lunes, 16 de abril de 2012

EL OSITO MIMOSIN....

SEGÚN UNA INVESTIGACIÓN ESTADOUNIDENSE

“La hormona de los mimosos” podría ser la nueva Viagra

.“La hormona de los mimosos” podría ser la nueva Viagra

La oxitocina podría ser la clave para nuevos fármacos contra la disfunción erectil. (Corbis)


La oxitocina es una hormona que se libera en grandes cantidades durante el parto y, dada su relación con patrones sexuales, se conoce como "la hormona de los mimosos". Un equipo de científicos de la Universidad de California ha revelado que su efecto en los hombres es más poderoso de lo que se creía y podría, incluso, promover el estado de excitación sexual. Si el estudio llega a buen puerto, la Viagra dejaría de ser el único remedio conocido contra la disfunción eréctil.

Las mujeres notaron una mejoría en el desempeño sexual de sus maridosLa investigación, publicada en el Journal of Sexual Medicine, se centró en el comportamiento de hombres casados, que utilizaron un spray nasal con oxitocina dos veces al día. Los hombres mostraron un incremento en su afectividad, respecto a amigos y compañeros de trabajo, y una importante mejoría en su desempeño sexual. Según los resultados del estudio, su libido pasó de “débil a fuerte”, y su excitación sexual de “difícil a fácil”. Los resultados no sólo fueron percibidos por los hombres participantes en la investigación, también los notaron sus mujeres, que encontraron una mejoría en la potencia sexual de sus maridos y calificaron la experiencia como “muy satisfactoria”.

Los científicos creen que este nuevo hallazgo prueba que la oxitocina puede ayudar a mejorar el desempeño sexual y, a diferencia de la Viagra, puede servir también para consolidar las relaciones entre las parejas, pues también tiene efectos sobre el afecto. Lo que no está claro es cómo funciona. Algunos estudios anteriores explicaban que los niveles naturales de oxitocina se elevaban con la excitación sexual, por lo que su aplicación externa podría funcionar en el sentido contrario, elevando la excitación. Se cree, además, que interactúa con la dopamina, otra hormona involucrada en la actividad sexual.

El doctor Mike Wyllie, participante en el estudio, ha explicado al diario británico The Independent, que este hallazgo podría ayudar a encontrar un fármaco alternativo a la Viagra: “Dada la cantidad de pacientes con disfunción eréctil que no responden a la Viagra, hay una gran demanda médica para encontrar una fármaco alternativo; este estudio abre una ventana al optimismo”.

Una hormona objeto de muchas investigaciones

La oxitocina se produce principalmente en el hipotálamo, y ha sido mucho más estudiada en mujeres, dónde cumple un papel decisivo. Es liberada en grandes cantidades durante el parto para dilatar la cérvix y aumentar las contracciones. Además, es responsable de la activación de los mecanismos que producen leche en el pecho materno. Recientemente se ha demostrado que tiene importantes efectos sobre el comportamiento: impulsa la confianza, la cooperación y las uniones afectivas. Pero todo tiene su lado oscuro, también se han encontrado ciertas relaciones con afecciones como la ansiedad y el autismo.

El verdadero potencial de la oxitocina fue descubierto en 1979, cuando se inyectó la hormona en un conjunto de ratas hembra que empezaron, tras su administración, a mostrar comportamientos maternales. Desde entonces se han realizado cientos de investigaciones sobre la hormona, y se ha mostrado que cumple un papel fundamental en todo el entramado sexual y en el proceso de vinculación entre madre e hijo tras el nacimiento.

medicos que dan vergüenza

LA COMPLICIDAD DE PROFESIONALES DE LA SALUD CON DELITOS DE LESA HUMANIDAD

La pata sanitaria del terror estatal

Médicos con Memoria se propone identificar a quienes colaboraron con la dictadura y señalizar los lugares donde se cometieron crímenes.

Por Ailín Bullentini

Junto con el mundo judicial y el ámbito económico, el sistema de salud fue un elemento civil fundamental para que la maquinaria del terrorismo de Estado ideado y desarrollado por la última dictadura pudiera concretarse. Desde hace poco más de dos años, la organización Médicos con Memoria intenta evidenciar la participación de esa parte de la sociedad en los crímenes de lesa humanidad perpetrados entre 1976 y 1983. “Queremos saber quiénes son todos los médicos, psicólogos, enfermeras y agentes de obras sociales que fueron cómplices y participantes de los crímenes de la última dictadura y que siguen trabajando hoy. Denunciarlos para que dejen de ejercer su profesión y para que reciban de parte de la Justicia la condena que les corresponde”, explicó el médico Carlos Ferreyra, uno de los impulsores de la organización.

Todo comenzó allá por 2008, con una investigación de un grupo de médicos que querían saber qué había sido de compañeros de días universitarios que estaban desaparecidos. “En casi todos los lugares donde íbamos a pedir información, las familias, los hospitales, las universidades, nos comentaban de la relación de profesionales con la dictadura, pero nadie quería denunciar nada. Nadie quería hablar, dar nombres”, explicó Ferreyra. Así, para enfrentar ese pacto de silencio, en 2012 nació Médicos con Memoria, con la participación de profesionales de Córdoba, Tucumán, la ciudad y la provincia de Buenos Aires.

“Investigar la participación activa del sector sanitario en el terrorismo de Estado era fundamental para seguir luchando contra la impunidad de la que nuestros amigos habían sido víctimas”, explicó el médico cordobés. El siguiente paso fue contactarse con el resto de las provincias para poder completar el primero de los objetivos a mediano plazo que se fijó el colectivo: un banco de datos que registre a médicos, enfermeras y psicólogos que participaron de las “operaciones sanitarias clandestinas” llevadas a cabo durante la dictadura, como partos de mujeres que estaban detenidas clandestinamente y la apropiación de sus hijos, la atención de torturados e incluso el ocultamiento de cadáveres en las morgues de los hospitales, y la configuración de un mapa del territorio argentino con los sitios en los que estos crímenes sucedieron.

A más de dos años de haber comenzado los trabajos, Médicos con Memoria tejió puentes con cerca de 35 municipios, universidades, hospitales, centros de salud y obras sociales para avanzar en esa línea de trabajo, que aún continúan profundizando. Hasta hoy tienen detectados más de 200 centros de operaciones sanitarias clandestinas, que se deben sumar a los 500 centros clandestinos de detención ya identificados. Esos centros son, en la actualidad, maternidades, salas de internación, morgues o laboratorios del sistema de salud público y privado del país. Además, la organización logró identificar a 800 médicos como “partícipes de estos procesos”. De ellos, “un poco menos de la mitad trabaja en el ámbito castrense, pero los otros son civiles”. De esa mitad, al menos 200 están mencionados en alguna causa por delitos de lesa humanidad y sólo a cuatro se les ha quitado la matrícula para ejercer la medicina. “Esto habla de una realidad, habla del poder de negación y de la necesidad de meter toda esta relación bajo la alfombra”, analizó Ferreyra.

En los “centros de operaciones sanitarias clandestinas”, los integrantes de la dotación de planta “hacían sus labores vigilados por soldados que hacían guardia en sus lugares de trabajo”. Médicos con Memoria cuenta que a la Maternidad Nacional de Córdoba “de madrugada llegaban los camiones con embarazadas, bajaban los soldados y se paraban en custodia en la puerta, para asegurar que se hicieran bien los trabajos. A la sala de parto entraba el jefe militar con la mujer embarazada embozada y atada de pies y manos a la camilla, y el médico residente hacía el parto”. El Hospital Central de Córdoba Capital es otro ejemplo, en cuya morgue, “con capacidad para alojar a no más de siete cadáveres, cada dos o tres meses se acumulaban más de cien cuerpos, afectando al resto de los pacientes de la institución”.

La detección de los escenarios y partícipes de crímenes de lesa humanidad dentro de los límites del sistema de salud es un objetivo en sí mismo: visibilizarlos, saber que allí sucedieron esas cosas. Pero no es el único. “Los profesionales saben que tienen mucha información respecto de lo que pasó con la supresión de identidades y con el destino de aquellos que hoy permanecen desaparecidos”, remarcó Ferreyra.

Sin embargo, la posibilidad de contar con tales testimonios no está siquiera cercana. “El pacto de silencio se corroboraba a medida que avanzábamos. En cada hospital, en cada centro sanitario, encontramos que el personal no está dispuesto a hablar sobre lo que pasó. Algunos porque están implicados, otros por una intención de corporativismo”, apuntó el médico. Para romper esa burbuja protectora está trabajando Médicos con Memoria. Para Ferreyra y el colectivo que integra, se trata de dar “una batalla cultural”, ya que se busca “romper con comportamientos cotidianos y aceptados no sólo en las instituciones sanitarias propiamente dichas, sino en los espacios de formación de profesionales”. Se trata de que los médicos “no acepten como pares a aquellos implicados en las torturas, desapariciones y apropiaciones”.

El contacto y el diálogo sobre estos temas con colegios de médicos y de psicólogos, agrupaciones de enfermeras, ministerios y universidades es “un paso fundamental” en el que avanzan día a día. La idea es “promover que se construyan comisiones de ética y de memoria en esas instituciones para desde ahí bajar sanciones concretas, hacer banco de datos, para que a los médicos que fueron cómplices de torturas, partos y apropiaciones se les quite la matrícula y se los inhabilite para formar a otros médicos”.

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Carlos Ferreyra, uno de las fundadores de Médicos con Memoria.
Imagen: Pablo Piovano