lunes, 25 de mayo de 2015

«La neurociencia hará transparente nuestro cerebro, como de cristal»

Este especialista publica un libro divulgativo con los últimos estudios
A Coruña
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Amor Pan analiza en este libro las repercusiones de la llamada revolución neurocientífica.
Sorprende y fascina. También provoca escalofríos. Habla de técnicas que permiten escanear el cerebro para pulsar resortes que ni conocemos: saber si está averiado y por eso cometemos un delito, si mentimos, dónde está la empatía o por qué consumimos un producto y no otro: «Se trata de detectar por neuroimágenes qué es lo que experimenta el consumidor cuando adquiere un producto... Ya se está investigando cómo determinados olores entran directamente en ciertas zonas neuronales para incitar al consumo». De esta revolución neurocientífica escribe José Ramón Amor Pan (A Coruña, 1966) en su nuevo libro Bioética y Neurociencias. El volumen, de casi 800 páginas y cuyos subtítulo es Vino viejo en odres nuevos, es fruto de cuatro años de trabajo y se presenta mañana, martes, a las 20.00 horas en la sede de Afundación.
-¿Por qué ese subtítulo?
-Los grandes temas que están detrás son los de siempre, los de la filosofía y la ética, solo que están con un nuevo ropaje, con nueva presentación, con algunos elementos novedosos.
-¿Como cuáles?
-La libertad, si somos o no somos realmente libres. Hay experimentos que parecen indicar que no lo somos, pero eso no es cierto. De ahí el subtítulo: la manía de reducir el ser humano a sus neuronas ya estaba en el materialismo del siglo XIX. Hago una crítica contra este neurocentrismo o el neuroexistencialismo.
-¿Cómo valora las actuales técnicas de neuroimagen?
-Se quieren llevar más allá del ámbito estrictamente médico y esto puede generar no pocos problemas éticos y legales. Se habla ya de un neuroderecho, es decir, podemos admitir como prueba en un juicio un escáner cerebral en el que se demuestre que ese cerebro tiene dañada una parte concreta y eso ha hecho que cometiera el delito. ¿Qué demuestra ese escáner? Hay gente que con la misma zona cerebral dañada no han cometido delitos. En Estados Unidos ya se hace para detectar si estás mintiendo en un interrogatorio o, con esta obsesión por la seguridad, plantean si en los aeropuertos podríamos utilizar un escáner cerebral para el control de la inmigración...
-¿Escanear el cerebro?
-Sí, y si se activa determinada zona estaría diciendo la verdad y si activa otra mintiendo... Seríamos de cristal, transparente y bien limpito, y eso daría mucha información sobre nosotros, pero al mismo tiempo seríamos altamente manipulables que es lo que me preocupa. La neurociencia ha dado en los últimos 15 años unos avances espectaculares y tenemos que estar muy satisfechos. Los enfermos de alzhéimer con los implantes cerebrales han vuelto a tener una gran calidad de vida. Ahora bien, usar fármacos para mejorar y potenciar nuestras facultades cognitivas, la memoria, la capacidad de alerta, de concentración es muy peligroso. Este consumo se está extendiendo masivamente, muchas veces con un control nimio o inexistente. Según datos de varios comités nacionales de ética el 34 % de los fármacos que se están usando como neuromejoradores se compran en Internet.
-Parece ciencia ficción...
-Todo lo que hayas visto en películas de ciencia ficción en este momento tiene ya visos de realidad. La bioética tiene que propiciar un debate informado y sereno sobre estos temas y de ahí este libro que, aunque es un tocho de 784 páginas, he intentado hacerlo de tal manera que sirva para ese debate informal de la ciudadanía.
José ramón Amor Pan Autor del libro «Bioética y Neurociencia»

«Me preocupa que intereses militares o económicos guíen las investigaciones neurocientíficas»

«En Galicia la bioética sigue sin tomarse en serio; somos la única comunidad autónoma histórica que no tiene un centro de bioética, cuando en el mundo ya hay centros de neuroética, algo que yo critico, porque creo que no tiene entidad propia. En Galicia llevo clamando 15 años y seguimos sin tener centro superior». Esto sostiene Amor Pan.
-¿Hay gente para ese centro?
-Habría una masa crítica, pero para que surja un centro tiene que haber alguien que ponga dinero, si bien ni las instituciones públicas ni las privadas parecen tener interés en la bioética. En cambio el centro de neuroética de Oxford lo paga una fundación japonesa. Las grandes universidades del mundo tienen todas un centro bioética y, a mayores, se están creando unidades sobre estos temas, sobre el pos humanismo, sobre la neuroética... Se dan cuenta de que hay que reflexionar sobre esto. En Estados Unidos el poshumanismo tiene una presencia mediática y en las universidades muy potente.
-¿La financiación condiciona esas investigaciones?
-Me preocupa que sean los intereses económicos, militares o nacionales los que puedan guiar las investigaciones neurocientíficas. En este sentido, el discurso de Obama hace un par de años al presentar el proyecto Brain es de antología: «No podemos permitirnos perder estas oportunidades mientras que el resto de las razas del mundo van por delante. Tenemos que aprovecharlas. No quiero que los próximos descubrimientos de nuevos puestos de trabajo sucedan en China, India o Alemania. Quiero que sucedan aquí, en los Estados Unidos de América».

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