domingo, 8 de mayo de 2016



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CreditAnna Parini
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Descubrí que pertenezco a una nueva categoría de padres cuando leí un estudio, publicado en marzo en la revista especializada Pediatrics, llamado “Padres que ofrecen sorbos de alcohol durante la adolescencia temprana: estudio prospectivo de los factores de riesgo”. Confieso que me negué un poco ante la idea de que los investigadores se refirieran a mí: ¿una gota simbólica de champaña en Año Nuevo? ¿Un pequeño sorbo de vino en Pascua? ¿No suena esto un poco, bueno, puritano?
Resulta que hay cada vez más investigación —mucha publicada en revistas especializadas en consumo de alcohol— sobre padres que les dan a probar alcohol a niños pequeños durante reuniones familiares que trata de descubrir si esta costumbre tiene algún efecto en la relación posterior del niño con el alcohol. Los chicos que dan sorbitos no son estudiantes de preparatoria, estamos hablando de niños mucho más pequeños. La investigación se llevó a cabo porque es muy común entre los padres dar a probar alcohol en casa, antes de que los niños lo hagan en otros lugares.
“Todo el asunto de las probadas fue una sorpresa”, dijo la Dra. Monika Wadolowski, epidemióloga e investigadora de posgrado en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia y autora principal del estudio que analizó a 1729 chicos australianos de séptimo grado. Según dijo, le interesó el tema porque algunas estadísticas arrojaban datos sobre una alta incidencia en el consumo de alcohol en adolescentes, pero no había distinción entre los chicos que solo habían “probado” y los chicos que ya tomaban copas completas.
Algunos investigadores tratan de remontarse a la primera experiencia del niño con la bebida, “la primera transición en la población más joven, específicamente, la que va de la abstención a los sorbos o pruebas de alcohol entre los niños”, según un estudio publicado en 2014 en la revista especializada Alcoholismo: Investigación Clínica y Experimental. Esto a veces significa remontarse mucho tiempo. Un grupo de investigadores analizó a 452 niños en Pensilvania para ver qué factores podrían predecir cuáles niños van a comenzar a probar alcohol desde los 10 a los 12 años. Los sorbos de alcohol no están asociados con el tipo de problemas de conducta que predicen problemas con el alcohol en otros estudios; más bien, están asociados a si los padres aprueban los sorbos y las percepciones que los niños tienen de esas actitudes.
El autor principal, John E. Donovan, profesor de psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh, me envió recientemente un correo en el que afirma que con base en los resultados de varias investigaciones “las probadas de alcohol en la infancia están relacionadas con un inicio temprano del consumo, lo cual es un factor de riesgo para muchos otros problemas de conducta”; además, están relacionadas con excesos alcohólicos y drogadicción. Concluye que “los padres no deben ofrecer alcohol a sus hijos”.
La conexión entre las primeras probadas y hábitos serios de bebida se exploró en un estudio de 2015, de nuevo publicado por una revista especializada, la Revista de Estudios sobre Alcohol y Drogas, que siguió a un grupo de niños desde el inicio del sexto año hasta el inicio del noveno grado para observar si la costumbre de probadas en la infancia estaba asociada con hábitos de consumo precoz de alcohol. Se eliminó del estudio el consumo de alcohol en el contexto de servicios religiosos. Los niños que habían probado alcohol antes del sexto grado —en su mayoría en la casa, mayormente cerveza o vino y casi siempre ofrecido por los padres— eran más propensos a tomar copas completas de alcohol y a emborracharse al inicio del noveno grado.
Los investigadores controlaron una variedad de factores de riesgo, como problemas de conducta del niño, padres con historia de alcoholismo y hábitos de bebida de los padres. Aún así, encontraron que probarlo a temprana edad estaba fuertemente asociado con un uso serio del alcohol en noveno grado.
¿Qué sucede exactamente cuando los niños prueban alcohol?, se preguntaban los investigadores. ¿Les cambia la percepción de lo que es un comportamiento normal? ¿O les da una idea de lo disponible que está o debería estar el alcohol? ¿Es posible que el sabor —o los efectos— incluso de sorbitos de alcohol puedan provocar un hábito de ingesta alcohólica en niños pequeños?
Los padres quizá piensan que al permitirle a sus niños probar el alcohol los están protegiendo de un posterior problema con la bebida. Quizá pensamos que estamos creando —en reuniones familiares o en celebraciones religiosas— una actitud saludable y festiva alrededor del alcohol que se toma con moderación y para celebrar. Soy una madre que les da sorbos ocasionales a sus hijos y por eso me pregunto cuáles serán los motivos de otros padres, los patrones culturales, el contexto social y las conversaciones entre padres e hijos.
En el estudio de la Dra. Wadolowski, la asociación más poderosa era que aquellos padres que notaban que los amigos de sus hijos se drogaban o tomaban alcohol eran más propensos a ofrecer pruebas en casa; también hay asociaciones con un mayor acceso al alcohol en casa y a reglas más laxas sobre su uso.
“Lo que fue muy interesante”, dijo, “fue encontrar que los padres que les estaban dando alcohol a sus hijos son buenos padres en general, tienen reglas estrictas y vigilan las amistades de sus hijos”. ¿Qué es entonces lo que los lleva a la decisión de ofrecer esas probaditas? “El mayor indicador es que los padres piensen que los amigos de sus hijos ya están bebiendo”, afirmó la Dra. Wadolowski. Así que quizá están tratando de ofrecer un modelo alternativo a propósito.
La Dra. Wadolowski está por terminar otro estudio que analiza cómo se comportan los chicos de séptimo grado que han probado el alcohol durante el siguiente año. Encontró que aquellos que pasaron a tomar copas completas son más propensos a tener problemas de conducta, amigos que también beben y menos supervisión parental; estos factores son más importantes que la historia de las probaditas. Y los factores de riesgo están relacionados.
Debido a que es tan común, “realmente necesitamos saber cuáles son los efectos a largo plazo y si en verdad hay una relación con excesos posteriores en la bebida”, me explicó la Dra. Wodolowski. “La investigación aún está en ciernes”.
Y también, por supuesto, la vida de los niños.

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