrevista a Srta Bebi: "Pretty Woman es un blanqueamiento brutal del sistema prostituyente"
Acaba de publicar 'Memorias de una salvaje' en la que hacer un relato descarnado de la trata de mujeres en España

'Memorias de una salvaje', editada por Planeta, es la primera novela de la activista @srtabebi
‘Memorias de una salvaje’ (Planeta) es una novela descarnada sobre la trata de mujeres en España. Es la primera obra narrativa de la activista anónima @Srtabebi, que acumula casi 600.000 seguidores en Twitter. De ella sabemos que acaba de cumplir 26 años y que es criminóloga. No le gusta dar detalles de su vida personal porque cree que lo importante no es ella sino su mensaje en defensa de la igualdad y de las mujeres.
Eres una conocida tuitera que escribe desde el anonimato. ¿Es correcto hablar de ti como personaje?
No me gusta hablar de personaje porque la que escribe soy yo desde un seudónimo y desde un avatar. Bebi es mi alter ego, pero personaje no.
¿Por qué has elegido el anonimato?
Surgió de manera natural. Empecé en redes sociales escribiendo como la persona física que hay detrás pero cuando empezó a subir el número de seguidores decidí escribir con pseudónimo. Me interesaba más porque quería hacer una crítica del cliclé de rubia tonta, la típica mujer heteronormativa a la que la gente no toma en serio pero que luego tiene un discurso muy ácido y muy contrario, muy reivindicativo. Pensé entonces ‘pues mira, desde un avatar de Barbie, me burlo mejor’.
¿Ha sido siempre el mismo avatar?
Sí. No lo he cambiado nunca, estoy muy cómoda con él.
"Mi discurso siempre se banalizaba y así nació Bebi"
Te presentas con lo siguiente: “He venido a demostrar que puedo ser más gilipollas. Mama, si ves esto he sido yo. No me gustan ni los clasistas ni los prepotentes ni las personas. Soy rubia”.Explícame qué hay detrás de esa presentación tan ácida.
Es toda una burla a mí misma. Me encanta reírme de mí. La capacidad de reírse de uno mismo es súper útil para los tiempos que corren. Con lo de ‘no me gustan las personas’, exagero un poquito. Siempre digo que me gustan pocas personas pero las que me gustan me gustan mucho. Mi estilo es un tono un poco borde.
Estaba un poco cansada de que la gente no me tomara en serio. De que se fijara en una fachada, un físico, una voz, una edad… Y consideraba que tenía algo más que decir. Mi discurso siempre se banalizaba y así nació Bebi.
Mucha gente utiliza el anonimato en las redes para decir auténticas barbaridades ¿qué te parece?
Algunos dicen eso de mí. Soy partidaria de la libertad de expresión en casi todas sus vertientes y en casi todos los ámbitos. ¿Qué es la libertad de expresión? ¿La libertad de expresión se acaba en lo que me ofende a mí? ¿En lo que ofende a un colectivo? Yo creo que esto forma parte de una escalera. Cuando lanzas un mensaje desde una posición superior hacia una posición inferior y ese mensaje es ofensivo, no estás ejerciendo tu libertad de expresión sino tu posición superior. Creo que lo dirimiría así, pero es muy difuso el término.
¿Por qué piensas que consigues mejor tu objetivo a través de Srta Bebi?
Así es, pero no tiene que ver con la protección individual sino con el discurso colectivo. Las chicas jóvenes y no tan jóvenes son capaces de apropiarse de mi discurso porque no soy yo, soy ellas y eso propicia mucho más que el discurso se colectivice.
¿Te gusta que te etiqueten de feminista?
Defiendo el feminismo radical a muerte.
"El 8 de marzo se produjo una unión intergeneracional y me parece súper emocionante"
¿Cómo ves en este momento el movimiento feminista, en un año como 2018 en el que se ha celebrado la primera huelga feminista mundial?
El 8 de marzo se produjo una unión intergeneracional que todas hemos sentido así y me parece súper emocionante. Lo veo muy fuerte y es gracias a las redes sociales, que han sido de gran ayuda despertando actos de solidaridad en muchos puntos del planeta. Esa comunicación en red ha propiciado un discurso más cohesionado y coetáneo. Todas estamos aquí y ahora unidas. La cuarta ola del feminismo está siendo potente y emociónate.
Vamos a hablar de tu libro. En ‘Memorias de una salvaje’ haces un descarnado retrato de la trata de mujeres en España a través de los ojos de Kassandra, una joven de 19 años. ¿Qué hay de ficción y qué de realidad en el libro?
Todo lo social de la novela está basado en hechos reales. Es un problema del que se habla mucho pero no se entiende mucho. Ves el telediario un día y se habla del clan, que se obliga a las mujeres a comerse el dinero, de que se ha desmantelado una red de trata de mujeres… Y ya está. Mientras, tenemos chicas de mi edad en el club de la esquina, esclavizadas, pagando una deuda que no les corresponde y violadas todos los días. Creo que era una historia necesaria de contar porque es muy real. Está narrada de forma descarnada porque era lo que se tenía que hacer en este tema en concreto. De ficción está el thriller.
¿Cómo te has documentado para hacer una novela como ésta?
Soy criminóloga y tengo dos especializaciones, una en violencia de género y otra en criminalidad organizada. Si aunamos ambas ¿qué te queda? La trata de mujeres con fines de explotación sexual. Así que ya tenía bastante documentación. Solo tuve que compilarlo todo y releerlo.
La novela llega en un momento de mucho debate con el tema de la prostitución ¿crees que hay una cierta permisividad en la sociedad hacia la prostitución y especialmente hacia los consumidores de prostitución?
Si la prostitución existe es porque es útil para alguien y para algo en concreto. Es útil para alguien, que es el consumidor, y es útil para algo, que es el sistema. Tengamos claro que se encuentra tan enraizada porque es muy útil para la continuidad del sistema, un sistema en el que la mujer está justo debajo, aguantando el peso del sistema, como pilar.
¿Crees que los partidos políticos están dando respuesta a este problema?
No, pero no solo la política. Desde la sociedad en general existe un adormecimiento con respecto a la trata de mujeres brutal. Dejamos correr el agua pero nos moja a todas: aunque no estemos nosotras en el burdel, somos mujeres y se lo hacen por el hecho de ser mujer. Es violencia de género estructural y lo veo todo mal. Soy muy pesimista al respecto.
"La sociedad blanquea la prostitución forzada"
¿Qué tipo de actitudes machistas son las que más te molestan hacia las mujeres?
Las que más se permiten son las que más me molestan. Las que no se permiten me duelen mucho: la crueldad del machismo, que un hombre se pase la vida pegando a su mujer me duele muchísimo, o una violación en masa... Pero las que más me molestan son las que más se permiten: el machismo cotidiano, los micromachismos, ese laissez faire de la sociedad… Y yo ahí me enervo porque la sociedad blanquea la prostitución forzada. Irse de putas es normal, celebrar que ha salido bien algo en la empresa es lo normal, celebrar tu 18 cumpleaños yendo de putas es lo normal o que tu padre te lleve a perder la virginidad en un burdel… En mi barrio es lo normal.
La normalización de la violencia estructural contra las mujeres es lo que más me molesta y hay todo un sistema que nos violenta a las mujeres que es el sistema patriarcal y hasta que no lleguemos a la raíz de eso no vamos a poder entender por qué un hombre llega a pegarle 40 años a la mujer sin que pase nada.
Cuando empezaste con este proyecto, a escribir esta historia, tu entorno te dijo que ‘a nadie le interesa la historia de una puta’. ¿Qué diferencia hay entre la historia que nos cuentas y la edulcorada de la Pretty Woman que interpretó Julia Roberts?
La diferencia es que una es verdad y otra es mentira. Pretty Woman es un blanqueamiento brutal del sistema prostituyente. Nos la colaron genial con esa estela del romanticismo, en una historia de amor que parecía muy poco tóxica y era súper novedosa: se enamora de la prostituta y la trata genial, en una relación en la que el sexo no es tan falocéntrico… No, esto no pasa, no pasa nunca. La diferencia no es que sea abismal. Es la antítesis.
El imperio farmacéutico que provocó miles de adicciones a un analgésico

Los Sackler están en el origen de miles de adicciones, pero se las han apañado para lavar su nombre a golpe de dineroOtros
GANARON. SU apellido refulge en las fachadas más prestigiosas de este mundo: los Sackler lo han esculpido, a fuerza de donativos de millones, en salas e institutos del Louvre, el Guggenheim, el Metropolitan, Harvard, Columbia, Stanford, Oxford y docenas más; si nada lo remedia, allí estarán por siglos. O no.
Los primeros Sackler fueron tres hijos de inmigrantes polacos que nacieron en Brooklyn entre 1914 y 1920, estudiaron medicina y fundaron, en los 50, una pequeña compañía farmacéutica, Purdue Pharma. El mayor, Arthur, era un gran vendedor: sus técnicas de marketing cambiaron la forma de comercializar medicinas y llenaron las arcas de los tres hermanos. Pero su éxito mayor empezó en 1995, siete años después de su muerte: fue entonces cuando los dos menores, Mortimer y Raymond, lanzaron el Oxy-Contin —que, desde entonces, ha producido más de 30.000 millones de euros.
Oxy-Contin —que en España se llama Oxycodone— es un invento astuto: una pastilla que libera poco a poco un opiáceo conocido, la oxicodona, muy eficaz como analgésico. El mecanismo permite que la droga actúe durante ocho, diez, doce horas; su difusión fue veloz y sus efectos discutidos: mucha literatura médica lo acusa por la epidemia de adicciones que ha vuelto a sacudir a los Estados Unidos en las últimas décadas. Porque el Oxy-Contin se usa para tratamientos prolongados y, como todas las drogas, necesita dosis crecientes para producir los mismos efectos. Y porque hubo quienes descubrieron que, si abrían la cápsula y la molían, la podían inhalar o inyectar —y que la dosis masiva, liberada de su mecanismo de regulación, les procuraba tremebundo viaje. Ahora, un estudio del National Institute on Drug Abuse americano dice que el 10% de los usuarios de esos analgésicos se hace adicto y que la mitad se pasa a la heroína. Aprendimos a pensar que el tiempo es una flecha lanzada hacia delante, que lo que queda atrás se quedó atrás —y en verdad vuelve tantas veces. Hace 30 años la heroína era epidemia; hace 15 parecía superada; en Estados Unidos, ahora, cada día mata a 115 personas y 50 bebés nacen adictos.
Purdue Pharma y los Sackler se ponen de perfil. La empresa paga institutos, médicos y estudios que dicen que la culpa no es suya sino de los consumidores. Y, pese a la catarata de denuncias, nunca fue condenada porque sus abogados siempre arreglan por mucha plata antes del juicio. Mientras, sus dueños siguen limpiando sus nombres a golpe de millones. Como decía hace más de cien años un directivo del Metropolitan Museum de Nueva York —citado por The New Yorker en un artículo excelente— para pedir donaciones a los millonarios de entonces: “Piensen ustedes que la gloria puede ser suya si siguen nuestros consejos y convierten puercos en porcelana, granos en cerámicas antiguas, el rudo plomo del comercio en mármol esculpido”.
Entonces se llamaba beneficencia o, mejor, filantropía; ahora se llama responsabilidad social. De “hacer el bien” o “amar a los hombres” pasamos a “hacerse responsable”. Los nombres cambian y designan lo mismo: alguien que consigue apropiarse de muchas riquezas entrega unas pocas para dorar su imagen. Petroleros que calientan la atmósfera, financistas que empobrecieron a millones, fabricantes de drogas que matan dentro de la ley imponen sus nombres a la cultura, la solidaridad, la ayuda humanitaria.
Es un sistema de estos tiempos: los riquísimos no solo controlan los mercados; también controlan los trabajos que pretenden reparar los daños que esos mercados causan. Que alguien posea miles de millones es monstruoso: que los use para decidir a quién se ayuda es la guinda del pastel. Son dineros que deberían entregar en impuestos para que los Estados definan, según los mecanismos democráticos, qué vidas mejorar con ellos, cómo. Y, en cambio, gracias al desprestigio de esos estados y a sus batallones de abogados fiscalistas, los que deciden son Gates, Soros o Sackler. Y esperan, faltaba más, que se lo agradezcamos.
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