lunes, 20 de febrero de 2017

SUSANA NO SANA

Por una sanidad digna y de calidad

El éxito de la convocatoria de la Marea Blanca de Cádiz obliga a la Junta a mover ficha



La Marea Blanca ha logrado poner contra las cuerdas a la Junta. Todo empezó en Granada con una medida que tenía como objetivo la unificación de hospitales y la reordenación de los servicios. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de cientos de usuarios que veían como sus derechos eran anulados por un nuevo ajuste presupuestario. La población se unió de forma masiva para gritar ¡basta ya¡ a un lustro de recortes, que han terminado por pasar factura al sistema sanitario andaluz. La movilización de Granada se extendió como un reguero de pólvora hacia otras localidades, donde los usuarios han mostrado su repulsa a una política de austeridad que ha dejado a la joya de la corona completamente desnuda.
La Marea Blanca de Cádiz logró reunir ayer en la capital a unas 9.000 personas en favor de una sanidad digna y de calidad. La capital no albergaba una protesta de esta envergadura desde el cierre de Delphi. La Marea ha logrado juntar en un mismo foro a pensionistas, parados y distintos colectivos sociales. Se sienten orgullosos de su independencia, ya que no responden a ninguna ideología ni están vinculados con organización política alguna. La respuesta a la convocatoria obliga ahora a la Consejería de Salud a mover ficha y a dar una respuesta seria, clara y contundente a las demandas de este importante colectivo social, cuyo portavoz en la provincia es el médico Antonio Vergara.
El nuevo movimiento, que brota como hongos en todas las capitales de provincia, está dispuesto a presentar batalla ante las administraciones públicas, en especial ante la Junta, hasta lograr una solución definitiva que devuelva a la sanidad pública su dignidad. La movilización ha llevado al consejero a abrir la puerta del diálogo y a tender la mano para buscar una solución conjunta a los problemas. La marea gaditana ha redactado un manifiesto reivindicativo que está resumido en 14 puntos claves. Se opone al cierre programado de los recursos sanitarios en periodos vacacionales y rechaza la no amortización del personal por baja laboral o jubilación. El colectivo exige un plan de mejora de la Atención Primaria y otro de listas de espera. La Junta tiene ahora la última palabra.

QUE TE DEN POR CULO...SI TE GUSTA

El último tabú médico: los cuerpos extraños en el recto

Un antropólogo denuncia "la estigmatización" del placer anal en la literatura científica

Radiografía de un hombre de 68 años con un destornillador en el recto, en Cartagena.
Un día de 2015, un hombre de 50 años acudió a Urgencias del Hospital Universitario de Getafe. Tenía, según su relato, estreñimiento. En la radiografía no se veía nada raro, así que los médicos le pusieron un enema de limpieza. Al cabo de unas horas en observación, el hombre no aguantaba el dolor abdominal. “Tenía taquicardia y sudores”, recuerda una de las médicas que le atendieron, Myriam Valdés. Un escáner de emergencia reveló entonces “un objeto extraño en el colon” y una peritonitis fecaloide como consecuencia de una perforación del intestino. En el quirófano, los cirujanos se toparon con una zanahoria de 20 centímetros insertada por vía anal.
El hombre no había dicho nada de la hortaliza durante horas, pero después de la operación relató que se la había introducido “porque había leído por internet que era bueno para las hemorroides”, según recuerda Valdés. La literatura científica está llena de casos similares. El Hospital Universitario Doctor Josep Trueta, en Girona, recibió un día a un hombre de 67 años que se había metido una manzana por el ano 24 horas antes. Otros casos son más extremos, como el vivido el año pasado en el Hospital Valle del Nalón, en Riaño (Asturias). Un chico de 29 años se presentó en Urgencias con dolor abdominal, tras una noche de borrachera y consumo de cocaína, según su versión. Decía no recordar nada. Los médicos le encontraron dos botes metálicos de desodorante, de unos 25 centímetros cada uno, en recto y colon.
Un hospital de Getafe atendió a un hombre de 50 años con una zanahoria de 20 centímetros en el recto
“La presencia de un objeto en el recto ha sido durante mucho tiempo una fuente de chistes y sospechas tanto en la calle como en el discurso médico”, reflexiona el antropólogo William J. Robertson, de la Universidad de Arizona (EE UU). El investigador ha buceado en la literatura científica y ha encontrado 147 estudios en profundidad sobre cuerpos extraños en el recto, al margen de una multitud de trabajos meramente descriptivos. Su veredicto es que los médicos refuerzan el “tabú del placer anal” y contribuyen a que los pacientes, por vergüenza, retrasen la visita a un centro sanitario, agravando los casos más problemáticos.
“La medicina se basa en dividir las cosas en normales y anormales o patológicas. Por desgracia, lo anormal a menudo no se refiere simplemente a una variación respecto a la norma estadística, sino que ese anormal está envuelto en ideas derivadas de la cultura, acerca de lo que es un comportamiento moral”, señala Robertson. Su análisis, recién publicado en la revista especializada Culture, Health & Sexuality, ha detectado que el 69% de los estudios médicos vincula los cuerpos extraños en el recto con prácticas sexuales “pervertidas o aberrantes”.
El antropólogo pone como ejemplo una revisión de 30 casos dirigida por el cirujano José Ignacio Rodríguez Hermosa, del Hospital Universitario Doctor Josep Trueta, en Girona. En el texto, el equipo médico subraya que en cinco de los casos la homosexualidad era un “factor asociado”. Curiosamente, según Robertson, “los heterosexuales no son clasificados como un grupo en el que se puedan observar cuerpos extraños, pese a que solo cinco de los 30 pacientes, el 17%, fueron identificados como homosexuales”.
“¿Por qué no situar los cuerpos extraños en el recto en el marco de prácticas sexuales consensuadas y saludables entre personas de varios géneros y orientaciones sexuales?”
“Esta patología se aprecia en reclusos penitenciarios, en personas con trastornos psicológicos, en intentos de suicidio u homicidio, en homosexuales, en actos eróticos, en prácticas sadomasoquistas, en casos de violación o agresiones sexuales, en personas semiinconscientes bajo los efectos de drogas o alcohol o en “correos” que ocultan narcóticos”, afirmaba Rodríguez-Hermosa en otro artículo, publicado en 2001 en la revista Cirugía Española.
Para Robertson, estas descripciones vinculan estos casos con prácticas aberrantes, en el contexto de un sistema "heteronormativo" cuyo único modelo válido es la relación heterosexual tradicional. “¿Por qué no situar los cuerpos extraños en el recto en el marco de prácticas sexuales consensuadas y saludables entre personas de varios géneros y orientaciones sexuales?”, se pregunta el antropólogo estadounidense. La médica Myriam Valdés confirma que muchos pacientes son totalmente sinceros, como una mujer que llegó a Urgencias del Hospital Universitario de Getafe y relató que se le había metido por completo un desodorante de bola en el recto cuando “jugaba con su pareja” en busca de placer anal. El año pasado, un hombre de 68 años acudió al Hospital General Universitario Santa Lucía, en Cartagena (Murcia), tras introducirse demasiado un destornillador en el ano.
El antropólogo estadounidense subraya que no existen datos epidemiológicos, más allá de estudios aislados, así que es imposible saber la frecuencia con la que aparecen cuerpos extraños en el recto. Además, posiblemente en la literatura médica están sobrerrepresentados los casos extremos, como el del hombre que apareció en un hospital de Hong Kong con el recto perforado por una anguila. También hay descritos casos con paraguas, cañones de escopeta, cirios, pepinos, palos de escoba, tubos de aspiradora, mangos de martillo, botellas y, por supuesto, vibradores. El primer objeto en el recto descrito en una revista médica, en la estadounidense JAMA en 1919, fue un vaso. Casi cualquier objeto imaginable ha sido susceptible de dar placer anal a una persona.
El trabajo de Robertson destaca que, según sus criterios, el 16% de los estudios analizados sí muestra una actuación médica con completa profesionalidad y sensibilidad. “Hay una cultura de la vergüenza alrededor del placer anal. Y los propios trabajadores sanitarios contribuyen a esta estigmatización, al enmarcar los cuerpos extraños en el recto como un problema de perversiones sexuales, mentiras del paciente y anormalidad”, opina Robertson. “No es muy sorprendente que los pacientes eviten ir al médico”.

SIGUEN CONFUNDIDOS,NO HAY AMOR,HAY GANAS DE FOLLAR


La explicación científica de por qué el amor roto duele tanto

Cuando rompemos y estamos enamorados el cerebro sufre un fenómeno parecido al síndrome de abstinencia. Superarlo requiere iniciar un proceso de aprendizaje y de reorganización
    Una ruptura puede llevar a la depresión y a un gran sufrimiento
    Una ruptura puede llevar a la depresión y a un gran sufrimiento - ARCHIVO
     
    Probablemente una de las baladas más lacrimógenas y de más éxito del grupo Scorpions sea «Still loving you». La canción habla de un amor desesperado y ya acabado y de un protagonista que sufre pero que se resiste a acabar una relación: «Lucharé, cariño, lucharé, para ganarme tu amor de nuevo». Probablemente a mucha gente le sonaba aquella historia, porque la canción fue un éxito de ventas y supuestamente estuvo detrás de un (romántico) «baby-boom» en Francia. El propio Rudolf Schenker, guitarrista del grupo, reconoció que la letra no era muy original: «Es la vieja historia, siempre la misma historia. Pero, ¿qué podemos hacer? No podemos reinventar la rueda».
    «El desamor es una de las experiencias más traumáticas, angustiosas y desconcertantes»
    Los científicos coinciden con el guitarrista en que el desamor es un fenómeno universal: a todos nos puede ocurrir. Además, se puede decir que tiene unos síntomas típicos con una base biológica. Según Manuel de Juan Espinosa, catedrático de psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, los efectos del desamor son «tremendamente parecidos al síndrome de abstinencia causado por una droga».

    Muchos psicólogos, como Griffin-Sheley, Halpern, Peele y Brodsky, Shaef, etc, suelen relacionar la adicción con el enamoramiento porque ambos comparten una serie de comportamientos, como una atención intensamente centrada sobre una cosa (o persona) o los cambios de humor. Además, y según estos investigadores, enamoramiento y adicciones generan ansiedad, comportamientos compulsivos y obsesivos, distorsión de la realidad, dependencia emocional, cambios en la personalidad, pérdida de autocontrol y hasta cambios en la cantidad de riesgos que se cometen.
    «No solo echamos de menos a la persona, sino también las rutinas que teníamos con ella»
    Para rastrear el origen del desamor, hay que ir detrás de un único responsable: el enamoramiento. En opinión de Juan Lerma, investigador en el Instituto de Neurociencias de Alicante, «amor y desamor son las dos caras de una misma moneda. El primero hace subir los niveles de dopamina y oxitocina en tu cerebro y te hace sentir apego y placer. El otro hace que eches en falta este apego, y que sufras ansiedad y malestar».
    El enamoramiento es como una droga y el desamor hace notar su falta
    El enamoramiento es como una droga y el desamor hace notar su falta- ARCHIVO
    Esto puede ser realmente intenso. El desamor es considerado como un evento vital signiticativo. Tal como escriben los investigadores Boelen, Reijntjes y Fisher, «representa quizás una de las experiencias más traumáticas, angustiosas y desconcertantes (dejando al margen la muerte de un ser querido) que una persona puede experimentar».
    ¿Hasta qué punto ocurre esto? Se puede decir que el amor romántico es casi universal. Por ejemplo, el investigadora Helen E. Fisher lo detectó en 147 de las 166 sociedades que estudió. Por eso, no sorprende que el desamor también sea un fenómeno muy extendido. Otra prueba de esto es que, en un estudio hecho entre universitarios estadounidenses, el 93 por ciento de los encuestados dijo haber sido rechazado por alguien a quien amaban apasionadamente. Por otro lado, el 95 por ciento de ellos dijo haber rechazado o dejado a alguien que estaba profundamente enamorado de ellos. En ocasiones esto puede llegar a romper familias: se considera que casi la mitad de los matrimonios en el mundo occidental acabará en un divorcio.

    La primera etapa del desamor: la protesta

    El desamor comienza con una primera etapa de incredulidad, protesta y refuerzo del apego: «El cerebro se aterroriza, y reacciona como si estuviera ante una amenaza. Comienzas a sentirte fatal, tu sistema inmune se debilita y suben los niveles de estrés», explica Espinosa. Investigadores como Ethan Kross han sugerido incluso que en el cerebro se activan algunas de las zonas que intervienen en la generación del dolor físico.
    «Los amigos y darse cuenta de que uno sigue siendo atractivo para otros ayuda a recuperarse»
    Durante esa fase, es frecuente que las personas rechazadas traten de volver con sus ex-parejas, de forma obsesiva. Puede aparecer una sensación general de irritación y furia, que en algunos casos pueden facilitar que algunas personas incluso desencadenen comportamientos violentos. En la situaciones más extremas, puede aparecer la depresión o incluso comportamientos suicidas y homicidas. ¿Por qué ocurre todo esto? ¿Por qué nos parece que no podemos vivir sin otra persona, aunque no sea verdad? Algunas de las causas están en el cerebro y en las hormonas que influyen en las emociones. Por motivos aún no del todo claros, en el cerebro se activa una auténtica tormenta química.
    En primer lugar, comienza a liberar cortisol, la hormona del estrés. También disminuyen los niveles de serotonina, y en consecuencia la capacidad de pensar racionalmente se resiente. Por otra parte, aumenta la sensación de enamoramiento, porque suben los niveles de dos hormonas clave en el amor: la dopamina y la oxitocina.
    En palabras del psicólogo Manuel de Juan Espinosa, en ese momento lo que ocurre es que «sientes que el amor se escapa, así que luchas por él tremendamente. Al mismo tiempo, se intensifica el deseo y la necesidad de unirte a la otra persona». Y todo aunque ya sea demasiado tarde.

    Últimas etapas: melancolía y reorganización

    Por suerte, después de toda tormenta, llega la calma, ya en la segunda fase del desamor. Esta calma es al principio una mezcla de resignación, desesperanza y pesimismo, cuya superación es fundamentalmente «cuestión de tiempo», según Espinosa. En los casos más graves, algunas personas reciben ayuda a través de antidepresivos. Sin embargo, estos tienen un efecto secundario extra: dificultan poder enamorarse de nuevo porque inhiben algunas de las hormonas que disparan el «flechazo».
    Los amigos son clave en el proceso de recuperarse tras una ruptura
    Los amigos son clave en el proceso de recuperarse tras una ruptura- ARCHIVO
    Pasado un tiempo más o menos largo, llega la última etapa, la de reorganización. «Poco a poco el cerebro vuelve a recuperar la normalidad. Es verdad que el dolor puede darte un mordisco en el estómago de vez en cuando, pero las oleadas se van haciendo más lentas», relata el psicólogo. En ese momento, es frecuente que el panorama de amigos haya cambiado o que se hayan visitado nuevos lugares. Para llegar a esta fase, es especialmente importante haber cambiado las rutinas, porque «no solo echamos de menos a la persona, sino también las rutinas que teníamos con ella». Con suerte, y si todo va bien, «poco a poco vuelves a sonreír, y ya no sientes ese profundo cansancio de conocer gente nueva y salir».

    La recuperación que siempre llega

    El proceso de recuperación puede llevar meses o incluso años, dependiendo de la persona, pero algunos científicos consideran que siempre llega por una razón muy sencilla. Si el enamoramiento tiene una función biológica clara, la reproducción, es probable que el cerebro humano cuente también con mecanismos para cortar el vínculo y en el futuro establecer uno nuevo, tal como discuten Beaver, Boutwell y Barnes.
    A nivel cerebral, requiere que las partes del cerebro que están activadas con el enamoramiento, como algunos circuitos de recompensa (área ventral tegmental derecha o el cuerpo estriado) vuelvan a la normalidad. Y, sobre todo, es necesario que ocurra un proceso de aprendizaje en córtex prefrontal que le permita al individuo recuperar su interés amoroso por nuevas personas.
    El aprendizaje requiere bastante tiempo, pero hay formas de acelerarlo. En palabras de Jacqueline Olds, profesora en la Escuela de Medicina de Harvard, «la conexión social entre la persona rechazada y sus amigos ayuda mucho. Además, darse cuenta de que uno aún es atractivo para los demás (incluso las citas frívolas cuentan), pueden ayudar a que uno no se deje caer en la depresión». Junto a la compañía de los seres queridos y el flirteo, las actividades placenteras pueden ayudar, según Olds, a corto plazo. Bailar, escuchar música, comer o hacer ejercicio tienen un efecto positivo.
    Esta vieja historia del desamor es casi universal y forma parte de la cultura humana. Está presente en poesías, canciones, historias, mitos y leyendas. Este dolor se encuentra en la cultura de Sumeria, Grecia, Roma, Arabia, Japón, China, India, Polinesia o incluso en la tribu Kung de Naimibia y Botwsana. Es evidente que ha enriquecido también el patrimonio cultural de las sociedades históricas y contemporáneas. Tal como ha opinado Manuel de Juan Espinosa, una de las cosas positivas de ese dolor es que en ese momento «es cuando se escriben las mejores poesías y las mejores canciones». En la mayoría de los casos, la historia de desamor acaba con un punto y final. Y con el tiempo comienza un capítulo nuevo.