lunes, 24 de septiembre de 2012

NO ME LOS PIENSO CORTAR...

Los hombres castrados viven más que los demás

Científicos coreanos así lo defienden después de comprobar que los eunucos de la dinastía Chosun vivían entre 14 y 19 años más que sus congéneres

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Los hombres castrados viven más que los demás
Los eunucos viven más tiempo que sus congéneres, según un estudio Archivo
Redacción Internacional. (Efe).- Las hormonas sexuales masculinas pueden ser la causa de que los hombres vivan menos que las mujeres, afirma un estudio según el cual los eunucos de la corte imperial coreana eran mucho más longevos que sus congéneres.
Los científicos coreanos Kyung-Jin Min y Cheol-Koo Lee llegaron a esta conclusión tras analizar los archivos genealógicos de la corte imperial de la dinastía Chosun (1392-1910) y comprobar que los eunucos vivían entre 14 y 19 años más que los hombres que no habían sido castrados.
"El descubrimiento aporta una importante pista más para entender por qué hay una diferencia en la expectativa de vida de una mujer y un hombre", señala el biólogo Kyung, de la Universidad de Inha, uno de los autores del estudio que publica este lunes la revista Current Biology.
Según la Organización Mundial de la Salud, las mujeres viven como término medio de seis a ocho años más que los varones en los países industrializados. En la época analizada en el estudio se guardaban celosamente los árboles genealógicos para demostrar la pertenencia a la nobleza.
Los 81 eunucos estudiados habían perdido sus órganos reproductivos en accidentes como la mordedura de un perro o se habían sometido voluntariamente a la castración para ganar acceso a palacio, donde se les permitía casarse y formar una familia con niños castrados y niñas.
Los eunucos vivieron entre 14 y 19 años más que los demás hombres y tres de ellos alcanzaron e incluso superaron la edad de cien años, por lo que la incidencia de centenarios entre los eunucos coreanos era 130 veces mayor de lo que se da hoy en los países desarrollados, subraya por su parte Cheol, de la Universidad de Corea.
Según este profesor, este hecho no puede explicarse simplemente por la calidad de vida de la que se disfrutaba en el palacio, ya que la mayoría de los eunucos pasaba casi tanto tiempo fuera como dentro de ese recinto.
De hecho, los reyes y varones de la familia real tenían las vidas más cortas y normalmente no pasaban de mediados de los cuarenta, según el estudio. Estos datos brindan algunas claves sobre la longevidad, según ambos científicos, quienes recomiendan a los hombres que para mantenerse saludables y vivir más "se alejen del estrés y aprendan lo que puedan de las mujeres". 

Leer más: http://www.lavanguardia.com/ciencia/20120924/54351041730/los-hombres-castrados-viven-mas-que-los-demas.html#ixzz27PoslepK

Cómo las farmacéuticas engañan a médicos y pacientes



Crédito de la fotografía: Food and Drug Administration
El escándalo de la reboxetina debería haber encendido todas las alarmas. Aprobada en muchos países europeos desde finales de los 90, la reboxetina es el principio activo de un fármaco para la depresión clínica.
En año 2010, un grupo de investigadores alemanes publicó en el British Medical Journal un estudio que demostraba que no sólo el medicamento era inefectivo, sino que, además, la compañía farmacéutica había ocultado a la comunidad médica aquellos tests que le eran desfavorables. De 7 ensayos clínicos contra placebo, 6 mostraban que la reboxetina no era más eficaz que el placebo. Ninguno de esos 6 estudios fue publicado en revistas científicas. Además, en los ensayos clínicos contra otros antidepresivos, la compañía farmacéutica había eliminado tres cuartas partes de los datos.
(Nota: el artículo del British Medical Journal que destapó el caso es gratuito y podéis leerlo aquí).
Inexplicablemente, en España la reboxetina sigue siendo comercializada por Pfizer bajo los nombres “Norebox” e “Irenor” (números de registro 61969 y 63157en la Agencia Española del Medicamento). La agencia federal que supervisa los fármacos en los EEUU (conocida por sus siglas, FDA) nunca aprobó la reboxetina por falta de eficacia probada.
Pfizer no es la única compañía envuelta en un escándalo de ocultación de datos científicos. En Febrero de 2010, el Senado de EEUU publicó un informe donde se describe cómo la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) no sólo mintió sobre los riegos cardiovasculares de uno de sus medicamentos contra la diabetes sino que además trató de silenciar a los científicos que los advirtieron. La FDA calcula que este fármaco produjo 83.000 infartos entre los años 1999 y 2007. Hace unos meses, GSK decidió declarase culpable ante los tribunales norteamericanos.
El caso se remonta a 1999. En varias conferencias científicas celebradas aquel año, el Dr. John Buse, profesor en la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, comenzó a advertir sobre los posibles riesgos de la rosiglitazona, un medicamento que suponía miles de millones de ingresos para GSK. Tachi Yamada, entonces director de investigación de GSK, envió una serie de emails intimidatorios a Buse, quien decidió cesar sus críticas.
Ben Goldacre, doctor en Medicina e investigador en la Universidad de Oxford, explora las razones de algunos de estos fraudes en un libro que se publicará esta semana en el Reino Unido. Según Goldacre, la regulación de la industria farmacéutica es todavía deficiente. Por ejemplo, las compañías farmacéuticas no están obligadas a publicar todos los ensayos clínicos que realizan y por lo tanto, los que se hacen públicos son casi siempre favorables a sus intereses. Es también una práctica habitual que, cuando investigadores universitarios aceptan financiación de una farmacéutica, se les haga firmar un contrato por el cual no pueden publicar ningún resultado sin el permiso de la compañía. Las farmacéuticas financian además numerosas revistas y conferencias médicas.
Al igual que con la crisis bancaria, abandonar una industria multibillonaria a las fuerzas del mercado, sin una regulación adecuada, puede tener consecuencias nefastas para todos.

El cáncer "no es como lo pintan" en el cine

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Ya es tiempo de que los directores cinematográficos se den cuenta de que el cáncer no es la sentencia de muerte que siempre presentan en sus películas.
Claqueta
En las películas, los personajes con cáncer por lo general mueren al final.
Ése es el mensaje de científicos italianos que llevaron a cabo un análisis de 82 películas para ver cómo se representa la enfermedad en el cine.
El estudio, presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) que se celebró en Viena, Austria, encontró que "las experiencias de cáncer descritas en los filmes son muy diferentes de lo que es la realidad".
Y lo que se destaca, dice el doctor Luciano De Fiore quien dirigió el estudio en la Universidad de Sapienza en Roma, es la poca supervivencia de los personajes que sufren esta enfermedad en las películas.
Los científicos encontraron que el cine "rara vez presenta de forma precisa las probabilidades que tiene un paciente de sobrevivir la enfermedad" agregan.
Todas las películas que los investigadores analizaron se centraban en una persona que sufría cáncer.
Había desde filmes que presentaban la epidemiología o las causas ambientales de la enfermedad, como Erin Brockovich, Michael Clayton o The Last 56 Hours (Las Últimas 56 Horas); hasta las implicaciones económicas de las terapias, como en The Rainmaker (Legítima Defensa) o el manejo de los síntomas en Wit (Amor a la Vida) y Dying Young (Todo Por Amor).

Final "dramático"

"Aunque el cáncer de mama tiene un impacto muy alto en las mujeres, rara vez se le representa. En lugar de ello, predominan en las películas formas relativamente raras de cáncer como la leucemia, los linfomas y tumores cerebrales"
Dr. Luciano De Fiore
El doctor De Fiore encontró que en todas o casi todas las películas, el personaje principal con cáncer, moría al final. Y esto, dice, se aleja de la realidad y de los avances que se han logrado en el manejo y tratamiento de cáncer.
"Muy a menudo la persona enferma no logra superar la enfermedad y su muerte es algo útil para el desenlace de la trama", dice el investigador.
"Este patrón está tan fuertemente estandarizado que persiste a pesar del progreso real que se ha logrado en los tratamientos" agrega.
Según el investigador, este asunto es importante porque el cine ofrece al público una forma de encontrar expresión para sus emociones.
Esto es útil, dice, para quienes comparten el cuidado de un paciente con cáncer, para quienes problemas personales, familiares o sociales vinculados a la enfermedad.
Y aunque el cáncer no es un asunto que pueda representarse con facilidad y a pesar de que el cine hoy en día está abordando los aspectos más importantes de la enfermedad, se debería hacer más esfuerzo para acercarse más a la realidad, afirman los autores.
Los investigadores notaron también en su análisis que Hollywood no parece centrarse en las formas de cáncer que son las "grandes asesinas".
"Aunque el cáncer de mama tiene un impacto muy alto en las mujeres, rara vez se le representa. En lugar de ello, predominan en las películas formas relativamente raras de cáncer como la leucemia, los linfomas y tumores cerebrales" expresa el investigador.
Los científicos afirman que el cine podría ser un instrumento muy valioso para hacer conciencia sobre la enfermedad en el público, sobre lo grave que es el problema en el mundo y sobre los nuevos tratamientos que están ahora disponibles.
Y también, agrega el doctor De Fiore, las historias sobre cáncer pueden ayudar a los especialistas a tener un mejor conocimiento de la relación entre un paciente y sus médicos, el cáncer y la sexualidad, o la forma como un paciente enfrenta los efectos secundarios de las terapias.