domingo, 12 de junio de 2016

¿La medicina actual podría 

haber salvado a Gaudí?

  • Qué dice su autopsia y qué podrían hacer los médicos actuales por su vida

¿La medicina actual podría haber salvado a Gaudí?
La capilla ardiente de Antoni Gaudí, una de las pocas imágenes que se difundieron del arquitecto en cuerpo presente (Cedida por A. M. Ferrin)

El duelo ennegreció Barcelona la tarde del 12 de junio de 1926. Pocos ciudadanos de pro y de a pie se perdieron uno de los entierros más multitudinarios que recuerda la ciudad, el del arquitecto Antoni Gaudí. Un coche fúnebre, tirado por caballos negros y seguido por centenares de personas, paseó los restos del genio del Modernismo desde la calle del Carme (donde murió en el Hospital de la Santa Creu) pasando por la Rambla (donde las floristas lo cubrieron de flores) hasta la Catedral (donde se ofició la misa). El recorrido terminó en la última joya de su legado arquitectónico, la Sagrada Familia, el lugar escogido para su reposo eterno.
A las cinco de la tarde, cuando Barcelona empezó a despedirse de Gaudí, hacía 119 horas del fatal accidente que acabó desencadenando su muerte. La historia es conocida. Gaudí fue atropellado por el tranvía de la línea 30en la Gran Via de les Corts Catalanes entre las calles Bailén y Girona, cuando acudía a la misa de Sant Felip Neri. Lo que ya no es tan sabido es que Gaudí tenía una concepción decimonónica de la prioridad del peatón frente a los vehículos. “Era aficionado a andar y era consciente de que iba por el medio de la calle, incluso se encaraba con los conductores que le pitaban”, explica Ana María Ferrin, una de sus biógrafas y autora de libros como Gaudí, de piedra y fuegoGaudí, la huella del genio o Gaudí en Madrid.

Un tranvía de la línea 30 en el punto exacto donde fue atropellado Antoni Gaudí
Un tranvía de la línea 30 en el punto exacto donde fue atropellado Antoni Gaudí (Cedida por A. M. Ferrin)
“Puig i Cadafalch, que se movía en bici, le aconsejó que también la utilizase y Gaudí le respondió que para él sería muy peligroso porque se metía por todas partes”, insiste la investigadora. Y así ocurrió en el día del accidente. Llegó a darse cuenta de que le venía un tranvía de frente y, para evitarlo, reculó con la mala fortuna que le alcanzó otro por detrás. El fuerte golpe lo arrolló y permaneció en el suelo algo más tiempo de lo habitual debido a su aspecto desaliñado. Confundido con un mendigo, no fue atendido hasta que un guardia civil obligó a que un taxi lo llevara a un hospital. “Primero fue a la Casa del Socorro, una especie de morgue, luego decidieron trasladarlo al Hospital Clínic y no sabemos por qué, acabó en el Hospital de la Santa Creu”, relata Ferrin.
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Parte médico y autopsia
Los detalles médicos que se conocen de su estado de salud cuando llegó alHospital de la Santa Creu indican que Gaudí sufría un conjunto importante de lesiones y su pronóstico era de suma gravedad. Se le diagnosticó conmoción cerebral, diversas fracturas, tanto de costillas como de la base del cráneo. Y la autopsia detallaba: “Ha muerto el señor Gaudí por trastornos mecánicos en la capacidad de funcionamiento del cerebro y la médula, por presión de un derrame en la cavidad donde se encuentran. Y del corazón, a consecuencia de quedar impedidos sus movimientos por encontrarse anegado en la sangre vertida en el pericardio... si bien este señor ha sobrevivido más de 60 horas a lesiones tan considerables, en este espacio de tiempo su vida ha estado limitada, realmente, a las acciones puramente orgánicas”. El certificado de defunción indica que la muerte fue consecuencia de “una hemorragia interna traumática”.

Fotocopia del parte de defunción de Antoni Gaudí
Fotocopia del parte de defunción de Antoni Gaudí (Cedida por A. M. Ferrin)
“Si el accidente hubiera ocurrido hoy en día, una ambulancia del SEM lo hubiera recogido, le hubiera dado las primeras atenciones médicas y seguramente, por cercanía, lo hubiera llevado al Hospital de Sant Pau o al Mar, aunque tampoco cabe descartar el Clínic”, especula el doctor Piero Galilea, fisiólogo del CAR de Sant Cugat. “Hubiera sido un paciente muy difícil para el servicio de urgencias y hubiera requerido una rápida atención de varios equipos”, añade. “En el hospital, le habríamos hecho unescáner craneal, otro torácico y otro abdominal”, detalla el doctor Andreu Gabarrós, jefe del servicio de neurocirugía de Bellvitge. “Sólo con esto ya sabes si lo puedes salvar o no. Por la autopsia se entiende que tenía una lesión cerebral grave y una lesión cardiaca grave. En la época no se hizo más porque no podían hacer más”, explica.
Paciente Gaudí en el siglo XXI
El caso de Gaudí es el habitual de una víctima de un grave siniestro. “El politraumatismo que presentaba es típico de los accidentes de tráfico”, apunta el doctor Josep Arimany, médico forense y ex director del Institut de Medicina Legal de Catalunya. Incluso el doctor Galilea lo equipara a los dos recientes atropellos de bicicleta en Barcelona que han acabado con la muerte de las dos mujeres de avanzada edad arrolladas por el vehículo. “Lo hubiéramos tenido difícil para salvarlo”, apunta el médico. “Sus lesiones eran mortales, como para fallecer en el lugar del accidente, pero estuvo 48 horas en situación preagónica, lo que demuestra que era una persona fuerte”, analiza el doctor Arimany antes de afirmar: “Las técnicas actuales de neurocirugía le hubieran dado alguna esperanza de sobrevivir”.
Por la autopsia se entiende que tenía una lesión cerebral grave y una lesión cardiaca grave
ANDREU GABARRÓS
Jefe del servicio de neurocirugía de Bellvitge
El experto en la materia, el doctor Gabarrós, explica: “Por una fractura de la base del cráneo no tienes por qué morirte, tendríamos que saber qué lesiones tuvo dentro del cráneo, en el cerebro. Para el neurocirujano, “si hubiera tenido un hematoma cerebral, corres, se lo sacas y quizás lo salvas”. “Tenemos casos de pacientes, están mucho tiempo en la UCI, se les monitoriza, se les controla la presión intracraneal... se puede llegar hasta a hacer craniectomías descompresivas quitando la mitad del hueso del cráneo para que el cerebro salga descomprimido. Con el tiempo se va desinflamando y luego se vuelve a poner la parte del hueso ya sea propio o con una plastia artificial”.
Pero aparte de la lesión cerebral, Gaudí sufrió un derrame pericárdico, “que chafa el corazón e impide que se mueva”, aclara el doctor Gabarrós. “Su interior estaba anegado de sangre, quizás tendría alguna víscera rota y hubiera necesitado una intervención rápida”, comenta el doctor Galilea. “Se tendría que vaciar ese sangrado y ahora hay medios para hacerlo”, apunta. “Si los órganos afectados hubieran sido el bazo o el hígado, por ejemplo, la pericarditis se podría haber solventado más o menos”, señala.
Sus lesiones eran mortales, como para fallecer en el lugar del accidente, pero estuvo 48 horas en situación preagónica, lo que demuestra que era una persona fuerte
JOSEP ARIMANY
Médico forense y ex director del Institut de Medicina Legal de Catalunya
El último aliento
En el hospital de la Santa Creu, Gaudí, un paciente todavía sin identificar, fue instalado en la cama número 19 de la sala Sant Tomás, destinada a los heridos traumáticos. Cuando se supo de quién se trataba y después de que los diarios vespertinos dieran la noticia, empezaron a llegar las primeras visitas. Fue entonces cuando se decidió trasladarlo a la única habitación individual del centro. “Era una pequeña estancia cercana a la sala de los médicos donde instalaban a pacientes infecciosos o con postoperatorios especiales”, explica Ferrin.
El doctor Josep Trueta relata en sus Fragmentos de una vida: “...cuando llegué al hospital sobre las ocho de la mañana ya se sabía que el accidentado era Antoni Gaudí y las visitas empezaban a menudear... (como sólo disponíamos de una salita individual) el único recurso para colocar (privadamente) al arquitecto era trasladar a la sala general al “bon vellet” gitano, que ya se encontraba en unas condiciones bastante buenas y ocupaba la habitación por indicación del doctor Corachán. Instalamos en la salita a Gaudí...”. “El paciente trasladado era el señor Pubill de Mataró, un antepasado del cantante Peret, como él mismo me comentó. El doctor Corachán lo había operado de colostomía con una técnica propia y ya casi estaba recuperado”, detalla Ferrin.
El corazón de Gaudí, instalado en la pequeña habitación precursora de la UCI, aún aguantó varias horas. Los tres doctores consultados coinciden en señalar que el arquitecto debió de estar en coma buena parte del tiempo. Pero en el momento de la expiración llegó a musitar: “Dios mío, Dios mío”. Así se desvanecía la vida de uno de los arquitectos que ha logrado la inmortalidad gracias a sus obras. Un dato curioso: su cadáver fue embalsamado con éxito con un método nuevo en aquel entonces, el procedimiento Aeternitas del químico badalonés Joan Vila Francisca. Un detalle más de su eternidad.

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