sábado, 8 de abril de 2017

SI UN HUMANO MATA AL PEDO NO ES HUMANO

Blog Yo, mono

Miembros de las Fuerzas Especiales de Suecia tras el atentado de Estocolmo del viernes. EFE

¿Somos los humanos primates terroristas?


En la Conferencia Mundial Sobre la violencia, celebrada en Sevilla en el año 1986, los diferentes investigadores y filósofos que asistieron, acordaron firmar una declaración en la que explicaban que era científicamente incorrecto suponer que, en el curso de la declaraban, ha habido una selección del comportamiento agresivo en detrimento del otros tipos de comportamiento, o que la violencia ha jugado un papel fundamental en la formación de la humanidad. 
Lo cierto es que ahora contamos con un buen número de estudios en los que se demuestra que, con el fin de mantener los beneficios que supone la vida colectiva, los animales contamos con numerosas estrategias sociales para controlar la violencia, evitar las confrontaciones y resolver los conflictos, de manera que sea sostenible seguir viviendo juntos. 
Esto es debido a que allí donde haya seres vivos que viven en grupo, existe una necesidad de sus miembros por disminuir la inevitable competencia y dejar de lado las diferencias para mantenerse unidos. Este problema, que conlleva la vida colectiva, es universal para los humanos, y las estrategias para resolverlo que hemos desarrollado, son muy similares a las que usan otras especies de animales. El primatólogo Frans de Waal, cree que para poder poseer esta capacidad, solo es necesario reconocer individualmente a cada miembro y estar dotado de una buena memoria, capacidades que podemos encontrar en una gran variedad de especies. 
Los delfines y otros mamíferos marinos, como por ejemplo las ballenas o los cachalotes, desarrollan relaciones con otros miembros que pueden durar toda una vida. Estas "amistades" de larga duración, son un buen requisito previo para encontrar evidencias de reparación de las relaciones o reconciliación. 
En el Zoo de Chicago, llevan investigando el comportamiento social de los delfines desde hace varios años. En un pequeño estudio encontraron que dos machos eran los jefes del grupo, gracias a una coalición que existía entre ambos. Los investigadores se dieron cuenta de que esta relación pasaba por momentos de gran estabilidad y por otros en los que se competía de manera intensa. Entonces decidieron registrar los episodios de conflicto y lo que hacían los oponentes hasta diez días después del suceso. En la mayoría de las ocasiones, tras apenas unos pocos minutos, estos se reconciliaban mediante caricias realizadas con mucha delicadeza y giraban por turnos para acariciarse con la aleta el uno al otro, lo que devolvía la estabilidad a la alianza.
Entre primates no humanos, las reconciliaciones son muy frecuentes y cada especie usa una secuencia con un conjunto de señales propio. Varias especies de macacos, tras un episodio de violencia, se acicalan, presentan las partes traseras y emiten unos sonidos que parecen como besos al aire, lo que indica que las hostilidades se dan por terminadas. Tras realizar estos gestos, los oponentes se tranquilizan y el equilibrio es devuelto al grupo. Los babuinos realizan una monta simbólica e inspeccionan los genitales con el mismo fin. 
Entre primates no humanos, las reconciliaciones son muy frecuentes y cada especie usa una secuencia con un conjunto de señales propio. Varias especies de macacos, tras un episodio de violencia, se acicalan, presentan las partes traseras y emiten unos sonidos que parecen como besos al aire, lo que indica que las hostilidades se dan por terminadas. Tras realizar estos gestos, los oponentes se tranquilizan y el equilibrio es devuelto al grupo. Los babuinos realizan una monta simbólica e inspeccionan los genitales con el mismo fin. 
Los chimpancés son la especie que más nos recuerda al ser humano, ya que se abrazan y besan cuando quieren "hacer las paces", siendo éste último el gesto reconciliador por excelencia de la especie. También extienden la mano abierta como nosotros en símbolo de amistad o petición, y se consuelan cuando han sido atacados por terceros. Quizá uno de los casos más interesantes entre los primates sea el de los bonobos, quienes mantienen relaciones sexuales tras una pelea, sin importar el sexo del contrincante. El encuentro apenas dura unos segundos, pero es muy eficaz.
En conclusión, cientos de miles de personas pueden estar locos, carecer de la más mínima empatía o cometer actos atroces contra otros congéneres pero si pensamos que viven casi 8.000 millones de personas en el mundo, hablamos de un porcentaje casi irrelevante, con lo que no podemos concluir que la maldad caracterice a nuestra especie. 

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