La sexualidad en el mundo azteca
Hablar de sexualidad en los
pueblos mesoamericanos es muy complicado porque hay muchas pruebas, que
se encuentran desaparecidas de forma voluntaria al ser consideradas
aberrantes por el integrismo cristiano.
El pueblo azteca estaba organizado en clanes,
bajo el dominio de un emperador poderoso y varios señores, de esta
forma fueron logrando un gran desarrollo.
Hablar hoy de sexualidad en los pueblos mesoamericanos es muy complicado porque hay muchas pruebas, que

se encuentran desaparecidas de forma voluntaria al ser consideradas aberrantes por el integrismo cristiano.
Si seguimos a los cronistas de América, estos justifican la
colonización, cuando dicen, que estos pueblos eran amorales y
libidinosos, por lo que deberían ser reeducados en la palabra de Dios.
Nos iremos dando cuenta, que dentro del mundo azteca hay diversidad de
tribus y estas tuvieron un comportamiento sexual muy diferente entre
ellas.
Hay cronistas que elogian algunas costumbres de los mexicas por tener unos principios morales
“serios”
porque se educa a sus jóvenes en el respeto a la familia, el carácter
sagrado del matrimonio y se valora la importancia de la virginidad en la
mujer o se fomenta la castidad sexual.
Resulta sorprendente que se critique la mente abierta y tolerante de
los pueblos indígenas respecto al sexo y sin embargo, se calla el
desenfreno sexual de los conquistadores españoles, donde las indígenas
eran el principal botín de conquista con un abuso y corrupción por parte
de los conquistadores respecto a la mujer indígena.
La mayor parte de la documentación escrita son referencias a lo que
sucedió en el pasado, por lo que no son totalmente fiables por haber
pasado por el tamiz integrista del cristianismo imperante en esa época
histórica.
Esto conlleva a que muchos de los cronistas de la conquista de
América ocultarán las prácticas sexuales más explicitas o amorales desde
el punto moral cristiano. Resulta evidente, que en estos pueblos
estaban muy vivos los rituales de la masturbación y las prácticas
orgiásticas.
Hay numerosos restos arqueológicos sobre la sexualidad que fueron
ocultados, entre ellos falos gigantes de los hautecas, así como imágenes
sobre la homosexualidad y otras alusiones sexuales.

Las prácticas sexuales de los pueblos indígenas mesoamericanos
horrorizaron a los conquistadores y provocaron un fuerte ataque a su
moral cristiana. Estas sociedades reconocían el sexo, el uso de los
placeres y el conocimiento del cuerpo. Debido a esto fueron exterminadas
un gran número de piezas plásticas y otras permanecieron ocultas como
ya vimos también cuando estudiamos el mundo inca.
Para justificar esto se buscó un discurso por el que estas piezas
suponían una afrenta a Dios y debe reprimirse cualquier deseo de una
acción que por naturaleza es propia del humano y por evolución, digna de
disfrutar.
Sirva como ejemplo el cronista Bernal Díaz del Castillo, que en su relato sobre los huatecos decía:
“eran
todos sometidos, en especial los que vivían en la costa y tierra
caliente… tenían excesos carnales, hijos con madres, hermanos con
hermanas y tíos con sobrinas, hallarónse muchos que tenían este vicio de
esta torpedad; pues de borrachos no les sé decir de tanta suciedad que
entre ellos pasaba…”
Esta censura no fue solamente por parte de los cronistas de la época,
sino que ha sido de forma continuada hasta nuestros días. Al
cristianismo cualquier sexualidad que no se circunscriba a su moral,
resulta aberrante, de esta forma se ocultó las prácticas homosexuales de
estos pueblos, las representaciones explicitas de copulación o el
ocultamiento sobre el culto fálico de estas culturas mesoamericanas.
La presencia de los dioses era continúa en todo lo que sucedía en la
vida, desde el clima, cosechas, incluido los aspectos más íntimos de la
sexualidad y del amor. Existía en el mundo azteca una constante
presencia de lo mágico y religioso, todo estrechamente relacionado con
la sexualidad y el erotismo.

Uno de los problemas que tenemos para conocer la realidad del mundo
mesoamericano, es el papel de la Iglesia Católica, que impuso una visión
negativa de la sexualidad, reduciéndola exclusivamente al ámbito
reproductor. La sexualidad estaba vinculada a la religión para los
pueblos indígenas y nunc la sexualidad fue vista como algo negativo o
pecaminoso.
Tres eran los grandes dioses aztecas en su relación con la sexualidad y el erotismo:
La diosa Tlazoltéotl que representaba la fecundidad, la fertilidad y
el placer carnal. Era la protectora de las parturientes y todo lo
relaciono con el sexo.
Xochipilli era el dios de las relaciones sexuales ilícitas, de las
flores, del amor por lo que también era el dios de las prostitutas, los
juegos, la belleza, la danza, el maíz y las canciones.
Xoxhiquétzal era la esposa del dios Xochipilli protectora de la
prostitución y de la sexualidad, siendo también una diosa muy venerada
por las tejedoras. Existía en el mundo azteca el culto a la diosa
Xochiquétzal que tenía una apariencia con el nombre de Xochipilli el
protector de la prostitución masculina y las relaciones homosexuales.

Las
deidades, que hacían referencia al amor y a la belleza, hacían también
referencia a los peligros de la sexualidad femenina o a la promiscuidad,
por lo que en esta cultura se desarrolla el mito de la vagina dentada.
La vagina dentada tiene que ver la concepción de la mujer y la tierra
como ambivalentes depósitos de energía, oscilantes entre la vida y la
muerte. Esto queda reflejado en composiciones escultóricas como la
deidad Tlaltecuhti.
Patrick Johansson en su libro
“Las palabras de los aztecas”
nos muestra todo el amplio contenido de sexualidad que desarrolla este
pueblo, que estará presente en los numerosos ritos que tenían “
Es
así como la simple copulación instintiva adquiere, en el contexto ritual
instaurado por el hombre, una dimensión representativa donde los distintos
valores socio religiosos entran en escena a través de sus encarnaciones
o materializaciones míticas, para consagrar el acto…”
Los dioses eran todopoderosos e influían en todos los ámbitos de la
sexualidad; incitaban al placer sexual, castigaban las transgresiones
sexuales y perdonaban los pecados cometidos. Todos estaban sometidos a
ellos, y su energía era canalizada mediante rituales, hechizos o pócimas
que eran realizados por los chamanes, brujas o alcahuetas.
Los dioses aztecas de la sexualidad estaban presentes en todas las
ceremonias públicas donde se castigaban o ejecutaban a todos aquellos,
que habían transgredido las normas sexuales.

Veamos algunos casos como el dios Itzlacolluhqui que castigaba a
todos aquellos que habían sido sorprendidos ejerciendo el adulterio. La
diosa Macullxochitl en su día festivo exigía cuatro días de abstinencia
sexual. Los dioses disfrutaban de un gran poder y podían influir en
todos los aspectos de la sexualidad del mundo azteca.
Los condenados podían solicitar el perdón de los dioses mediante el
ritual de la confesión, que nada tiene que ver con la del cristianismo.
La confesión se hacía de forma directa entre el condenado y la diosa.
Esto sólo podrá suceder una vez en la vida del azteca.
El condenado se presentaba ante la sacerdotisa que representaba a
Xochiquetzul y hacían varios rituales de purificación, de estos era muy
importante el baño. Una vez limpio se trasladaba al templo con unas
pajillas en la mano. Estas representaban cada uno de los pecados
cometidos. Delante de la diosa, cada una de las pajillas perforaba la
lengua del pecador y posteriormente las escupía hacía hacia atrás. El
sacerdote recogía estas pajillas y los quemaba, de esta forma terminaba
la confesión.
El matrimonio entre personas de distintas etnias estaba mal visto en
general, pues cada sociedad tenía en muy alta estima su origen divino y
por ello, no era algo honorable mezclar su sangre con la de otro pueblo.

La
concepción de la poligamia prehispánica establecía un señor, su mujer
principal y sus mujeres secundarias, que formaban una sola familia, a la
cual se le proporcionaba apoyo y protección, y donde las mujeres
secundarias y sus hijos no eran objeto de estigmatización social.
Vemos, que existía la poligamia en Tenochtitlan. La primera concubina
era considerada esposa y, las demás, solo eran concubinas para el
placer.
Las mujeres aztecas debían ser sumisas ante su esposo. Sin embargo,
las mujeres totonacas y otomíes eran temidas, iban a la guerra igual que
los hombres y podían elegir al marido que quisieran. Una vez más vemos
la diversidad de costumbres dentro de los pueblos aztecas.
La poligamia como vemos era aceptada. Los emperadores Moctezuma y
Nezahualcoyoti tenían hasta dos mil concubinas en sus harenes. Como era
imposible que pudieran relaciones con todas, se permitía que se pudieran
dar placer entre ellas. Para ello utilizaban “la flor adulterina”, que
era una especie de alcachofa con bulbo en forma de pene.
Morolinía dice “
todos estaban con las mujeres que querían, y
había algunos que tenían hasta doscientas mujeres. Y para esto los
señores y principales robaban todas las mujeres, de manera que cuando un
indio común se quería casar apenas hallaba mujer”.

Si seguimos a López de Gómara nos dice que Moctezuma vivía en el palacio de Tepac y
“había
mil mujeres, y algunos afirman que tres mil entre señoras, criadas y
esclavas; de las señoras, que eran muy muchas tomaba para sí Moctezuma
las que bien le aprecía; las otras daba por mujer a sus criados y a
otros caballeros y señores; y así, dicen que hubo vez que tuvo ciento
cincuenta preñadas a su tiempo, las cuales, a persuasión del diablo,
movían, tomando cosas para lanzar las criaturas, o quizá porque sus
hijos no habían de heredar”.
En la cultura azteca se distinguía al homosexual activo del pasivo.
El activo representaban su rol genérico masculino, el pasivo al ser
penetrado en el acto sexual, violaba su rol de hombre y se feminizaba.
Debido a esto, al pasivo se le sacaba las vísceras, y le prendían fuego,
mientras que el activo lo enterraban con ceniza y así moría. La ley
mexica castigaba la sodomía con el empalamiento para el homosexual
activo, y la extracción de las entrañas por el orificio anal para el
homosexual pasivo y la muerte por garrote para las lesbianas.
De la existencia de la homosexualidad hay constancia en numerosos
escritos de los misioneros y del propio Hernán Cortes que en sus
“Cartas de Relación” decía
“Hemos sabido y sido informados de cierto que todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado”.
Bernal Díaz del Castillo en
“La historia verdadera de la conquista de Nueva España” decía:
“No
tenían mujeres, más tenían el maldito oficio de la sodomía… había otra
gente más sucia y pala y de peores costumbres no lo hubo como esta de la
provincia de Panuco porque todos era sodomitas y se embudaban en las
partes traseras”.
Gonzalo Fernández de Oviedo en su libro
“Natural historia de las Indias” decía; “
Entre
los indios en muchas partes es muy común el pecado nefando contra
natura, y públicamente los indios que son señores y príncipes que en
esto pecan tienen mozos con quien usan este maldito pecado; y tales
mozos son pacientes, así como caen en esta culpa, luego se ponen naguas,
como mujeres que son, unas mantas cortas de algodón con que las indias
andan cubiertas desde la cinta hasta las rodillas y se ponen sertales y
puñetes de cuentas y las otras cosas que por arreo, ni hacen cosa que
los hombres ejerciten; sino luego se ocupan en el servicio común de las
cosas, así como barrer y fregar y las otras cosas a mujeres
acostumbradas”.
Se sabe que había prácticas de sodomía en los ritos religiosos y la
práctica generalizada de la pederastia. Dentro de una pareja homosexual
uno se declaraba
“Ahuanni” o afeminado y no los torturaban pero eran obligados a vivir como marido o mujer. El homosexual pasivo se le denominaba
“berdache”.
Los españoles durante la conquista utilizaron a los homosexuales como
esclavos y posteriormente como objeto sexual de los propios soldados
españoles.
Las prostitutas estaban estigmatizadas y eran socialmente repudiadas,
pero su actividad era tolerada y no eran juzgadas por su práctica.
Moctezuma ordenó destruir una casa de prostitutas porque pensaba que
debido a las transgresiones públicas del prostíbulo, su pueblo había
sido castigado con la llegada de los españoles.

El adulterio era considerado como una de las principales
transgresiones y se castigaba con la pena de muerte, aunque también se
dejaba en ocasiones que el castigo lo aplicara el mismo marido, quien
arrancaba a mordiscos la nariz de su esposa y al amante.
El adulterio se castigaba porque se tenía la creencia que producía
desequilibrios entre la comunidad y el Cosmos y la presencia del
transgresor provocaba desgracias, como la pérdida de cosechas o la
muerte de niños.
Para el pueblo de los parapechas en el caso de que los adúlteros
hubieran asesinado al marido, el varón será quemado vivo mientras se
arrojaban agua y sal hasta su muerte. En la sociedad azteca el hombre
podía ser adúltero, sin embargo a la mujer se le castigaba con la
muerte.
La masturbación del miembro viril masculino es una de las escenas más
reproducidas en esculturas y pinturas en cuevas, pues de acuerdo a la
antigua cosmovisión, las cavidades eran los espacios donde el
semen-semilla fructificaba la tierra a manera de acto propiciatorio.
Los pueblos del norte y los totonacas practicaban la pederastia y era
aceptada socialmente y la homosexualidad era vivida con mayor libertad.
En Tecnochtitlan la sexualidad estaba muy ligada a lo religioso y
espiritual, se castigaba duramente lo que no estuviera dentro de lo
permitido. Sin embargo, las tribus del norte vivían su sexualidad de
forma más liberal.
Los mexicas consideraban el placer sexual un don divino, tan
necesario como el alimento, el vigor vital y el reposo cotidiano. Sin
embargo, pensaban en el mundo azteca que para poder disfrutarlo más
debía ser ejercitado con moderación.
La sexualidad va más allá de lo reproductivo para los aztecas y fue visto como una manera de asegurar la marcha del mundo.
Debemos saber que los senos femeninos no tenían la connotación sexual que tienen en la actualidad.
En algunas culturas mesoamericanas, el erotismo no era el elemento
central de la sexualidad, sino que se veía como una forma de ordenar el
planeta, que tiene un lado femenino y otro masculino.
Como vemos, las prácticas sexuales de los pueblos aztecas
horrorizaron a los conquistadores españoles imbuidos de la moral sexual
cristiana e hicieron que sus prácticas sexuales fueran destruidas. De
ahí, la dificultad para su estudio. Así mismo, vemos como no hay una
uniformidad en las prácticas sexuales dentro de la cultura azteca como
queda reflejado en este artículo.