martes, 2 de diciembre de 2014

TODA LA ETERNIDAD EN CURDA

Empezamos a tomar alcohol hace 10 millones de años

Nuestros ancestros ya metabolizaban el etanol de la fruta fermentada caída de los árboles que recogían del suelo

Archivo
El hombre empezó a producir bebidas alcohólicas hace unos diez mil años. Posiblemente, un poco de cereal quedó sumergido en agua durante unos días y fermentó. El agricultor neolítico no tuvo remilgos en beberse el mejunje y se sintió... algo embriagado. Era la primera cerveza. Y le cogió el gusto. Pero resulta que el alcohol está en nuestras vidas desde hace mucho más tiempo, según un nuevo estudio publicado en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), nada menos que hace 10 millones de años. Según los investigadores, la capacidad para metabolizar el alcohol etílico o etanol se encontraba ya entonces en el cuerpo de nuestros ancestros, lo que les permitía comer la fruta podrida y fermentada que caía al suelo de los árboles sin emborracharse perdidamente. El origen de esta capacidad ayudará a los investigadores a saber cómo nuestros antepasados dejaron los árboles y se adaptaron a vivir en el suelo, y a explicar otra cosa no menos importante: por qué nos gusta el alcohol.
La habilidad humana para metabolizar el etanol, que nos permite disfrutar de pequeñas cantidades de alcohol sin enfermar, se sostiene en una serie de proteínas, incluida la enzima ADH4. Aunque todos los primates la tienen, no todos pueden procesar el alcohol de la misma manera.
El equipo de Matthew Carrigan, biólogo del Colegio Santa Fe en Gainesville, Florida, secuenció la ADH4 de 19 primates modernos y observó también las antiguas formas de esas proteínas. Las más antiguas, encontradas en primates de hace 50 millones de años, funcionaban de forma muy lenta con el alcohol. Pero hace 10 millones de años, un ancestro común de humanos, chimpancés y gorilas tenía una mutación, una versión de la proteína 40 veces más eficaz metabolizando el alcohol.
Esa era la época en la que nuestros ancestros dejaron los árboles para moverse por el suelo, por lo que es posible que, por primera vez, no solo comieran fruta recogida directamente de los árboles, sino que se quedaran con la que encontraban tirada por el suelo. Esa fruta caída, muy madura, podía atraer de forma natural a bacterias y levaduras que, al alimentarse de ellos, convierten sus carbohidratos y azúcares en etanol. Es un proceso de fermentación natural.
El linaje de los humanos y chimpancés era capaz de comer esa fruta sin emborracharse rápidamente. Ya metabolizaban el alcohol. Curiosamente, Carrigan cree que su descubrimiento puede ayudar a explicar por qué nos gusta el alcohol. A su juicio, relacionamos el etanol con una fuente de comida, algo que nos resulta agradable. De ahí a que en el siglo XIII los alquimistas descubrieran la destilación y aparecieran las bebidas espirituosas solo hay un paso.
Además, la investigación también puede ayudar a describir la familia de los primates hace 10 millones de años, por qué algunos decidieron vivir en el suelo y cuáles son las adaptaciones que les ayudaron a sobrevivir en su nuevo habitat.