‘Memorias de una salvaje’ (Planeta) es una novela descarnada sobre la trata de mujeres en España. Es la primera obra narrativa de la activista anónima @Srtabebi, que acumula casi 600.000 seguidores en Twitter. De ella sabemos que acaba de cumplir 26 años y que es criminóloga. No le gusta dar detalles de su vida personal porque cree que lo importante no es ella sino su mensaje en defensa de la igualdad y de las mujeres.
Eres una conocida tuitera que escribe desde el anonimato. ¿Es correcto hablar de ti como personaje?
No me gusta hablar de personaje porque la que escribe soy yo desde un seudónimo y desde un avatar. Bebi es mi alter ego, pero personaje no.
¿Por qué has elegido el anonimato?
Surgió de manera natural. Empecé en redes sociales escribiendo como la persona física que hay detrás pero cuando empezó a subir el número de seguidores decidí escribir con pseudónimo. Me interesaba más porque quería hacer una crítica del cliclé de rubia tonta, la típica mujer heteronormativa a la que la gente no toma en serio pero que luego tiene un discurso muy ácido y muy contrario, muy reivindicativo. Pensé entonces ‘pues mira, desde un avatar de Barbie, me burlo mejor’.
¿Ha sido siempre el mismo avatar?
Sí. No lo he cambiado nunca, estoy muy cómoda con él.
"Mi discurso siempre se banalizaba y así nació Bebi"
 
Te presentas con lo siguiente: “He venido a demostrar que puedo ser más gilipollas. Mama, si ves esto he sido yo. No me gustan ni los clasistas ni los prepotentes ni las personas. Soy rubia”.Explícame qué hay detrás de esa presentación tan ácida.
Es toda una burla a mí misma. Me encanta reírme de mí. La capacidad de reírse de uno mismo es súper útil para los tiempos que corren. Con lo de ‘no me gustan las personas’, exagero un poquito. Siempre digo que me gustan pocas personas pero las que me gustan me gustan mucho. Mi estilo es un tono un poco borde.
Estaba un poco cansada de que la gente no me tomara en serio. De que se fijara en una fachada, un físico, una voz, una edad… Y consideraba que tenía algo más que decir. Mi discurso siempre se banalizaba y así nació Bebi.
Mucha gente utiliza el anonimato en las redes para decir auténticas barbaridades ¿qué te parece?
Algunos dicen eso de mí. Soy partidaria de la libertad de expresión en casi todas sus vertientes y en casi todos los ámbitos. ¿Qué es la libertad de expresión? ¿La libertad de expresión se acaba en lo que me ofende a mí? ¿En lo que ofende a un colectivo? Yo creo que esto forma parte de una escalera. Cuando lanzas un mensaje desde una posición superior hacia una posición inferior y ese mensaje es ofensivo, no estás ejerciendo tu libertad de expresión sino tu posición superior. Creo que lo dirimiría así, pero es muy difuso el término.
¿Por qué piensas que consigues mejor tu objetivo a través de Srta Bebi?
Así es, pero no tiene que ver con la protección individual sino con el discurso colectivo. Las chicas jóvenes y no tan jóvenes son capaces de apropiarse de mi discurso porque no soy yo, soy ellas y eso propicia mucho más que el discurso se colectivice.
¿Te gusta que te etiqueten de feminista?
Defiendo el feminismo radical a muerte.
"El 8 de marzo se produjo una unión intergeneracional y me parece súper emocionante"
 
¿Cómo ves en este momento el movimiento feminista, en un año como 2018 en el que se ha celebrado la primera huelga feminista mundial?
El 8 de marzo se produjo una unión intergeneracional que todas hemos sentido así y me parece súper emocionante. Lo veo muy fuerte y es gracias a las redes sociales, que han sido de gran ayuda despertando actos de solidaridad en muchos puntos del planeta. Esa comunicación en red ha propiciado un discurso más cohesionado y coetáneo. Todas estamos aquí y ahora unidas. La cuarta ola del feminismo está siendo potente y emociónate.
Vamos a hablar de tu libro. En ‘Memorias de una salvaje’ haces un descarnado retrato de la trata de mujeres en España a través de los ojos de Kassandra, una joven de 19 años. ¿Qué hay de ficción y qué de realidad en el libro?
Todo lo social de la novela está basado en hechos reales. Es un problema del que se habla mucho pero no se entiende mucho. Ves el telediario un día y se habla del clan, que se obliga a las mujeres a comerse el dinero, de que se ha desmantelado una red de trata de mujeres… Y ya está. Mientras, tenemos chicas de mi edad en el club de la esquina, esclavizadas, pagando una deuda que no les corresponde y violadas todos los días. Creo que era una historia necesaria de contar porque es muy real. Está narrada de forma descarnada porque era lo que se tenía que hacer en este tema en concreto. De ficción está el thriller.
¿Cómo te has documentado para hacer una novela como ésta?
Soy criminóloga y tengo dos especializaciones, una en violencia de género y otra en criminalidad organizada. Si aunamos ambas ¿qué te queda? La trata de mujeres con fines de explotación sexual. Así que ya tenía bastante documentación. Solo tuve que compilarlo todo y releerlo.
La novela llega en un momento de mucho debate con el tema de la prostitución ¿crees que hay una cierta permisividad en la sociedad hacia la prostitución y especialmente hacia los consumidores de prostitución?
Si la prostitución existe es porque es útil para alguien y para algo en concreto. Es útil para alguien, que es el consumidor, y es útil para algo, que es el sistema. Tengamos claro que se encuentra tan enraizada porque es muy útil para la continuidad del sistema, un sistema en el que la mujer está justo debajo, aguantando el peso del sistema, como pilar.
¿Crees que los partidos políticos están dando respuesta a este problema?
No, pero no solo la política. Desde la sociedad en general existe un adormecimiento con respecto a la trata de mujeres brutal. Dejamos correr el agua pero nos moja a todas: aunque no estemos nosotras en el burdel, somos mujeres y se lo hacen por el hecho de ser mujer. Es violencia de género estructural y lo veo todo mal. Soy muy pesimista al respecto.
"La sociedad blanquea la prostitución forzada"
 
¿Qué tipo de actitudes machistas son las que más te molestan hacia las mujeres?
Las que más se permiten son las que más me molestan. Las que no se permiten me duelen mucho: la crueldad del machismo, que un hombre se pase la vida pegando a su mujer me duele muchísimo, o una violación en masa... Pero las que más me molestan son las que más se permiten: el machismo cotidiano, los micromachismos, ese laissez faire de la sociedad… Y yo ahí me enervo porque la sociedad blanquea la prostitución forzada. Irse de putas es normal, celebrar que ha salido bien algo en la empresa es lo normal, celebrar tu 18 cumpleaños yendo de putas es lo normal o que tu padre te lleve a perder la virginidad en un burdel… En mi barrio es lo normal.
La normalización de la violencia estructural contra las mujeres es lo que más me molesta y hay todo un sistema que nos violenta a las mujeres que es el sistema patriarcal y hasta que no lleguemos a la raíz de eso no vamos a poder entender por qué un hombre llega a pegarle 40 años a la mujer sin que pase nada.
Cuando empezaste con este proyecto, a escribir esta historia, tu entorno te dijo que ‘a nadie le interesa la historia de una puta’. ¿Qué diferencia hay entre la historia que nos cuentas y la edulcorada de la Pretty Woman que interpretó Julia Roberts?
La diferencia es que una es verdad y otra es mentira. Pretty Woman es un blanqueamiento brutal del sistema prostituyente. Nos la colaron genial con esa estela del romanticismo, en una historia de amor que parecía muy poco tóxica y era súper novedosa: se enamora de la prostituta y la trata genial, en una relación en la que el sexo no es tan falocéntrico… No, esto no pasa, no pasa nunca. La diferencia no es que sea abismal. Es la antítesis.