lunes, 8 de julio de 2013

TODO ES POLITICA

Brasil pretende importar médicos

El gobierno de Rousseff se apresuró a asegurar que, entre los diez mil médicos que va a contratar en régimen de emergencia, la prioridad será para los brasileños. Algunos rechazos se sustentan en argumentos corporativos e ideológicos.
 Por Eric Nepomuceno
Desde Río de Janeiro
Esta semana –el anuncio está previsto para mañana, pero a última hora todavía se examinaban detalles finales, lo que podrá retrasar en unos días– el gobierno brasileño lanza la convocatoria para contratar a diez mil médicos para el servicio público de salud en ciudades del interior.
Una de las quejas de las multitudinarias manifestaciones que colmaron las calles brasileñas en las últimas semanas se refería precisamente a la calamitosa situación de la salud pública. Como respuesta, la presidenta Dilma Rousseff anunció la “importación” de médicos. La idea circula por los gobiernos desde hace más de una década. Pero cuando se mencionó esa hipótesis en serio, en enero, no dejaron de saltar protestas y críticas cada vez más iradas. Ahora, con el anuncio presidencial, el tono de los manifestantes se elevó.
Hay de todo en ese rechazo, de argumentos equilibrados al habitual corporativismo de clase, pasando, por supuesto, por la barrera ideológica. No faltan imbecilidades, como la que afirma que los cubanos despacharán, entre los médicos, instructores militares para hacer una revolución comunista en Brasil. El gobierno se apresuró a asegurar que, entre los diez mil médicos que pretende contratar en régimen de emergencia, la prioridad será para los brasileños. Las plazas vacantes serán asignadas a extranjeros, con preferencia por médicos portugueses, por el idioma. Si todavía quedan plazas, se aceptarán los de idioma castellano, que tendrán clases intensivas de portugués.
Se les ofrecerá un contrato restrictivo. Sólo podrán trabajar para el Sistema Unico de Salud, el SUS, que recibe presupuesto federal pero es administrado por las alcaldías. El sueldo ofrecido es de 4500 dólares mensuales, más del doble de lo que pagan grandes alcaldías, como San Pablo, Río de Janeiro o Belo Horizonte. Los brasileños que se presenten a concurso ganarán alrededor de 3600 dólares. Todos, brasileños y extranjeros, tendrán casa y alimentación cubiertas por la municipalidad. Además, serán sometidos a pruebas de capacitación.
El gran problema brasileño no es el número de médicos, sino su distribución por el territorio de dimensiones continentales del país. Brasil tiene 1,83 médico por cada mil habitantes. La media mundial es inferior: 1,4. La propuesta del Ministerio de la Salud es elevar esa media para 2,5 médicos por cada mil habitantes. Es un índice similar al de Inglaterra (2,7). Para llegar a esa meta el país necesita unos 170 mil médicos.
Además, la situación de los hospitales públicos es caótica. Sin un cambio riguroso en la gestión, y mayores y más racionales inversiones en estructura del sistema, de poco o nada valdrá traer la cantidad de médicos que sea. Rousseff prometió elevar los recursos federales destinados a la salud pública. El anuncio de la importación de médicos vino a remolque.
Los médicos del servicio público están concentrados en las regiones más ricas y desarrolladas, donde los sueldos ofrecidos, curiosamente, son mucho más bajos que en áreas lejanas y aisladas. En Porto Alegre, capital de Río Grande do Sul, la media es de tres médicos por cada mil habitantes. En Macapá, capital de Amapá, en la Amazonia, la media es de uno. En los poblados y pueblos brasileños hay médicos del servicio público que llegan a atender 75 pacientes en una jornada de trabajo.
La pequeña (dos mil habitantes) y miserable Novo Santo Antonio, en el estado de Mato Grosso, cuenta con una sola médica contratada por la municipalidad. La ciudad no tiene asfalto, las casas no tienen cañería ni agua tratada. La doctora Khariny Gonçalves e Silva, de 33 años, recibe un sueldo de 15 mil dólares al año. Sumándose los beneficios paralelos, se llega a la marca de los 195 mil dólares anuales. La alcaldía dice que si no ofrece un sueldo tan sonoro, ningún médico aceptaría el puesto.
Santa Luzia, en la violenta periferia de Belo Horizonte, intenta, desde enero, contratar 21 médicos. Las dos unidades de atención a la población cuentan con ambulancia, un buen laboratorio y un centro de especialización. El sueldo ofrecido es de 5500 dólares al mes, mas casa y comida. Todavía quedan vacantes 14 plazas.
Un estudio del Ministerio de la Salud muestra que los municipios del interior y también la periferia de los grandes centros urbanos, en general áreas de grandes carencias sociales y mucha violencia, tienen inmensa dificultad de atraer médicos. Cuando logran, la dificultad es mantenerlos.
Para superar la resistencia corporativa de los médicos brasileños, el gobierno cuenta con el respaldo de la población desatendida. Para la gente, con tal de tener un médico, poco importa de donde venga.
Será un largo debate. Y quizá se logre una respuesta para una antigua pregunta: ¿por qué el gobierno no establece una carrera formal, como la de los jueces concursados, que primero son enviados a pequeñas ciudades y según avanzan en la carrera llegan, por mérito, a las capitales?
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