lunes, 5 de enero de 2015

LAS EMPRESAS FARMACEUTICAS SE INVENTAN ENFERMEDADES

Milagros químicos que no son

Allen Frances. El creador del manual que clasifica males mentales, alerta contra el rol del mercado farmacéutico.

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Allen Frances ha sido director del Manual diagnóstico y estadístico , (DSM) biblia de la psiquiatría mundial en la que se definen las enfermedades mentales, sus síntomas y tratamientos que está tomando una deriva peligrosa bajo la presión de las farmacéuticas que inventan nuevas enfermedades y amplían síntomas para vendernos pastillas.
¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel) es el libro en el que Frances sostiene que se deberían convertir las preocupaciones de la vida decepciones y fracasos en trastornos mentales. “Y no deberíamos imaginar que tomar una pastilla va a resolver las dificultades”, concluye.
–El desarreglo está en cómo nos tomamos las cosas.–El negocio de la industria farmacéutica es vender pastillas, y descubrieron que la mejor forma de hacerlo es vender enfermos y comercializar enfermedad. Nos han vendido la idea de que los problemas cotidianos se deben a un desequilibrio químico y requieren una solución química.
–¿En qué punto estamos?–El médico de atención primaria puede hacer un diagnóstico y en siete minutos recetar pastillas. El 6% de los ciudadanos es adicto a los fármacos, y actualmente hay más visitas a los servicios de urgencias y más muertes a causa de los medicamentos que a causa de las drogas ilegales.Un excesivo número de personas ha pasado a depender de los antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos, somníferos y analgésicos. Nos estamos convirtiendo en una sociedad adicta a las pastillas. En EE.UU. el 11% de los adultos, el 21% de las mujeres y el 4% de los adolescentes tomaron antidepresivos en 2010, y el 4% de los niños toma algún estimulante.
–Usted y su DSM son en parte responsables...–Sí, dirigí el DSM durante casi 40 años, incluido el DSM IV: conocía las dificultades y los riesgos, pero el DSM V añade trastornos nuevos y flexibiliza las normas sobre cómo diagnosticar los existentes.
–Ahora es usted muy crítico.–Un pequeño cambio en cómo se define un diagnóstico puede aumentar en millones las personas con un trastorno.
–¿Las nuevas supuestas epidemias?–El autismo, trastorno bipolar infantil y déficit de atención (diagnosticado al 20% de los niños de los cuales el 10% están medicados). Sabemos que es demasiado.
–¿Y cómo lo saben?–Los estudios demuestran que el mejor predictor del trastorno de atención es la fecha del aniversario. El niño más joven del aula, que es menos maduro, tiene dos veces más posibilidades de tener este diagnóstico que los mayores de la clase.
–¿Confundimos inmadurez con enfermedad?–Sí. En EE.UU. gastamos casi 10 mil millones de dólares en estos medicamentos. Sería mucho mejor invertirlos en clases más reducidas y más espacios para practicar deporte en las escuelas. Tratamos un problema escolar con medicación.
–Otro problema masivo: la ansiedad.–En EE.UU. uno de cada diez toma antidepresivos y una mujer de cada cuatro de más de 40 años. Estos fármacos se recetan de manera muy poco cuidadosa y causan más problemas que soluciones. Crean adicción y el índice de respuesta del placebo es casi el mismo que el del remedio.
–¿Tiene alguna solución mejor?–La gente empieza a tomarlos el peor día de sus vidas, y mejoran no gracias a él, sino simplemente con el tiempo: cuando cambian las circunstancias o con el apoyo de amigos y familia. Paradójicamente, la población que sí los necesita, un 5%, no los toma. Es una vergüenza.
–Los antipsicóticos, ¿son los productos estrella de la industria?–Sí. Los fármacos antipsicóticos dejan a la industria en EE.UU. 18 mil millones de dólares anuales, los antidepresivos 11 mil, y 10 mil los medicamentos contra el déficit de atención. Saturaron a todos los adultos. Ahora sus mejores clientes –y de por vida– son los niños.
–Logran que estén quietos en clase.–A corto plazo, sí, pero a largo plazo no mejoran el rendimiento escolar, sólo el 2% de los niños y se lo damos al 6%.
–Usted es psiquiatra, ¿qué trastornos padece según el DSM 5?–Según el DSM 5 sufro trastorno neurocognitivo menor porque no recuerdo algunos nombres, cosas de la edad para lo que no hay remedio; y como amo atiborrarme de gambas, padezco el síndrome de comedor compulsivo. Mis preocupaciones y tristezas podrían ser un trastorno mixto ansioso-depresivo. Mi mujer murió hace siete años. Estuve triste, perdí el interés, cambió mi apetito, mi sueño. Síntomas que de acuerdo con el DSM 5 responden a un trastorno depresivo grave: más pastillas. Los mamíferos aman, el precio de ese amor es el dolor de la pérdida. Calificarlo de enfermedad y dar pastillas reduce la dignidad del amor y lo sustituye por un ritual superficial médico.

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