jueves, 28 de octubre de 2010

Menores psicofármacodrogados


Publicado por Miguel Jara el 28 de octubre de 2010

El 99% de los niños españoles diagnosticados y tratados con anfetaminas de trastornos por déficit de atención con hiperactividad (TDA/H) no están enfermos en realidad, sino que han sido víctimas de un ‘exceso en el diagnóstico‘ cometido por los psiquiatras que les trataron y por sus propios padres, que demandan la ‘pastilla mágica’ que acabe con las molestias que pueden dar los hijos”.

Así de contundente comienza un teletipo de la Agencia Europa Press que pone en boca de la médico psiquiatra Eglée Iciarte, doctora de la Universidad Autónoma de Madrid, estas declaraciones. Esta profesional habla de la “trivialización de los diagnósticos” que realizan muchos profesionales de esta especialidad por “tratar un síntoma a nivel de enfermedad“.

“Este error es fruto de un exceso de diagnóstico, de la ‘medicalización‘ de la vida y de un intento de responder a las demandas de los propios padres, quienes piden la pastilla mágica que acabe con los problemas que tienen y dan los hijos”, según la experta, que recordó que España es el tercer país del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos y Canadá, en administrar psicofármacos a menores.

¿La consecuencia? Según esta psiquiatra, los niños y jóvenes al ser tratados con psicofármacos antes de que su personalidad y su sistema nervioso esté totalmente formado, pueden sufrir desde diabetes hasta dificultades en el crecimiento. Además, estos diagnósticos precipitados pueden convertirlos en adictos a las drogas en el futuro o generarles verdaderos problemas psicológicos.

El comunicado de Europa Press cita unas declaraciones que vamos a trabajar desde aquí. El portavoz de la Regional Humanista Europea, Giorgio Schultze, denuncia que en Italia, farmacéuticas como Lilly, fabricante de Prozac, está “realizando test psicológicos en las escuelas donde se está diagnosticando hiperactividad a más del 50% de los niños“. “Esto es exagerado y nos preocupa que muchos menores estén siendo tratados con psicofármacos sin necesidad porque los padres tienen miedo de que expulsen a sus hijos del colegio”, dice Schultze.

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