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viernes, 6 de octubre de 2017
EVITABAN LA ENDOGAMIA
Los primeros humanos ya evitaban tener hijos entre hermanos
Sapiens de hace 34.000 años intercambiaban
parejas con otros grupos en una especie de primitivo «matrimonio». Este
comportamiento pudo ayudar a nuestro éxito como especie
Detalle de uno de los espectaculares enterramientos de Sunghir, en Rusia -
El incesto es un comportamiento humano universalmente reprobado, posiblemente para evitar la endogamia
y los peligros que conlleva para la salud de la descendencia y, a la
larga, para la supevivencia de la especie. Los primeros seres humanos
podrían haberlo tenido en cuenta muy pronto, hace al menos 34.000 años.
Un estudio publicado en la revista Science
señala que nuestros antepasados desarrollaron redes sociales y de
apareamiento sorprendentemente sofisticadas para evitar mantener
relaciones sexuales entre parientes cercanos. Intercambiaban parejas con otros grupos e incluso podrían haber celebrado una especie de primitivo «matrimonio».
Un
equipo internacional, dirigido por investigadores de la Universidad de
Cambridge (Reino Unido) y la de Copenhague (Dinamarca) ha secuanciado el
genoma completo de cuatro Homo sapiens de Sunghir, en
Rusia, un famoso yacimiento del Paleolítico Superior, período en el que
se produjo la colonización del oeste de Eurasia. Estos fósiles humanos
pertenecen a dos adultos -uno de ellos un varón completo mientras que
del otro solo hay algunos restos- y dos niños enterrados cabeza con
cabeza en la misma tumba. Vivieron allí al mismo tiempo y lo esperable
es que estuvieran estrechamente relacionados en términos genéticos,
pero, para sorpresa de los científicos, no eran parientes próximos. A lo
sumo, primos segundos. Un fémur adulto lleno de ocre rojo encontrado
junto a los chicos perteneció a alguien no más cercano que un
tatarabuelo. La tumba de los dos jóvenes de Sunghir- Libor BalákSegún
los científicos, los resultados sugieren que estos individuos buscaban
deliberadamente parejas más allá de su familia inmediata en una red
social más amplia. «Esto significa que incluso los humanos del
Paleolítico Superior, que vivían en pequeños grupos, entendían la
importancia de evitar la endogamia y desarrollaron un sistema para este
propósito. Si se hubieran mezclado al azar, veríamos mucha más evidencia
de endogamia que la que tenemos aquí», explica Eske Willerslev, autor
principal del estudio.
Al parecer, la gente de Sunghir podía haber formado parte de
una red similar a la que mantienen en la actualidad algunas
comunidades de cazadores-recolectores, como los aborígenes australianos
o algunos nativos americanos. Al igual que sus antepasados
prehistóricos, viven en grupos bastante pequeños de alrededor de 25
personas, pero también mantienen lazos con comunidades más grandes de
unas 200, dentro de la cuales hay reglas que gobiernan cómo se forman la
parejas.
«Bodas» prehistóricas
Recreación de un varón adulto enterrado en Sunghir- Libor BalákDe
la misma manera, el extraordinario simbolismo, la complejidad y el
tiempo invertido en los objetos y joyas encontrados junto a los restos
de Sunghir también sugieren la posibilidad de que los sapiens del
Paleolítico desarrollaran reglas, ceremonias y rituales para acompañar el intercambio de parejas entre grupos, lo que tal vez prefiguró las ceremonias matrimoniales modernas.
Cuándo
el hombre moderno comenzó a evitar la endogamia es algo que todavía no
se sabe, pero los autores creen que este comportamiento puede explicar,
al menos en parte, su éxito frente a otras especies estrechamente
relacionadas, como los neandertales, que desaparecieron
de Europa hace unos 40.000 años. «Aunque no podemos hacer esta
afirmación con certeza, es intrigante especular que nuestra capacidad
para formar estas redes más amplias pudo haber contribuido al mayor
éxito de nuestros antepasados y a la eventual extinción de los
neandertales», explica a ABC Martin Sikora, del Centro de GeoGenética de
la Universidad de Copenhague.
La secuenciación genómica
de un neandertal de las montañas de Altái que vivió hace unos 50.000
años indica que no evitaban la endogamia. Sin embargo, Sikora advierte
de que este dato debe ser tomado con precaución: «No sabemos por qué los
neandertales de Altái eran endogámicos. Tal vez estaban aislados y era
su única opción, o no lograron establecer una red disponible de
conexiones».
Los investigadores reconocen que hace falta información genómica más antigua para poner a prueba esta idea. Precisamente, otro estudio publicado también este jueves en «Science»,
que presenta la secuenciación del genoma de una hembra neandertal de la
cueva de Vindija, en Croacia, no revela señales de incesto, lo que
parece indicar que la endogamia extrema no tenía por qué ser algo
extendido en la especie.
Willerslev también destaca que
los ornamentos y objetos culturales encontrados en Sunghir, de una
sofisticación inusual, podrían haber sido utilizados para establecer
distinciones entre los grupos humanos, proporcionando un medio para
identificar a quién acudir y a quién evitar como pareja. Entre ellos
había caninos de zorro ártico perforados, brazaletes y miles de cuentas
de colmillo de mamut, y 16 lanzas, también de marfil, cubrían una de
las tumbas. «La ornamentación es increíble y no hay evidencia de algo
así entre los neandertales y otros seres humanos arcaicos», añade. A su
juicio, estos restos nos hacen preguntarnos «qué hizo a esas personas
quienes eran como especie y quiénes somos nosotros como resultado».
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