domingo, 5 de junio de 2011

LA PANDILLA DE LA GRIPE A

Jane burgermeister

La periodista perseguida por denunciar una trama en torno de la gripe A


Dice que los asesores de la OMS que declararon la pandemia están relacionados con los laboratorios que producían los medicamentos.

Otro fantasma regresa a las primeras planas de la prensa, cuando ya casi no se recuerda que la gripe A hace dos años paralizó al mundo con su amenaza siniestra.
Pero bueno es contar que el 8 de abril de 2009 no había medio de comunicación alguno que le publicara a la periodista sueca Jane Burgermeister una denuncia impactante, que venía de presentar ante los tribunales de Austria: una multinacional farmacéutica había contaminado al mundo con un extraño virus, para vender luego la vacuna que lo combatiera.
En diálogo con Tiempo Argentino, Burgermeister dice poder probar que en febrero de 2009 la filial austríaca de la firma Baxter envió 72 kilos de aves infectadas por la gripe aviar a otras 16 sucursales de la empresa en cuatro países, con la excusa de desarrollar nuevas investigaciones.
“Ese procedimiento de rutina –sostiene– fue alterado porque las aves se contaminaron con las cepas de la gripe humana, también presentes entre los tubos de ensayo y los microscopios.” Burgermeister niega que esa circunstancia fuera accidental. “Se trata de una de las empresas farmacéuticas más seguras del mundo –dice– acostumbrada a manejar sustancias patógenas que, en la práctica, tienen el mismo estatus de prevención de un arma bacteriológica.”
La sospecha de la mujer está sustentada en otro dato que conoció tras su primera denuncia. “Ellos generaron, adrede, las condiciones de una pandemia. ¿El motivo? Acuerdos firmados con varios gobiernos del mundo para la compra obligatoria de la vacuna, una vez que la Organización Mundial de la Salud declarase la alerta en nivel 6”, dispara Burgermeister.
El nivel 6 de alerta se decretó el 11 de junio de 2009. La OMS había bautizado como gripe A (H1N1) al virus el 30 de abril, luego de que el 13 de ese mismo mes se registrara la primera muerte adjudicada a esa novedosa enfermedad, en México. Todo ocurrió demasiado rápido, y con la prensa internacional como aliada, se masificó el pánico, estallaron los pronósticos apocalípticos, se desató una histeria generalizada. El 10 de agosto de 2009 se decretó el fin de la pandemia, sin demasiada repercusión en los medios: ya se sabe lo poco que entusiasman las noticias que contradicen las catástrofes. Quedaron detrás 19 mil vidas, un número bajo si se lo compara con el millón de muertos que cada año mata la gripe común, y una burla a la inteligencia si se lo relaciona, como se lo hizo en los afiebrados noticieros de barbijo y alcohol en gel, con la célebre “gripe española”, que en 1918 sembrara 40 millones de cadáveres.
Hay otra cifra que, en cambio, sí dimensiona lo sucedido: sólo en el pico de la gripe porcina, la facturación de Tamiflú, el antídoto para el virus, superó los 2700 millones de dólares. La magnitud del negocio acaso sirva para explicar el misterioso silencio al que fue sometida Burgermeister.
“Yo era una colaboradora habitual del British Medical Journal, de Reuters Helth y The Guardian”, dice la periodista. “Nadie me publicó nada, así que recurrí a medios alternativos y a Internet. Mal no resultó: después de mi campaña contra la falsa pandemia, sólo el 4% de los austríacos se fueron a vacunar.”
La embestida de Burgermeister no le saldría gratis. Estuvo a punto de ir a prisión. Le imputaron una infracción civil menor para las leyes austríacas, por la forma en que administró la herencia de su padre fallecido. “Fue un proceso kafkiano –cuenta– donde me pusieron, incluso, un tutor, lo mismo que se les indica a personas que no pueden manejarse por sus propios medios o son peligrosas para sí mismas o para terceros.” Durante meses no pudo administrar su dinero ni su casa, y tuvo que rendir cuentas a un equipo de psiquiatras sobre su salud mental. Una campaña internacional, también vía Web, ayudó a liberarla de ese proceso.
“El Estado (Burgermeister es nacionalizada austríaca) me persigue y abusa de mis derechos, pero no tiene la misma energía para investigar a quienes yo denuncié”, sostiene la periodista. Hubo otros cargos contra laboratorios en tribunales de varios países del mundo, pero ninguno prosperó.
Más trabajos periodísticos habían revelado que tres de los 15 asesores que la OMS consultó para declarar la pandemia de la gripe A estaban a sueldo de empresas farmacéuticas. El parlamentario británico Paul Flynn, jefe del Comité de asuntos de Salud del Reino Unido, señaló que las decisiones de la OMS “no fueron lo suficientemente transparentes, generaron grandes desperdicios de dinero y provocaron un miedo injustificado”.
Tras las pérdidas millonarias en las arcas públicas por la compra de medicamentos, se conoció que 15 de los 17 miembros del comité de especialistas tenían vínculos comerciales o profesionales con los laboratorios. Las pruebas bastan para revisar con lupa las noticias vinculadas a los virus de aparición subrepticia, que se propagan con más velocidad en los medios masivos de comunicación que en los infectados. La gripe A mostró que cuando la salud y el dinero se dan la mano, el remedio puede ser peor que la enfermedad. <

No hay comentarios: