jueves, 2 de junio de 2016


Medicina: del pedestal a la viñeta

La ética está más que presente en el día a día de las consultas, pero a veces parece que se olvida. Una médica e ilustradora nos lo recuerda vía cómic.

Una de las viñetas de Con-ciencia médica
Una de las viñetas de Con-ciencia médica 

Una niña de 12 años murió el pasado mes de octubre en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), después de que sus pediatras accedieran a la alimentación artificial, algo que sus padres habían solicitado en varias ocasiones sin éxito. Los medios de comunicación recogieron la noticia y se habló del dilema ético al que se habían enfrentado jueces y médicos.
Es uno de los escasísimos ejemplos en los que se escucha hablar sobre la dimensión ética del trabajo de los profesionales sanitarios, a pesar de que está presente en casi todos sus ámbitos de actuación. "Parece que sólo existen la eutanasia y el aborto", explica a EL ESPAÑOL la médica e ilustradora Mónica Lalanda, que acaba de publicar el cómic Con-ciencia médica (Lid Editorial). 
Con estos dibujos, que Lalanda empezó a realizar después de formarse como viñetista en el London Art College de London -ejerció la medicina durante 12 años en Reino Unido-, la autora pretende hacer "autocrítica desde la reflexión" y contribuir a que se baje del pedestal a la profesión médica.
¿Se puede prescribir algo de lo que se conoce eficacia?
¿Se puede prescribir algo de lo que se conoce eficacia? 
Los sanitarios, opina, se enfrentan a dilemas éticos a diario y muchas veces no son conscientes de ello, a pesar de que existe un Código de deontología médica que, eso sí, no tiene mucho peso en la carrera de Medicina. "Lo peor es que la formación en ética no es transversal; se da en una única asignatura y encima en la etapa preclínica, cuando el futuro médico no ha estado en contacto con los dilemas éticos del día a día".
¿Ejemplos en los que la ética es necesaria sin que se de una situación extraordinaria? La autora cita todo lo relativo a la confidencialidad. "A veces no nos damos cuenta y estás charlando en el ascensor sobre un paciente y puede haber alguien que le conozca ahí", señala. Aunque lo explica mejor en una de las viñetas, en la que se ve un elevador lleno de pacientes en el que un médico le dice a otra: "El de la 7A es VIH positivo. No quiere que lo sepa su madre. Además, nunca le dijo que es homosexual. ¡Vaya movida!"
También lo que se refiere a los errores médicos. "Tendemos a taparlos, a olvidarlos...", reconoce. Mal uso de los recursos o imprudencia en las redes sociales son otros de los aspectos con componente ético que Lalanda describe en su libro.
¿Y cómo se han tomado sus compañeros de profesión que una médica que ha ejercido gran parte de su carrera en el extranjero venga ahora a abrirles los ojos? Lalanda confiesa, quizás algo sorprendida, que ha tenido un "recibimiento fantástico". "La gente me ha dicho que hay situaciones de las que hablo que ellos nunca habían visto desde fuera y agradecen que se lo digas y que encima lo hagas a través del dibujo y el humor", comenta.
Por último, una pregunta imprescindible para la gran defensora -no hay más que mirar su Twitter- de la declaración de conflictos de interés: "¿Cómo ha financiado Con-ciencia médica?". La respuesta da fe de esta buena acogida entre la profesión de la que habla la autora. Fue la Organización Médica Colegial la que "se mostró entusiasmada" con su proyecto cuando la editorial le dijo que requería de unos apoyos mínimos antes de editarlo.
Así, esta médico de Urgencias en Castilla y León ha podido llevar a cabo su proyecto, en el que denuncia con humor cómo sería la medicina si los médicos actuaran sin conciencia y sin reglas. ¿Una situación utópica? A tenor de las viñetas que leemos parece que, desgraciadamente, no.
Humoristas veteranos también han leído a Lalanda.
Humoristas veteranos también han leído a Lalanda. 

APRENDAMOS DE ELLAS,NO HACEN LA GUERRA

Los humanos no son únicos: las orcas también evolucionan gracias a la cultura

Un gran estudio genético explora el origen de estos cetáceos y su gran capacidad de aprendizaje

Hay grupos de orcas especializados en la caza de mamíferos marinos. J. DURBAN / EL PAÍS
Un estudio publicado esta semana ofrece uno de los primeros ejemplos más allá del Homo sapiens de cómo la cultura puede modelar la evolución de una especie hasta diferenciarla de otros grupos, tanto como se diferencian un esquimal de un japonés o un cazador y recolector de un agricultor. Los humanos, viene a concluir el trabajo, no somos los únicos capaces de cambiar nuestra biología gracias a comportamientos aprendidos de nuestros mayores.
El estudio, publicado en Nature Communications, se centra en las orcas, el mayor de los delfines y uno de los mamíferos más inteligentes y sociales. Investigadores de siete países han analizado el genoma de 50 individuos de cinco poblaciones repartidas por el Pacífico, el Ártico y Antártico. Las orcas son cazadores versátiles y especializados en nichos muy concretos. Algunos grupos han aprendido a vivir solo de peces en un territorio bastante limitado del Pacífico Norte mientras otros recorren zonas mucho más amplias del mismo océano atrapando solo otros mamíferos marinos, sin apenas interactuar o competir un grupo con otro.También hay orcas especializadas en aves y otras en reptiles. Cerca del estrecho, en Gibraltar, viven dos grupos fascinantes de estos animales. Uno lleva cazando atunes durante generaciones sin prestar atención a los humanos que faenan en esas aguas. El otro ha aprendido a seguirlos y comerse solo los que atrapan los pescadores de palangre. Ninguno de los dos grupos cambia su estrategia.
Los resultados del estudio apuntan a que el ancestro de todas las orcas vivió hace unos 250.000 años. Desde entonces estos mamíferos se han extendido por todos los océanos, del Ártico a la Antártida, adaptándose a cada entorno, “una diversificación muy rápida en una escala temporal comparable a la de los humanos modernos”, dice el estudio. El trabajo apunta a que los diferentes grupos de orcas actuales, bien diferenciados genéticamente, provienen de un grupo fundador de unos pocos cientos de individuos. La separación comenzó justo después de un episodio de reducción de la población, un cuello de botella que les obligó a buscar nuevas formas de sobrevivir. Y desde entonces, esas nuevas especializaciones han surgido en varias ocasiones.
Los autores del trabajo definen la cultura como una información que modifica el comportamiento y se puede transmitir de “unos individuos a otros por o el aprendizaje”. Su conclusión es que, al igual que en los humanos, las orcas han creado su propia cultura, la han transmitido de generación en generación y eso ha acabado por cambiar sus genes aportándoles nuevas adaptaciones a su entorno, ya sean aguas gélidas o una nueva dieta.
“Este es uno de los primeros casos en los que hemos descubierto cómo el comportamiento aprendido determina la evolución y no al revés”, explica aMateria Jochen Wolf, biólogo evolutivo de la Universidad de Uppsala (Suecia) y autor principal del estudio. “Esto es muy comparable a los humanos y nos muestra que nos somos el único animal que evoluciona gracias a la cultura”, resalta.

Matriarcado

Se sabe que los primeros agricultores desarrollaron adaptaciones genéticas para tolerar la lactosa por el consumo continuado de productos lácteos. También que los inuit de Groenlandia eran gentes del Este de Asia que conquistaron el Ártico gracias a su capacidad para transmitir culturalmente nuevas técnicas de caza y supervivencia. Esa adaptación cultural provocó nuevas adaptaciones genéticas, como digerir mejor las grasas y aguantar las gélidas temperaturas del Ártico. En su estudio, Wolf y el resto de su equipo señalan varias adaptaciones similares que habrían surgido en las orcas y que les ayudan a vivir en aguas más frías o consumir solo un tipo de presas frente a otras.
El estudio resalta que, al igual que los humanos, las orcas también tienen un largo periodo de aprendizaje en el que la cría no se separa de la madre u otras hembras del grupo. Son ellas las que transmiten la cultura en esta especie, en parte porque viven mucho tiempo después de haber perdido la capacidad reproductora (las abuelas también enseñan). Para Wolf, hasta ahora la ciencia se ha centrado casi en exclusiva en los humanos en este tipo de estudios. En trabajo resalta que resultados como este invitan a buscar nuevas especies en las que la transmisión cultural haya impulsado la evolución.

EL CAPITALISMO NO ES SANO Y ADEMAS ENFERMA

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