jueves, 9 de marzo de 2017

¿QUE COÑO ES ESTO?

Confirman la existencia de los enigmáticos cristales de tiempo

El fantástico hallazgo, hasta hace poco tan solo una especulación, abre la puerta a formas aún inexploradas de la materia y a una nueva rama de la Física.
Confirman la existencia de los enigmáticos cristales de tiempo
A finales del pasado mes de enero, ABC publicaba la noticia de que dos equipos independientes de investigadores, de las Universidades de Maryland y Harvard, habían logrado, cada uno por su cuenta y usando métodos diferentes, crear por primera vez cristales de tiempo. Los trabajos, por aquel entonces, estaban aún a la espera de ser publicados por una revista científica "seria". Algo que, por fin, ha ocurrido esta misma semana.
Nature, en efecto, una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo, acaba de publicar en su último número uno de esos dos estudios, el de la Universidad de Maryland, avalando así el nacimiento de toda una nueva rama de la Física y dando carta de identidad a algo que hasta hace apenas un año se consideraba una mera especulación. La creación de cristales de tiempo nos conduce hacia formas aún inexploradas de la materia y abre las puertas a una realidad que hasta hace poco se consideraba poco más que un juego matemático.
Cosas como la sal, los copos de nieve o los diamantes son, todos ellos, cristales, lo cual significa que los átomos que los componen están dispuestos en patrones tridimensionales que se repiten. Pero el trabajo que publica Nature nos habla de una nueva fase de la materia, un cristal de tiempo, en la que los átomos se mueven en un patrón que se repite, sí, pero en el tiempo, no en el espacio. Y nos explica exactamente cómo los científicos han conseguido, por primera vez, crear esas extraordinarias estructuras.
Seguir un patrón temporal (en vez de espacial) implica que los átomos de un cristal de tiempo nunca se acomodan en su estado fundamental, cosa que sí hacen los átomos de los cristales convencionales. Por lo general, cuando un material está en su estado fundamental (estado de mínima energía, también conocido como energía de punto cero de un sistema) su movimiento es imposible, porque eso requeriría un gasto de energía de la que ese sistema ya no dispone.
Por eso, los cristales "normales", como un rubí o un diamante, permanecen inmóviles, ya que están en equilibrio y en su estado fundamental. Pero los cristales de tiempo tienen, repetimos, una estructura que no se repite en el espacio, sino en el tiempo, y por lo tanto siguen oscilando incluso en su estado fundamental. Es decir, nunca alcanzan el equilibrio. Lo más perturbador es que esa oscilación cíclica y repetida tiene lugar una y otra vez sin necesidad de utilizar energía alguna. Ante este panorama, los físicos se sienten como exploradores que entraran por primera vez en un continente totalmente desconocido.

Ordenadores cuánticos

Para Andrew Potter, uno de los firmantes del artículo, "hemos abierto las puertas a todo un nuevo mundo de fases no equilibradas. Hemos reunido las ideas teóricas en las que hemos trabajado durante los últimos dos años y hemos conseguido hacerlas realidad en un laboratorio. Con suerte, este es solo el primer ejemplo de los muchos que están por venir". Aunque por ahora es pronto para pensar en aplicaciones concretas, algunas de estas "fases no equilibradas de la materia" podrían resultar tremendamente útiles para almacenar o transferir información en los futuros ordenadores cuánticos.
Potter forma parte del equipo de investigadores que creó con éxito el primer cristal de tiempo a partir de iones (átomos cargados eléctricamente) del elemento Yterbio. Aplicando el campo eléctrico correcto, los científicos lograron hacer levitar diez de estos iones sobre una superficie sólida. Después, empezaron a "golpear" repetidamente esos átomos con un pulso de láser, haciendo que. literalmente, "se dieran la vuelta". Por último, siguieron golpeándolos a un ritmo regular, hasta conseguir que se estableciera un patrón de "volteretas" que se repetía en el tiempo.
Sin embargo, señala Potter, la repetición de las "volteretas" de los átomos sólo se producía la mitad de rápido que los pulsos láser. Lo cual sería como golpear las teclas de un piano dos veces por segundo y que las notas se emitieran solo una vez por segundo. Ese extraño comportamiento cuántico era la "firma" que los investigadores habían predicho al elaborar sus teorías, y ayudó, por lo tanto, a confirmar que el resultado era, realmente, un cristal de tiempo.
La existencia de los cristales de tiempo fue propuesta por primera vez en 2012 por el Nobel de Física Frank Wilczek, del Instituto de Tecnología de Massachussetts, que fue el primero en imaginar un estado de la materia en la que los átomos se movieran en un patrón que se repite en el tiempo, y no en el espacio. A partir de ahí, el propio Potter y su colega Norman Yao, de la Universidad de Berkeley, elaboraron una auténtica "receta" para construir un cristal de tiempo y desarrollaron el modo de confirmar que, una vez conseguido, el resultado fuera realmente el esperado.
Ese trabajo teórico se publicó a finales del pasado agosto en la revista Physical Review Letters, y fue recogido por ABC el 9 de septiembre. Poco después, el equipo de Maryland conseguía su hazaña, que ahora recibe todas las bendiciones tras su publicación de Nature.
Apenas un mes después de este logro, otro equipo de científicos, esta vez de la Universidad de Harvard y bajo la dirección de Mikhail Lukin, consiguieron crear un segundo cristal de tiempo, en esta ocasión a partir de un diamante. No cabe duda de que, a partir de ahora, se sucederá toda una oleada de estudios y experimentos que nos adentrarán, cada vez más, en este mundo hasta ahora desconocido. La era de los cristales de tiempo ha comenzado, y nadie puede decir aún con certeza hasta dónde nos llevará.

LO CONFIESO,A VECES LES GRITABA

¿Por qué hay que evitar gritar a nuestros hijos?

Hombre gritando
Los niños aprenden del ejemplo de los padres; si gritas, gritarán.
A nadie le cae bien una persona que grita. Desde pequeños nuestros padres intentan enseñarnos, una y otra vez, a hablar con respeto, a no levantar la voz y evitar gritar a cualquiera que entable una conversación con nosotros.
Pero, ¿qué ocurre cuando los padres son los que toman esta costumbre tan fea y educan a los hijos a base de gritos? Hay situaciones en las que hasta para el padre más paciente es inevitable levantar la voz al pequeño ante una rabieta, un niño rebelde o cuando nuestro hijo se convierte en la reencarnación de Daniel el travieso. ¿Qué hacemos entonces si se va convirtiendo en algo habitual? ¿Es posible educar sin gritar?
La respuesta es sí, aunque no es fácil. “Se necesita mucho autocontrol y paciencia. Los aprendizajes requieren tiempo y nuestro papel como padres es enseñarles la mayoría de cosas que les servirán en su vida adulta. Pero a veces nos lo ponen difícil. Educar sin gritar es simplemente decir lo mismo, pero en otro tono. Sencillo, ¿no?”, explica Mireia Navarro Vera, directora del centro de psicología y logopedia El Teu Espai.
No existen estudios que confirmen o avalen las consecuencias que tiene para un niño crecer en un ambiente familiar en el que los gritos son una constante, pero Navarro Vera advierte a los padres de que si la tendencia sigue, la adolescencia puede ser una época muy complicada ya que los pequeño ellos aprenden de nuestro ejemplo: “si yo grito cuando me enfado ellos entienden que es lícito gritar cuando se enfadan”, añade.

Motivos para dejar de gritar

Aunque las razones para educar sin gritar son múltiples, la experta insiste en tres:
  • Si quieres enseñar a tu hijo respeto debes tratarlo con respeto. Si les gritas no los tratas con respeto, les enseñas a usar la agresividad para solucionar los conflictos.
     
  • Si le gritas, no te escucha. Se acostumbran al grito y deja de funcionar. “Cuando esto pasa, ¿qué hacemos? ¿Gritar más alto?”, continúa Navarro Vera. “Además, el grito cierra automáticamente sus oídos y no van a querer escuchar lo que queremos enseñarles.
     
  • Con cada grito perdemos autoridad positiva. La especialista es clara: conseguir que nuestros hijos nos obedezcan por respeto es mucho más difícil que conseguir que nos obedezcan por miedo, pero a la larga es mucho más efectivo, ya que la obediencia por miedo lo que acaba generando es rebeldía.
Uno de los problemas que se pueden encontrar los padres es que vinculan alzar la voz con conseguir que el niño les respete. Sin embargo, ser firme no significa decir las cosas gritando, significa poner límites y mantener las decisiones. “Cuando digo no es inamovible. No hace falta que se lo grite, él debe aprender que cuando digo algo se cumple, y os diréis: si claro, ¿y cómo lo hacemos? Pues demostrándolo en cada límite que pongo, cada día, con paciencia y perseverancia. En la educación no hay atajos, todo requiere tiempo y esfuerzo”, añade Navarro Vera.
¿Y cómo podemos cambiar este hábito? Tal y como especifica la experta, es sólo cuestión de autocontrol. “Al principio se te escapará con facilidad, para en cuanto te des cuenta y rectifica, no pasa nada. Poco a poco conseguirás dominarlo antes”, dice.
Algunos trucos para conseguirlo son intentar comprometerte con tus hijos para que te ayuden a dejar de gritar o hacer un pacto a dos: vamos a hablarnos sin gritar.
Sin embargo, aunque consigamos acabar con los gritos siempre habrá una excepción que haga que reaparezca. “Para esos casos, sólo pide perdón. Así de sencillo, perdona hijo, he perdido los nervios, ya sabes que no me gusta gritarte pero es que no deberías...", concluye la directora del centro.