domingo, 14 de noviembre de 2010

CUIDADO!!!!!!YA VIENEN LAS FIESTAS

Navidad es la época más triste del año para el 20% de la población

Los psiquiatras alertan del aumento de los suicidios al llegar la fiesta de fin de año

Los mensajes de exaltación de la felicidad perjudican a los depresivos

Toda su infancia y juventud, Miquel G. V., 50 años, empleado de banca con oficina en el Clot, Barcelona, esperó con ilusión la llegada de Navidad. Y cada año le pasaba lo mismo: «Cuando acababan las fiestas, me sentía defraudado. Nunca se cumplieron mis expectativas». Se casó, tuvo hijos y cuñados, y dejó de ilusionarse. Ahora su Navidad es un pulso contra la tristeza. «Me carga muchísimo –dice–. No sé mantener conversaciones hipócritas, soy malo para disimular. Si no creara un conflicto familiar, cada año por estas fechas desaparecería. Me iría». Miquel no es un personaje extraño.

La consigna de la "felicidad" de los mensajes navideños induce la sensación de exclusión y tristeza a muchísimos ciudadanos.

La Navidad es el periodo más triste del año para uno de cada cinco ciudadanos españoles, según varios estudios psiquiátricos. Las fiestas del final de año se asocian, desde semanas antes de su aparición, con una especie de estado depresivo del que los afectados –más del 20% de la población española, según el psiquiatra Enric Álvarez, del Hospital de Sant Pau, de Barcelona– querrían escapar. Es una época que da miedo, desagrada o incomoda a personas de todas las edades y por diferentes motivos, explican los sociólogos.

MELANCOLÍA / Inspira temor a quien intenta sobrevivir a una depresión y siente cercana la sombra de sus pensamientos más terribles; desa-grada al adolescente melancólico que aún no ha encontrado su camino; e incomoda a las mujeres que por tradición familiar deberán cocinar de lujo para 25 comensales expectantes. Son esas señoras que, desde hace días, repiten: «¡Ya querría que hubiera pasado Navidad!».

Quienes están solos todo el año pueden percibir como algo anómalo su circunstancia al llegar la Navidad. Es el único momento del año en que Elena L., 48 años, profesora de Teoría de la Imagen en una universidad de Barcelona, toma consciencia de que ni está casada ni tiene hijos. «Evito el consumismo, pero he de estar vigilante para no deprimirme», confiesa. La muerte lejana de alguien querido se acerca en el tiempo navideño y vuelve a doler. La oscuridad de los días pesa más. Da lugar a lo que el psiquiatra José Manuel Menchón, del Hospital de Bellvitge, define como «un trastorno afectivo estacional». «Tal vez por eso se iluminan las calles», dice Elena.

Lo más difícil en la vida es ser feliz pero, contra esa evidencia, reiterada por médicos y filósofos, se presenta la Navidad y pone en un compromiso a quienes se sienten infelices. «La Navidad da miedo a muchísima gente por el mensaje de que hay que estar contento», afirma Álvarez.

EN LA MEMORIA / Como el episodio se repite cada año, la «memoria bioquímica» de los individuos que lo pasan mal estos días acumula un denso poso de sustancias llamadas excitatorias –adrenalina, cortisol, noradrenalina y dopamina–, que se segregan en exceso cuando afrontamos situaciones que dan miedo, explica el psiquiatra. Al llegar la Navidad, esa acumulación actúa como un recordatorio del viejo temor, y lo reproduce. «Las emociones que se viven muy intensamente crean una memoria en el organismo», resume.

Quienes no impiden que esa tristeza melancólica –los psiquiatras la llaman blues– llegue a un extremo de difícil retorno pueden incluso intentar acabar con su vida. «En fin de año aumentan los suicidios por depresión, al igual que en el cambio de estación de otoño a invierno», explica el psiquiatra Menchón.

Intentar esquivar el alud de mensajes que componen el márketing navideño –cuyo núcleo central dice que «debes» ser feliz, porque todo el mundo ya lo es– no es mala idea, pero el éxito solo acompañará a quienes apliquen el antídoto adecuado, advierten los expertos. Beber más alcohol de la cuenta para acallar el dolor melancólico empeora la situación e incluso puede contribuir a creer que el suicidio es una buena solución, alertan los médicos.

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